El actor acaba de estrenar una pieza en torno a la posibilidad del enamoramiento simultáneo entre un hombre, su esposa y su amante; cómo es compartir la escena con su pareja Celeste Muriega, el “mandato” del físico perfecto y sus últimas charlas con Selva Alemán
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¡¿Cuántos querés que te amen?! La inquisidora reflexión no es otra cosa que el título de la pieza que acaba de estrenar Christian Sancho en el Teatro Picadilly y que desanda una inquietud que muchos definirán como poco ortodoxa, aunque se trate de un ideario tantas veces silenciado.
“Es una comedia moderna, inteligente y con un final inesperado”. El actor así define a la flamante propuesta cuyo marco publicitario lo muestra desnudo junto a la coprotagonista, Celeste Muriega, su pareja real más allá de la ficción, con quien se casó en diciembre del año pasado.
“Se trata de un libro muy logrado, que fue un éxito en España. Una coreografía teatral de poco más de una hora. Creo que hoy, cuando la gente ingresa a un teatro, lo hace para vivir una experiencia. Esta obra lo es”.
Una esposa se ve interpelada por la amante de su marido, un hombre que plantea cómo sería el amor en simultáneo. “¿Por qué el ‘amor de tu vida’ debe ser uno solo? ¿Qué sucedería si existieran dos? ¿Cómo sería ese vínculo? Buena parte del mundo vive a través de vínculos que sobreviven en la mentira, pero habría que preguntarse qué sucedería si somos honestos, abandonamos la hipocresía y nos sacamos las caretas”, se plantea Sancho, dejando una puerta entreabierta con infinidad de posibles interpretaciones. Indudablemente, se trata de un planteo existencialista que rompe con el mandato de la monogamia impuesta culturalmente.
Además de Sancho y Muriega, el trío protagónico se completa con Melina González. Esta versión del material, rubricado por Miguel Ángel Cárcano y María Inés González, cuenta con dirección de Sebastián Pajoni.
-¿Cómo resulta la experiencia de compartir la escena con Celeste Muriega?
-Es hermoso, nos conocimos haciendo Sex, una obra muy distinta, y también transitamos juntos la experiencia de actuar en Bien argentino. En este caso, es interesante poder contar la historia desde el lugar de amantes. Es muy lúdico lo que sucede. Gracias a la dirección, los tres intérpretes creo que logramos el cometido y pudimos generar un gran vínculo tanto arriba como abajo del escenario.
-No siempre es sencillo trabajar con una pareja real.
-Cuando tenés el ego bien colocado, es fácil. Lo mismo sucede cuando encontrás una fórmula aprobada con la pareja, no se puede romper.
-¿Te tocó vivir en carne propia la posibilidad de dos amores simultáneos y correr el velo social en torno a la cuestión?
-Creo que todos los seres humanos hemos vivido dos amores en algún momento de nuestras vidas y tuvimos que pasar por esa dicotomía.
-¿Poligamia o poliamor?, se pregunta una promoción de la obra. Traslado la inquietud.
-Muchas veces, no hace falta ser infiel para encontrarte con dos amores. Podés haber terminado con una ex y empezar a salir con otra persona y que esa o ese ex desee volver. Ahí aparece un lugar de duda generado entre quedar tomado por la añoranza de lo que fue y por lo nuevo. También se puede vivir una relación deteriorada y que aparezca una tercera persona a iluminar sin que uno sepa qué hacer.
-La honestidad sería una de las claves.
-La obra tiene un mensaje que interpela al espectador desde muchísimos lugares y, nosotros, como actores, podemos profundizar una temática real.
En simultáneo a la flamante propuesta, Sancho se encuentra de gira de jueves a domingos con la obra Sinvergüenzas, junto a un elenco coral integrado por Juan Palomino, Alejandro Cupito, “Tucu” López, “Carna” Crivelli y Alexis “El Cone”.
El contenido es mejor que el envase
-En muchos de tus trabajos tu cuerpo es un territorio de sentidos. ¿Es una imposición, una presión del medio o un deseo propio mostrarte bien físicamente?
-Llegué a los 50 años con el cuerpo que tengo y que me permite hacer personajes que me dan tanto una identificación con el espectador, como conmigo mismo; pero no se trata solo de un envase sino también de un contenido. Si al envase no le hubiese puesto contenido a lo largo de todos estos años, no hubiese llegado a donde llegué. El contenido siempre es más atractivo que el envase.
