Teatro. En Roma y en nuestros días
Sergio Surraco protagoniza Amarillo, texto de Carlos Somigliana que hace foco en la lucha por la igualdad
Sugiere a la fotógrafa algunos sitios y modos de obtener mejor luz para las tomas. Gran conocedor de lentes y cámaras, confiesa que cuando recibe un guión de TV piensa en planos antes que en el texto. Sergio Surraco es hijo de un docente de cine, y cuando era chico, en su casa de Lanús, había un laboratorio de revelado. Ahora posa en su departamento después de haber hablado -casi sin respirar, apasionado- de la obra que protagoniza, Amarillo, de Carlos Somigliana, con dirección de Andrés Bazzalo, y mientras lo fotografían sigue hablando entusiasmado.
Prócer del teatro argentino, Somigliana fue poeta, director teatral, dramaturgo, autor en cine (Asesinato en el Senado de la Nación), uno de los impulsores de Teatro Abierto y además ofició como asistente del fiscal Julio César Strassera en el juicio contra las Juntas Militares. "Amarillo es el oro y el oro es la cloaca donde confluyen todas las ambiciones innobles. Amarilla es la cólera de los cobardes [?] Y amarilla es la envidia, que es la peor de las pasiones, porque es el crimen de los mediocres", dice Cayo Graco, el protagonista de esta obra, en la piel de Surraco. Estrenada en 1965, en esta pieza ambientada en 123 a.C., en la república romana, se narra la historia de Tiberio Graco y su hermano Cayo, que impulsan una reforma agraria y estimulan planes de vivienda.
"Bazzalo le quitó solemnidad. No vamos a estar en túnicas, togas y sandalias. No importa el tiempo en el que sea abordada estéticamente esta historia, porque es muy actual. Uno puede reconocer en cualquier personaje algún político actual, pero no es ni de derecha ni socialista, tampoco macrista o kirchnerista. Su historia trasciende los años, casi como un clásico de Shakespeare con una constante de la humanidad: la lucha por alcanzar la igualdad", resume.
Surraco comparte escenas en Amarillo con Joaquín Berthold, quien encarna a Livio Druso, amigo de Cayo. "Livio consigue el favor del pueblo. Él siempre sintió envidia de su compañero y una gran necesidad de poder. La diferencia entre los dos es que Cayo es un gran orador, que convence a las masas por su ímpetu y su corazón, algo que Livio no puede hacer." Completan el elenco Luis Campos, Adriana Dicaprio, Heidi Fauth, Daniel Dibiase, Rafael Bruza, Miguel Terni, Daniel Zaballa, Hernán Pérez, Sergio Lobo y Guillermo Berthold.
"El teatro viene conmigo desde los 18. Hice más obras de teatro que novelas de TV", dice Surraco, quien participó de varios éxitos de la pantalla chica, como Herederos de una venganza u Hombres de honor.
Pasado punk
Del barrio de Lanús, donde pasó su infancia jugando en la calle, su familia se mudó en plena adolescencia a Capital. Surraco asistió al mismo colegio y a la misma promoción que Claudio Tolcachir ("ya por entonces, destacaba en el grupo: el arte está en su sangre"). Divertido, el actor habla de un pasado punk: "Era una rebeldía del momento y al mismo tiempo era muy estético. No estábamos deformados, éramos dark al modo The Cure".
Adquirió su formación como actor en la escuela de Alejandra Boero, Andamio 90. En ese semillero conoció a su gran amigo ("mi hermano"), Luciano Cáceres. "Nos conocimos en clases de mimo porque tomábamos el mismo colectivo, el 132. Somos personas diferentes, pero con los mismo ideales." Tras esa formación clásica con Boero, admite que volvió a aprender actuación con Daniel Veronese, con quien hizo En auto y La forma de las cosas: "Me dio herramientas desde su dirección para resolver cosas que estaban en mi cabeza y que eran más fáciles de solucionar de lo que pensaba".
A sus 39 años, Surraco imagina un futuro como director de cine, sueña con su escuela propia, pero saborea su presente, con un protagónico desde el cual puede subrayar una necesidad y un ejemplo, en color amarillo, claro está.
Amarillo
Dirigida por Andrés Bazzalo.
De jueves a sábado, a las 20; domingo, a las 18.
Teatro del Pueblo Roque Sáenz Peña 943.
Un espejo de la sociedad
Amarillo es una producción conjunta del Complejo Teatral de Buenos Aires, que provee los recursos económicos, y el Teatro del Pueblo (creado por Leónidas Barletta en 1937), resultado de las actividades que se realizan con motivo del 70 aniversario del Teatro San Martín. Esta sala había estado en Corrientes 1530 hasta que fue expulsada en 1943 por el gobierno militar. Hacia 1987 un grupo de teatristas logró recuperarlo -con el nombre de Teatro de la Campana- y en 1996 comenzó a funcionar con su nombre original. "Es un espectáculo para que nuestra sociedad se pueda ver reflejada", dice el actor.
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