Top five: grandes series que aún no pueden verse en la Argentina
Repasamos varias ficciones que inexplicablemente no llegaron al país
Search Party
Hay algo del célebre mac guffin hitchcockiano en Search Party, la brillante serie protagonizada por Alia Shawkat. El disparador de la trama es la desaparición de una joven y la obsesión de Dory (Shawkat) por encontrarla. Ambas eran compañeras de colegio, pero no las unía nada más que los metros cuadrados compartidos en esa institución. En realidad, pareciera que el interés de la protagonista por descubrir el paradero de su ex compañera enmascara el querer darle un poco de intencionalidad a una rutina aplastante y totalmente falta de incentivos. La interminable sucesión de fiestas en las que se hablan trivialidades hasta el hartazgo parece ser la firma de una generación acostumbrada al tedio y a hacer un mundo de conflictos totalmente intrascendentes.
La desaparición y búsqueda de su compañera le da a Dory la excusa perfecta para asomar la cabeza y revelarse ante los simplones paradigmas de una juventud que parece dormida. Esta serie logra un interesante arranque plantado en una comedia negra policial, para luego ir hacia el verdadero objetivo: pincelar un retrato generacional sin necesidad de burlarse de sus objetos de estudio, tomándose muy en serio una premisa que en malas manos hubiera tenido resultados totalmente dispares. Search Party es por lejos una de esas bellezas inclasificables que dejó 2016 y que afortunadamente ya renovó para una segunda temporada.
Fleabag
Ni hay muchas protagonistas como Fleabag (Phoebe Waller-Bridge), ni hay tampoco demasiadas series que corran el riesgo de presentar un personaje por el que podría ser tan fácil sentir rechazo. Pero eso no sucede y la heroína de esta ficción se vuelve totalmente fascinante. Como una especie de Larry David, pero más ácida (¿es eso posible?), Fleabag tiene una vida en la que todo pareciera salirle exactamente al revés de lo que busca. Entre pérdidas personales, relaciones incómodas con su familia, un cinismo desmedido y una preocupante necesidad por escupirle a su entorno verdades poco edulcoradas, la tragedia de Fleabag es la de no encontrar otra persona con la que burlarse de las pequeñas hipocresías de la sociedad moderna (aunque sí la tuvo, pero la perdió). Y siguiendo esas pautas, la serie muestra a una mujer que no pretende disimular su costado menos amable y cuya autenticidad es la de justamente vivir plenamente sus miserias. Ella es el revés inteligente de mujeres como Carrie Bradshaw, que buscan maquillar imperfecciones con tal de conseguir el amor de un hombre. Y ante eso se encuentra el carisma arrasador de Fleabag, que entiende las historias de amor como predecibles rutinas de una noche mientras se preocupa de lo realmente importante: su situación financiera. Nada de esas sensiblerías de “buscar al hombre ideal”. Y por esto y muchísimo más es que Fleabag seguramente sea el personaje femenino más grande que diera el 2016.
This Is Us
Tres relatos transcurren en paralelo. Uno protagonizada por un matrimonio que luego de una tragedia personal, encuentra que el destino los compensó de forma inesperada. Otro es el de un hombre exitoso y padre de familia, que no logra sanar la herida de un abandono paterno; y un tercero hace foco en dos hermanos mellizos muy distintos: ella es una mujer obesa con un serio desorden alimenticio y él es un modelo y actor que lucha por ser algo más que una cara bonita. Esas historias tienen un elemento en común que le da sentido a la vida de cada protagonista, entendiendo que existe un mapa mayor que es clave para comprender la lucha personal de cada uno de estos personajes. El gran acierto de This Is Us es la precisión con la que puede acercase al drama sin dar golpes bajos, sin avergonzarse de contar una historia que sabe jugar al límite de la cursilería (y que cuando juega a serlo puede lograrlo con solvencia y despojada de cualquier culpa).
Por otra parte, la serie es la prueba más contundente que el actor Milo Ventimiglia, luego de ir a la escuela Gilmore Girls, comprendió a la perfección el ritmo de una dramedy. Además, esta ficción también confirma lo que algunos atrevidos osaron pensar: que con un buen guión, Mandy Moorepuede ser una gran actriz.
Better Things
De forma apresurada (y equivocada) podría decirse que Better Things trata sobre la lucha de una madre soltera por criar a tres hijas de distintas edades. Pero la serie, creada por Louis CK y Pamela Adlon (que también protagoniza), va mucho más allá. El verdadero núcleo de esta ficción tiene que ver con un personaje agotado de una cotidianidad que, a pesar de creer conocer a fondo, siempre termina por desbordarla con algún elemento inesperado [su hija mayor diciéndole “má, ¿podrías conseguirme marihuana? Se supone que debería ponerte contenta porque quiera fumar algo de calidad”]. Claro que aparte de tener tres hijas, Sam también es un individuo y tiene deseos y aspiraciones que no tienen absolutamente nada que ver con esa maternidad que tanto le exige.
Lo más interesante de Better Things es que ni pretende ser una celebración de la madre moderna ni un bálsamo para aquellas mujeres que pudieran sentirse identificadas, nada de eso, porque la serie hace comedia desde el hartazgo más elemental, desde el desencanto de una mujer que no puede evitar ver los hilos de todas las marionetas que la rodean y que van desde una aventura con un posible hombre casado hasta la búsqueda de un trabajo ideal que cada vez parece más lejano. Y claro, las constantes demandas de sus hijas tampoco ayudan mucho...
Preacher
El cómic de Preacher nació decidido a patear el tablero. La trama giraba alrededor de un predicador que tiene en su interior a una criatura engendrada por un ángel y un demonio, y cuyo objetivo es el de buscar a Dios para destruirlo. Lo acompañan en esa aventura su novia pistolera y un vampiro irlandés amante del buen whisky y tomando como disparador a ese trío protagónico imposible, la historieta se burlaba con acidez de muchísimos postulados de la iglesia católica. La serie de televisión, quizá más precavida, tomó varios de esos elementos [a algunos les bajó el tono] y así desarrolló una historia cargada de cinismo y humor del más corrosivo. El encanto de Preachertiene que ver entonces con ese cóctel imposible de géneros, donde el terror, el western y el cine de acción se entremezclan en una fábula marcada por el estilo de vida sureño en los Estados Unidos. La serie tuvo una primera temporada notable y en su segundo año promete seguir el mismo camino.
De yapa: Dragon Ball Super
Este caso sí que no se entiende. Desde que el canal Magic Kids estrenara Dragon Ball en 1997, no hubo un solo día en que Goku no acompañara al menos a tres generaciones de niños argentinos. Por ese motivo, no se comprende que Dragon Ball Super, la última serie del popular personaje, siga sin emitirse en la Argentina. Con 73 episodios y contando, esta nueva saga protagonizada por los míticos saiyajins es otro producto que merece encontrar su merecido lugar en la pantalla argentina.
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