Sebastián Forster: "Beethoven me ayuda a llegar a lo mejor de mí"
De regreso en Buenos Aires, el pianista tocará en el Auditorio de Belgrano junto con la Orquesta Sinfónica Nacional
De la mano del Concierto N° 3, de Beethoven, Sebastián Forster regresa al país para reencontrarse con el público argentino luego de una década de trabajo en la ciudad de Nueva York. "Es emocionante volver y sentirme de nuevo en casa como a la vuelta de un largo viaje", afirma el pianista, acerca del entusiasmo que despierta en él su actuación de esta noche junto con la Orquesta Sinfónica Nacional, a cargo de Alejo Pérez como director invitado.
Forster se formó en Buenos Aires, donde fue discípulo de Aldo Antognazzi y realizó estudios posteriores en Europa y los Estados Unidos. Allí se produjo su debut internacional con la Orquesta de Cámara del Concertgebouw. "Llegué a los Estados Unidos con un contrato de trabajo de la Piano School of New York City, siempre con el proyecto de lograr saltos cualitativos en mi carrera", explica. "Trabajo allí desde 2004, en un instituto que, a través de su dirección, está ligado a la prestigiosa Julliard School." Desde su partida, promediando los veinte años, el horizonte del joven pianista ha buscado proyectarse en el mundo.
-¿Tenés alguna referencia predilecta para este concierto de Beethoven?
-¡Sí, claro! Cuando era adolescente, escuché una grabación que me impactó mucho de Arturo Benedetti-Michelangeli, maestro a su vez de mi profesor, Aldo Antognazzi. He tocado mucho este concierto, con la Filarmónica de Stuttgart, la Sinfónica de Budapest y recientemente con la Sinfónica de Sofía en Bulgaria.
-¿Qué lugar ocupa Beethoven en tu carrera?
-Diría que el más importante. Luego de haber concluido la grabación de sus 32 sonatas, un proyecto ambicioso en el que invertí cuatro años de estudio y trabajo, siento que la conexión con su obra me permite llegar a lo mejor de mí. A esta serie de grabaciones le debo incluso el haber obtenido mi green card en los EE.UU., permiso otorgado"por talento extraordinario". Tocar este concierto en Buenos Aires, después de tanto tiempo en el exterior, es un broche de oro para un largo proceso luchando por mi carrera. La alegría de volver es indescriptible.
-¿Cuáles son los parámetros de la educación musical más destacables de ese país?
-Definitivamente la avidez que existe en la sociedad por aprender desde una edad muy temprana. El piano ocupa un lugar importantísimo. Creo que la diferencia está en la conducta, en la disciplina y seriedad para hacer lo que deciden hacer. También contribuye el factor climático: los inviernos son muy largos y eso trae aparejada la necesidad de ocupar el espacio interior. La dedicación a la música está muy ligada a la cultura anglosajona también por el clima.
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