Por iniciativa del Consejo de la Mujer. Cuando el teatro llegó a las detenidas en Ezeiza
Una función de "Monólogos de la vagina" para las reclusas
"El mensaje que me deja la obra es uno de libertad para decidir y sentir, de seguir luchando por la libertad de las mujeres para vivir su sexualidad y para procrear."
Quien lo dice es una reclusa de la Unidad 31 de Ezeiza (Centro Federal de Detención de Mujeres), que anteayer disfrutó de la obra "Monólogos de la vagina", de Eve Ensler, sentada en un enorme salón del penal. Ella, junto con otras 230 compañeras, asistió a la función, que contó con la actuación de Betiana Blum, Alicia Bruzzo y Andrea Pietra.
El fin de la gira de "Monólogos...", realizado el martes en la cárcel de Ezeiza, se hizo por iniciativa del Consejo de la Mujer y la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia, y formó parte del taller cultural de las cárceles, un programa que puso en marcha este año la subsecretaría. Todos colaboraron en forma gratuita. Se costeó la organización de este encuentro con un peso de todas las entradas vendidas en las 284 funciones del espectáculo.
Según el subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno, un 90 por ciento de las reclusas (mujeres de 30 años para arriba, en su mayoría procesadas por delitos de contrabando y narcotráfico) de esa unidad decidió participar voluntariamente en la obra. Vestidas con shorts, remeras, peinadas con colitas, algunas con uñas postizas pintadas, mascando chicle otras, se sentaron en bancos de madera que ocupaban más de la mitad del salón. Las presas disfrutaron de la obra desde el comienzo. No dudaron en pararse cuando entraron las actrices y gritaron, silbaron, se emocionaron y aplaudieron en varios momentos.
La risa y el silencio
Lo que sobrevoló en el aire del Centro de Detenciones durante la tarde del martes fue un espíritu de unión entre todos los presentes: reclusas, actrices, organizadores y el personal de seguridad.
Los dos elementos más palpables fueron la risa y el silencio. Todas las espectadoras soltaron carcajadas con los tramos de humor e ironía que abundan en la obra (la visita al ginecólogo, los monólogos que aluden a las relaciones sexuales), y guardaron profundo silencio con los monólogos que hacen referencia a las violaciones de mujeres en Bosnia y Kosovo y a las mutilaciones que se practican en países musulmanes.
Una vez concluida la obra, Carmen Storani, titular del Consejo de la Mujer, coordinó un taller sobre los derechos femeninos. Esto, sin duda, levantó la autoestima de varias. "La obra fue buenísima. Aprendí muchas cosas que no sabía y que ahora voy a poner en funcionamiento", dijo una. "Yo tengo un gran desconocimiento de mi cuerpo y creo que existe hasta vergüenza de explorarlo, pero esta función me ayuda a destrabarme", comentó otra. "A mí me deja un mensaje de libertad", expresó otra emocionada.
Actrices movilizadas
Para el trío de actrices interpretar la obra en la cárcel también fue movilizador. No era un público fácil.
"Estaba muy nerviosa antes de entrar. No sabía cómo iban a reaccionar. En todo momento, al verlas enfrente, no pude evitar imaginar sus pesadas vidas", explicó Andrea Pietra a LA NACION. Ella calificó al público de reclusas como "muy inteligente". "Se rieron en los momentos oportunos y callaron cuando fue necesario", dijo.
"Me puse nerviosa y me inquietó la falta de luces, porque no había ningún tipo de aislación entre nosotras y ellas. Pero sentí que me comuniqué bien y me emocionó poder hablar libremente de la sexualidad con ellas, que están encerradas y reprimidas", comentó Bruzzo, que hizo reír muchísimo a las mujeres.
Betiana Blum se emocionó al compartir su experiencia. "Para mí fue un privilegio actuar aquí. Sin duda, fue un público muy diferente del que está fuera de las rejas. Creo que afuera se ríen con más libertad. Pero la confianza fue aumentando y las sentí más cómodas a medida que pasaban los minutos", comentó esta actriz de ojos achinados, para quien la obra dispara una energía liberadora. "No estamos acostumbradas a hablar del sexo femenino con naturalidad y seriedad. La obra lograr integrar todos los aspectos femeninos y de ella emana una energía que libera y por lo mismo sana", dijo.
Quizás eso mismo sintieron estas mujeres que viven entre rejas. Porque al regresar a sus pabellones sacudieron sus manos saludando a los periodistas, coordinadores y organizadores en señal de agradecimiento y alegría.
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