Si bien Christian Sancho reconoce que en un pasaje de ¡¿Cuántos querés que te amen?! aparece en escena con su humanidad desnuda, no duda en remarcar que ha tenido muy buenos maestros de teatro: “Se focaliza en el cuerpo, pero muy poca gente avala que algunos de mis profesores fueron Norma Aleandro y Carlos Gandolfo, o que me han dirigido grandísimos directores; elijo fijarme en eso”.
A pesar de ese background, Sancho continúa ejercitando con pasión. “El deporte es una terapia, no una obligación; además, encontré una muy buena alimentación y un buen entrenamiento a lo largo de mi vida, pero también hay una formación, solo con los abdominales no hubiese podido sostener una carrera de 30 años”.
-¿Cómo te gustaría que te encuentre la carrera y la vida dentro de tres décadas?
-Me gustaría que los 80 años me encuentren junto a Celeste (Muriega), disfrutando de lo que más me gusta.
El actor aprovecha para recordar a Selva Alemán, la querida actriz fallecida el pasado 3 de septiembre. “Siempre hubo parejas con las que uno se sintió identificado, con ella compartí el rodaje de El portal, la última película que filmó y que aún no se estrenó. Pudimos conversar mucho sobre el lindo vínculo que había generado con Arturo (Puig); cuando se da eso, creo que es lo mejor que te puede suceder”.
-No es sencillo.
-Para que suceda, el ego de cada uno tiene que estar muy bien colocado para no querer competir o ser más que el otro y, en cambio, potenciarse, ponerse contento con los logros de la pareja. Selva y Arturo habían encontrado un estadío de felicidad. Un vínculo similar a ese es el que me imagino poder sostener.
-¿Les costó la credibilidad del medio?
-Sí, muchos pensaban desde el morbo o sostenían que era una estrategia comercial. Hace mucho que ambos estamos en esta actividad y jamás nos habíamos encontrado, pero, cuando sucedió, sentimos que el otro era una misma versión de uno mismo. Ya llevamos casi tres años juntos y sabemos muy bien qué hemos encontrado y qué tenemos como tesoro.
El dolor
Nada es idílico en ninguna vida. Aunque parezca una verdad de Perogrullo, vale la confirmación en torno a Christian Sancho, un hombre que conoce cómo se juega el juego mediático, pero que también elige preservar algunas zonas propias más vulnerables: “El abandono fue lo peor que me pasó en mi vida”.
Como suele suceder en la construcción artística, aquellas experiencias reales son las que también pueden convertirse en motores de poética: “El abandono fue un maestro y estar arriba de un escenario una gran forma de catarsis. El teatro es sanador y te da la posibilidad de encontrarte todos los días con un momento de felicidad ante tanto dolor; el abandono y las pérdidas fueron el punto de quiebre que me dieron la pauta de crecimiento, de saber lo que quiero y hacia dónde deseo ir”.
-¿Qué abandono puntual sentís que fue muy duro de sobrellevar?
-Muchos… el abandono de mi padre biológico fue un punto de inflexión muy importante para mí, pero tuve un gran padre del corazón. Si hubiese tenido que elegir a un padre, lo hubiese elegido a él.
Aquel abandono de su progenitor biológico aconteció cuando el actor tenía solo dos años. “Uno tiene que aceptar y, con el tiempo, entender para qué estamos en esta vida”. Luego de aquella ausencia dolorosa, a su vida llegó Juan Sancho, el hombre que ocupó un lugar insoslayable en su vida y que falleció hace seis meses.
-De acuerdo con tus vivencias, ¿cómo se construye la definición de padre?
-Papá tuve uno solo y fue quien me enseñó todo, pero también tengo agradecimiento y ningún tipo de reproche para quien fue mi padre biológico, que no contó, en su momento, con la capacidad para entender qué era ser padre o tener un hijo, pero toda mi vida le agradecí en manos de quién me dejó, porque Juan Sancho fue el mejor padre que podría haber tenido en la vida. Padre tuve uno solo y fue él.
Para agendar
¡¿Cuántos querés que te amen?! Sala: Teatro Picadilly (Av. Corrientes 1524). Funciones: miércoles a las 20.30
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