En una charla con LA NACION, los españoles contaron cómo fue interpretar a los malos de esta nueva apuesta de Netflix, que protagoniza Lali Espósito junto a Verónica Sánchez y Yany Prado
Desde el anuncio de su rodaje, Sky Rojo viene generando expectativa y cada novedad en torno a esta nueva producción de Netflix no hizo más que acrecentarla. Su primera gran carta de presentación en sociedad fue el trailer. Y ahora llegó el momento de ver realmente de qué se trata. Su temática comprometida, su formato de 25 minutos y la elección de un elenco de talla internacional son los condimentos para atraer a los usuarios de la plataforma aún cuando la propuesta es un tanto arriesgada: abordar el tema de la esclavitud sexual desde un enfoque entretenido y lúdico. “Sky Rojo es un entretenimiento frenético que esconde un caballo de Troya para golpear al espectador cuando más se está divirtiendo”, advirtieron sus creadores Alex Pina y Ester Martínez Lobato a LA NACION antes del estreno. Y ellos esperan que su fórmula, a la que ellos mismos bautizaron como “pulp latino” porque combina humor negro, acción, aventura y ¡mucha purpurina!, funcione.
Ellos, los villanos de esta historia
La serie narra la historia de Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yany Prado), tres mujeres víctimas de trata, que emprenden una huida desesperada en busca de su libertad mientras son perseguidas por Moisés y Christian, los secuaces de Romeo, el proxeneta y dueño del Club Las Novias. Mientras su objetivo es seguir vivas cinco minutos más, los malos de esta historia defenderán sin escrúpulos su negocio hasta el final. “Estos personajes eran necesarios para contar el dolor y el infierno que viven estas chicas a diario en todo el mundo. Así que ahí estamos nosotros para poner el color que se nos pide en el cuadro”, dijo Miguel Ángel Silvestre, quién interpreta a uno de los villanos de esta historia, a LA NACION.
Así es como bajo la piel de Moisés -mano derecha de Romeo tanto en el club como en la captación de chicas en el extranjero- el actor aporta su granito de arena para generar consciencia social en el espectador. “A él no lo mueve el dinero, sino la lealtad absoluta hacia su jefe y, aunque vive con dudas sobre la vida que lleva, se limita a cumplir órdenes”, explicó mientras destaca que la ambigüedad de su personaje fue lo que más le atrajo. “Para mí lo más interesante es la duda. Moisés esta todo el tiempo -como si de un compás se tratara- entre lo que siente que tiene que hacer y la lealtad a su amigo y eso le genera tanto estrés que explota con violencia”, expresó compenetrado.
Si bien los creadores se encargan de dejar en claro que todos los personajes que se ven en pantalla son de ficción, lo cierto es que se nutrieron de una gran investigación y de testimonios reales a la hora de componerlos. “Estuvimos leyendo mucho material que nos mandaron desde Vancouver Media (la productora) y testimonios de mujeres muy terribles. Luego tuvimos que centrarnos en contar la historia y olvidarnos un poco de eso porque si no te afecta demasiado”, advirtió a LA NACION Asier Etxeandia, quién también utilizó como inspiración el libro de Mabel Lozano, El proxeneta, para construir al dueño de uno de los burdeles más conocidos de Tenerife.
Irónico, inteligente y carente de parámetros morales, este proxeneta justifica su negocio y se considera a sí mismo todo un artista. “Creo que los mejores personajes son los que no sabes si pegarles o besarles y en mi caso Romeo es así. Un villano terrorífico al que no pueden dejar de ver. Creo que consigue todo lo que tiene porque tiene mucho carisma, es inteligente y manipulador como todos los han logrado dominar el mundo. Espero que no me escupan por la calle, que no me quieran pegar porque creo que me va a odiar todo el planeta”, bromeó sobre este papel que se despega de todo lo que venía haciendo hasta ahora.
Dicen que “hacer de malo” siempre es mucho más enriquecedor e interesante para un actor. Si a eso le sumamos el plus de exponer una realidad abrumadora de la que son víctimas miles de mujeres en el mundo, el desafío es mayor. “Un actor siempre está deseando encontrarse con personajes con la mayor miseria humana. Creo que como artistas tenemos la responsabilidad de plasmar como un espejo esa miseria y cuanto más al fondo vayamos, más catarsis crearemos en el espectador”, asegura Etxeandia, fanático de “los personajes límites”.
Y quienes lo conocen o siguen su carrera saben de su compromiso social, especialmente con la lucha feminista. “Creo que Romeo me llega en un momento en que quiero hablar. En un momento en que estoy en un lugar muy revolucionario, donde me moviliza todo el ninguneo que ha vivido la mujer a lo largo de la historia. Poder ser la herramienta para que el público entienda el sufrimiento que han vivido estas víctimas que han pasado por la trata dignifica mi trabajo como actor y como artista. Si me pongo a pensar de dónde vengo y hacia dónde voy, todo rima”, reflexionó quien también es reconocido por ser uno de los músicos más transgresores de España.
