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A once años del abúlico A new Morning, Bloodsports es un tour de force a los tiempos dorados del brit-pop a fuerza de pop efervescente, ambigüedad de género y letras de supervivencia emocional. Los arabescos de guitarra en cámara lenta de Richard Oakes en "Sometimes I Feel I’ll Float Away" retoman la oscuridad andrógina de Dog Man Star (1994), mientras Brett Anderson adorna con falsetes vocales los estribillos épicos y almibarados de "Hit Me" y "Snowblind", en sintonía con la fórmula ganadora de Coming Up (1996). "Los misterios del amor no son para nosotros/ Las pequeñas cosas nos están separando", canta el vocalista hacia el final del disco, como para mostrar que donde antes había inmolación narcótica y sexual, hoy están los dramas comunes de la vida adulta.
Por Joaquín Vismara
LA NACION