Al borde del estallido
Los sensuales. Texto y dirección: Alejandro Tantanian. Con: Ciro Zorzoli, Mirta Bogdasarian, Diego Velázquez, Pablo Rotemberg, Javier Lorenzo, Nahuel Pérez Biscayart, Stella Galazzi, Gaby Ferrero y Luciano Suardi. Escenografía y vestuario: Oria Puppo. Luces: Jorge Pastorino. Coreografía: P. Rotemberg. Música: Diego Penelas. Letras: A. Tantanian y Martín Tufró. Musicalización: P. Rotemberg, A. Tantanian y D. Velázquez. Colaboración autoral: Nicolás Schuff y M. Tufró. Entrenamiento vocal: Sebastián Holz. Asistencia de dirección: Mariano Stolkiner. El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Viernes y sábados, a las 23.30. Duración: 105 minutos.
Nuestra opinión: Muy buena
Llegar al melodrama más jugado desde un lugar de verdad, lejos, lejísimos de la parodia, no debe haber sido tarea sencilla. Y Alejandro Tantanian lo consigue en esta última apuesta escénica, en la que combina con exquisitez dos de sus grandes pasiones, el teatro y la música. Y traslada ese sentimiento a la trama que creó a partir de infinitas relecturas de Los hermanos Karamazov , de Dostoievski. De allí salió Teodoro Tigrov, un padre odiado hasta la muerte por sus cinco hijos, pero amado hasta el clamor de venganza por Odette, quien desencadena una tragedia en la que la muerte de ese padre es sólo el preámbulo.
Ella es la que maldice el aire que respiran los asesinos, y se desata el caos. Sin ley, sin autoridad, todos estallan hacia un descontrol sensitivo en el que los cuerpos se buscan, se cruzan armando un entramado de amores, desamores y traiciones que provocan que el abismo se convierta en una opción cada vez más atractiva.
La mano ágil de Tantanian puso ahí donde las palabras ya no sirven una canción que dice lo que ya no se puede transmitir de otra manera. Y sus actores cantan, unos mejor, otros peor, pero nada importa; esa melodía se impone de manera irrevocable y no puede producir otra cosa que congoja, desazón, desamparo, dependiendo de quién sea su emisor. Así, de canción en canción -algunas con desbordantes coreografías-, estos hermanos parricidas ven sucumbir sus propias vidas envueltas en penas y desesperanzas.
Tantanian además tiene el mérito de haber convocado a estos actores que superponen sus talentos con desparpajo hacia el único objetivo de seducir al espectador, de manera inconsciente, casi banal. Y lo logran con una contundencia feroz. Lo que en un comienzo puede sorprender y desconcertar, con el transcurso de la pieza se instala en la boca del estómago como un mazazo. Entre todos lo provocan, pero hay quienes son implacables, como Mirta Bogdasarian, que deja sin respiración con su breve monólogo de amor recién descubierto; o Diego Velázquez, con su melancólico y enamoradizo Mijail que sufre como respira; o Ciro Zorzoli, que con apenas unos trazos vuelve amable a su Teodoro Tigrov (la escena en la que protege a su hijo William es de una belleza malsana). Mencionarlos a ellos es casi un capricho subjetivo de fuerte impacto, porque todos tienen su momento de brillo: Javier Lorenzo, Nahuel Pérez Biscayart, Gaby Ferrero, Pablo Rotemberg, Stella Galazzi y Luciano Suardi.
Luces, escenografía y vestuario son otra delicada puntada en el entramado general. Sin duda, Los sensuales es de esas raras piezas que se quiere volver a experimentar.
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