Setenta veces Mariano Mores
Cumple siete décadas con el tango y lo festeja con un gran recital en Obras. "Me gustaría que vengan los jóvenes", dice
El 14 de este mes, Mariano Mores llevará al escenario del Estadio Obras su nuevo espectáculo "70 años de tango", una especie de retrospectiva que repasa los momentos más importantes de su carrera, que comenzó en España cuando era, simplemente, Marianito.
"El espectáculo será en un estadio donde va la juventud", dice este "pibe" de 82. Es cierto: por el escenario de Obras pasaron las principales figuras del rock vernáculo y muchas del exterior. "Qué curioso, ¿no? Para mí es una incógnita", dice, mientras larga una sonrisa.
"Pensaba hacer un espectáculo para el año que viene, pero me ofrecieron esta propuesta que continuaría con shows en el interior y en el exterior. Eso lo estamos armando. Espero que, además de la gente que me sigue desde siempre, también se acerque la juventud. Por otra parte, cumplir setenta años con la música no es fácil de decir ni de sentir."
Para Mores, este show tendrá las características de todos los suyos. "Esta vez habrá un audiovisual y momentos musicales simbólicos, para homenajear a gente que ya no está. Comenzando por mi maestro Francisco Canaro y continuando con Fresedo, Lomuto, Troilo y Pugliese, entre tantos otros. Hoy me da una pena tremenda haberme quedado casi solo, como huérfano de toda esa gente. Pero sigo poniendo vigor, porque el tango lo exige."
No es casual que para su trabajo el pianista cuente con el apoyo de algunos miembros de su familia (habitualmente en sus espectáculos participan su hija Silvia y su nieto Gabriel). El impulso familiar es uno de los elementos que aparecen durante su vida de músico, y también la sensación de quedarse solo.
Aquel punto de partida que Mores marca como el inicio de su carrera fue el momento en que se dio cuenta de que lo suyo era la música, aunque todavía no tenía claro si podría crear una personalidad como artista. "Comencé como compositor relámpago. Tenía 13 años y le pedía tres o cuatro notas al público para improvisar un tema", recuerda.
Mariano comenzó a estudiar piano a los 7 años, pero su maestro de música lo mandó de vuelta a casa porque consideraba que no tenía condiciones. Su padre le hizo caso al maestro y vendió el piano que le había regalado a su hijo.
"A los 9, vivía en Flores e iba al almacén de la esquina. Allí escuché a una nena que tocaba bárbaro. Estudiaba con la hermana del almacenero y le prestaban el piano. Yo tenía ganas de hacer lo mismo. Por eso, cuando nos mudamos a Lanús, me llevaron enseguida a un conservatorio de la zona. Al año era profesor de teoría y solfeo. Tres años después ya estaba tocando a los grandes maestros clásicos."
Luego, su padre decidió ir a España con toda la familia. Allí le consiguieron una beca en Salamanca. Durante esos años estudió y tocó otra vez en aquel tipo de presentaciones en que el público pedía temas al instante. "Cuando estalló la revolución en España, volvimos Buenos Aires -rememora el pianista-. Al poco tiempo, mi papá se enfermó. Murió muy joven: tenía 42 años. Me dejó solo, porque desde entonces me faltó el alma. Mi padre era un hombre muy estudioso y culto; me hablaba de historia, de Chopin, de Beethoven. Estos son vestigios que quedan en uno; preludios que te da la vida, insignificantes, pero doloroso. Perder a un ser querido a los 13, no tener cómo darle de comer a la familia... Yo no sabía nada de eso. Pero me aventuré con esto cuando vi un cartelito: "Se necesita pianista, lectura a primera vista que toque toda clase de música. Presentarse de 8 a 9 de la mañana". Me tomaron una prueba y me hicieron preguntas. Lamentablemente, no conocía nada de tango."
Cuando Gardel murió, Mores ape-nas sabía lo que era el tango, pero fue la voz del Zorzal Criollo la que lo condujo directamente a la música de Buenos Aires. "Yo ni sabía quién era Gardel, pero él se convirtió en mi inspiración. En 1939 conocí a Canaro y a Contursi, y poco después escribí "Cuartito azul". Todavía no tenía apellido. Comencé a ser Mariano Mores a partir de los 40, después de tocar con las Hermanas Mores", asegura.
El resto es una historia de éxitos. Giras, incursiones en la comedia musical y en el cine (participó en cuatro películas), premios, presentaciones como director invitado de orquestas sinfónicas nacionales y extranjeras, y una veintena de temas que son clásicos del repertorio tanguero.
"Soy uno de los pocos a cuyas canciones el pueblo ha dicho sí. Porque tener un éxito es consagrarse; tener dos... para qué. Yo tengo "Adiós Pampa mía", "Uno", "Sin palabras", "Cada vez que me recuerdes", "Cristal", "El patio de la morocha", "Taquito militar". Gracias a Dios y a mi padre, que desde las alturas me ayudaron..."
-¿Canaro le dio el impulso musical que usted necesitaba luego de la muerte de su padre?
-Me dio el impulso y me quiso como un padre. Siempre la personalidad de Canaro fue muy particular. Era un hombre simple que sabía lo que quería. Una vez me dijo: "Yo voy a tocar un par de años más y te dejo la orquesta a vos". Pero yo no quería eso.
Entre 1940 y 1948, Mores tocó en los carnavales del Luna Park. Allí estrenó algunas de sus piezas más famosas: "En esta tarde gris", "Grisel", "Cada vez que me recuerdes".
"El tango "Uno" se estrenó ahí. Mi amigo Discépolo me trajo una letra extensa y se la mostré a Canaro: "Esto va a ser muy bueno", me dijo."