En cuanto a cómo fue encarar escenas tan fuertes y difíciles, los dos protagonistas advirtieron el duro trabajo que tuvieron que realizar. “Me parecía terrible lo que estaba viendo y lo que teníamos que hacer. Lo haces y llegas a casa agotado. Mi familia me decía: ‘Joder, ¿qué escena has tenido hoy?’ Cuando acabábamos nos íbamos cada uno a su camerino para estar en silencio porque era muy bestia todo”, recuerda.
El lado B de los malos
Si bien es cierto que nadie es del todo malo ni del todo bueno en una historia, a veces cuesta empatizar con este tipo de personajes tan crueles. Y para ello, los creadores pusieron en marcha una estrategia que hasta el momento no ha fallado en ninguno de sus productos anteriores: crear personajes excesivos que tengan un gran arco que va desde la comedia hasta la emocionalidad más extrema. “En el caso de los intérpretes masculinos, necesitábamos que pudieran trabajar en la crueldad más radical sin inmutarse y que oscilaran por momentos a una vulnerabilidad emocional desconcertante. Nuestra intención no es empatizar con ellos sino darles pinceladas humanas”, aclaró Ester Martínez Lobato mientras traía al presente emblemáticos ejemplos que dejaron su huella en la pantalla. “Hay villanos que no son empáticos y sin embargo lo que dicen o lo que hacen es lo necesariamente estimulante como para que te fascinen como nos pasó con Berlín en La casa de papel o con Zulema en Vis a Vis. En el caso de Romeo, pasa lo mismo. Cada vez que aparece el espectador se pregunta: ‘¿y ahora qué burrada va a hacer? ¿Qué se le pasa a ese señor por la cabeza?’”, agregó la productora y esposa de Alex Pina.
De acuerdo con las palabras de la creadora, el máximo responsable de la red de trata y explotación sexual en la ficción de Netflix aclaró: “Lo que no podíamos hacer es juzgar a nuestros personajes. Para ejecutar a Romeo solo había que ser Romeo y decir las palabras que habían escrito sin ningún tipo de juicio y con total impunidad para contar la historia”. Por su parte, Silvestre opinó que el mostrar ciertos rasgos humanos es necesario para entender los motivos por los cuales ese personaje actúa de esa forma. “Creo que uno como actor entiende muy bien la herida de su personaje. Yo si me cruzara con Moisés saldría corriendo en la dirección contraria, pero entiendo muy bien de donde viene su drama, que fue una víctima en un momento de su vida y qué lo convirtió en lo que es. ¿Cómo Romeo puede mirar a sus hijas, por ejemplo? Pues de la misma manera que mi padre me miraba a mí, con la misma ternura. Ni todo el mundo es tan bueno, ni todo el mundo es tan malo, hay fluctuaciones. Ahora sí es importante nuestra responsabilidad para decidir si quieres estar cerca de eso o no”, reflexionó el español que hasta el momento se había mostrado en la faceta de galán con sus trabajos en Velvet o Sense8.
Además del entusiasmo que le generó interpretar a este villano que significa un gran vuelco en su carrera, el actor resaltó la posibilidad de trabajar bajo el mando de Alex Pina a la hora de aceptar la propuesta. “En esta oportunidad, Moisés significaba trabajar con un creador como Alex Pina por ejemplo, algo que quería hace mucho y que he podido lograr después de cuatro castings. Luego una vez adentro, me he dejado llevar. A mí lo que me llamó la atención fue que este productor me haya cruzado en Los Ángeles y me haya dicho: ‘Oye, ¿tú no eres el actor de Velvet?’. Ahí dije: ‘¿esto es en serio?’ ‘¿Este hombre ha visto Velvet?’”, recordó, un tanto incrédulo, entre risas.
Por su parte, quien también compartió cartel con Silvestre en las galerías de costura más importantes de Madrid (como olvidar al excéntrico Raúl de la Riva), afirmó: “Creo que es un regalo de la vida que te llegue un guion así, sobre todo de gente con tantísimo talento”. En cuanto a cómo fue para estos artistas volver a reencontrarse en el set, ambos mostraron su cariño y admiración mutua. “Fue un lujo. Asier es el artista más transgresor que conozco. Me rindo cada vez que lo veo en el escenario. Cuando lo veo trabajar veo tanto nivel de riesgo, valentía y determinación que se me cae la baba. En Sky Rojo ha trabajado la oscuridad desde un lugar que me tiene realmente sorprendido y me lo he gozado, lo he disfrutado cada día”, señaló el protagonista de Sense8 mientras su colega redoblaba la apuesta: “¡Que toda la Argentina sepa que estoy enamorado de Miguel Ángel Silvestre! Te quiero”, remató eufórico.
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