El hombre de las mil caras
El jueves estrenará "Pijamas", en el teatro Provincial, dirigida por Carlos Evaristo
Llega con retraso a una casona de Palermo donde ensaya "Pijamas", obra de Marc Camolletti, que Fabián Gianola interpretará junto a Mario Pasik y Victoria Onetto, dirigida por Carlos Evaristo. Mientras se disculpa, suena el teléfono una, dos, tres veces. Está a mil. "Tengo nueve mensajes -dice mirando su celular- que todavía ni pude chequear." ¿Será eso ser famoso? "Noooo. La fama es puro cuento", contesta poniendo una de las tantas cara que los lunes y jueves, en "Televisión registrada", se transforman en agudos comentarios editoriales.
-¿Estás siempre así de apurado o es para impresionar?
-No. Son estos días. El próximo jueves estreno "Pijamas", en Mar del Plata, estoy en medio de la prensa de la obra, tengo que dejar las cosas armadas, una tira que empieza ("Costumbres argentinas"), termina "Televisión registrada"... Sumá a eso la familia y todos los cumpleaños que coinciden en diciembre: el de Camila, mi hija; el de Nicolás, mi hijo; el de mi mujer y el de Jesús.
Otra cara, otro gesto, otro remate. Pero en medio de este supuesto caos, Fabián Gianola se presta al diálogo con la mejor predisposición.
"El traslado a Mar del Plata lo tomamos con mucha calma", dice el señor que hasta hace instantes estaba al borde del ataque de nervios. Esta será su décima segunda temporada en La Feliz. "A esta altura de mi vida es sencillo. Con el tiempo, a mis viajes a Mar del Plata se fue sumando una hija, perros, un hijo...", apunta.
-En esta temporada todo indica que habrá muchos espectáculos.
-Siempre es así. Esperemos que la gente vaya con ganas de gastar plata y de gastarla en teatro. Por otra parte, ojalá que "Pijamas" funcione.
-¿Cómo es tu personaje?
-Es un perdedor, un muchacho que por su falta de carácter se ve envuelto en una mentira a la que tiene que asistir porque no se anima a irse del lugar. Y por una amistad, se ve obligado a seguir allí. Pero él también tiene sus "pecados" y debe quedarse formando parte de una gran mentira.
-Una mentira en tono de comedia.
-Diría que una comedia muy bien escrita y de situaciones. Porque el humor pasa por las situaciones y no por el chiste. "Pijamas" es una comedia en la que la gran mentira inicial lleva a los personajes a mentir cada vez más, a vivir situaciones insólitas, graciosas.
Cuando lo llamaron para que encabezara el elenco de "Pijamas", Gianola aceptó con gusto. "Me entusiasmaba la idea de hacer una comedia porque venía de hacer una comedia dramática, como "El último de los amantes ardientes"".
-¿La comedia es el género en el cual te sentís más cómodo?
-No sé. También depende de la obra y del personaje. Si el personaje te calza, si aparece una cuerda tuya que podés manejar, no importa el tono de la obra.
-También dependerá de qué cosas tendrás ganas de transitar.
-Es verdad. A veces decís: "No. Drama, no". Pero cuando empezás a ensayar la obra te empezás a enganchar. En el caso de "Pijamas" empecé lento de energía y ahora tengo una pila que no me para nadie. Supongo que venía cansado...
El hombre energizer
¿Cansado? Más que eso. Porque al trajín del país, Gianola comenzó el año con el ciclo "Maridos a domicilio", las dos emisiones semanales de "TVR", que anteayer festejó sus 200 emisiones, y por su labor en ese ciclo obtuvo el Martín Fierro. "Fue un año tumultuoso, pero muy bueno", acota.
-Más allá de lo que diga la crítica o la lectura del otro, ¿cuándo te das cuenta de que algo funciona?
-Primero me fijo si me divierto yo. En realidad, doy poco crédito a lo que te dice la gente. Lo agradezco, pero intento no creerlo, trato de aislarme. Pero como las cosas fluctúan según marcos económicos o si hay una amenaza de saqueo, todo tiene un valor relativo. Pero más allá de esos factores externos, lo fundamental es fijarme si me divierto.
- ¿Te sigue divirtiendo "TVR"?
-Totalmente.
-Te lo pregunto porque entrarían en la quinta temporada...
-Todavía no firmé el contrato, aunque lo estoy cerrando en estos días. De todas maneras, el programa está bueno y me divierte hacerlo. Tampoco soy de los que fuerzan la situación.
-En el caso de "TVR", la situación debe depender mucho del material compilado. Supongo que en ciertos casos debe ser muy complejo hacer el remate .
-Sí. El país está muy triste, muy pobre. Si venís de un tape sobre la desnutrición en Tucumán es muy difícil intentar que se digiera el informe a partir del humor.
-¿Te pasó de rogar internamente que dure más el tape para tener tiempo de pensar un remate?
-No, eso no. Yo tengo una inconsciencia mágica con la cámara. Por empezar, el personaje lo hago desde el actor y de ahí salgo. Pero no le tengo miedo a la cámara, no soy consciente de esa situación. Debe ser alguna falla natural.
-¿O un rasgo de inteligencia como para que el personaje Gianola fluya?
-Puede ser. Me gusta la frescura e hice un poco un estilo de eso. Soy un descontracturado. No digo que esté bien, digo que a mí me sirve. De la misma manera que me ves en la tele, me ves en casa.
-¿El teatro sigue siendo un refugio para descansar de la tele?
-Es un arduo trabajo artesanal, pero amo subirme a un escenario. Me da alegría. Este año hice "Canciones para mirar", con Claribel Medina, en donde cantaba canciones de María Elena Walsh. Y me parecía mentira que me pagaran por cantar las canciones con las que me crié y crié a mis hijos. El día del estreno senté a mis dos hijos en primera fila y les dediqué la obra, eso fue un regalo del cielo. Nadie sabe lo feliz que fui con eso. O nadie sabe lo feliz que me sentí cuando pude hacer "Teléfono medido", la obra que había escrito mi papá. Esos son momentos gloriosos de la profesión. Después está si cobraste más o menos, si vino gente...
-¿Por qué sos actor si al principio coqueteaste con la abogacía?
-Porque si no había que trabajar.
-¿Esa es una típica respuesta del "personaje" Gianola?
-No, te aseguro que no. Un día estábamos filmando "Tacos altos", de Sergio Renán, en un puente que está en el camino a Ezeiza. Estaba muriéndome de risa junto a Cacho Espíndola, Julio de Grazia y otra gente. De pronto, pasó un camión y el conductor nos gritó: "¡Vayan a laburar!". Yo sentí que tenía razón.
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