El drama más familiar de la historia de la ópera
Jorge Parodi, argentino radicado en Estados Unidos, habla de la óbra de Bellini que dirige para Buenos Aires Lírica
Cada vez que se habla de I Capuleti e I Montecchi, la nueva producción de Buenos Aires Lírica que hoy volverá a subir al escenario del Avenida, parece inevitable aclarar que Vincenzo Bellini la compuso en un plazo perentorio de un mes y medio, conminado el siciliano por el teatro La Fenice a entregarla terminada para el inicio del Carnaval de Venecia. Aunque se trata de un dato cierto, esta exigencia era normal, rutinaria y frecuente para los compositores de entonces.
Rossini o Donizetti tampoco se hubieran alterado mucho por un ultimátum de esta clase, porque la velocidad creativa no se consideraba una cualidad que importara demasiado. Sobre todo, si las invenciones lograban una recepción positiva de los espectadores y, como en Capuleti, suscitaban nuevas cosas entre los músicos, algo que sucedió, por ejemplo, con Wagner.
Los compositores eran un reservorio de materiales melódicos, destinados a las demandas reiteradas de obras. Y los ubicaban con una profesional pericia que, en el caso de Bellini, estaba enriquecida por un trascendente buen gusto y capacidad de seducción melódica, gran sentido del equilibrio orquestal y la indicación certera de las voces más aptas para cada caracterización.
Estas cualidades están plenas en I Capuleti e I Montecchi, cuya primera versión de 1830, es la que produce BAL. El elenco, integrado por voces jóvenes, pero ya destacadas en bien comprometidas obras del repertorio, actuará bajo la dirección escénica de Marcelo Perusso.
La dirección musical estará a cargo del argentino Jorge Parodi, con residencia musical cada vez más prestigiosa en Estados Unidos.
-¿Los dos actos irán sin cortes?
-Ningún corte, ni una nota, nada. La primera versión de la ópera, que es la que hemos preferido, no tiene sobrantes. Respetamos todo, como el Romeo elegido, a cargo de una mezzo, de brillo vocal encantador, con buenos bajos. Y nuestra Julieta es un hallazgo de ternura en los diálogos. Un excelente Teobaldo con la muy buena compañía de eficientes Capelio y Lorenzo.
-Una ópera de voces. ¿Bellini querría que fuera lo único interesante? Porque era un sentimental, pero muy inteligente.
-Por cierto. Creo que le hacemos justicia. Me sorprendió en los ensayos el relieve que le dan los actores a la profundidad psicológica. Algo que no es común. Aquí los personajes actúan lo que dicen, hay muy buen trabajo de dirección escénica y de preparación actoral. Claro que el bel canto no era sólo voces.
Jorge Parodi habla de todos, pero no de él y su orquesta. Curioso, porque nadie espera encontrar humildad en este medio. "En la orquesta busco sobre todo transparencia. Con los músicos hemos llegado a un alto grado de coordinación y balance. Cuando en la sala con público termine la última gran escena de la obra, tendremos una idea más ajustada", me dice.
Esta ópera también sucede en Verona. Pero no es la misma obra de Shakespeare. Es, simplemente, la vieja leyenda de la muerte por amor. Aún más vieja que Shakespeare, aunque haya sido escrita después. Las leyendas no tienen edad.
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