Espectacular, pero poco efectiva
"La entrevista", de Natalia Ginzburg. Traducción: Juan Antonio Saraví. Intérpretes: Andrea Juliá, Enrique Cabaud, Josefina Sabaté. Escenografía: Enrique Dartiguepeirú y Claudia Botazzini. Diseño de luces: Miguel Morales. Asistente de dirección: Gastón Martelli. Dirección y puesta en escena: Mario Camarano. En el British Arts Centre.
Nuestra opinión: regular
La italiana Natalia Ginzburg (destacada narradora y dramaturga fallecida en 1991) propone en "La entrevista" enfrentarse a un juego de relaciones interpersonales de muy difícil factura. Tres seres se cruzan en una casa, en diferentes tiempos, con algunas excusas poco importantes, aunque con la seguridad de que cada momento dará la posibilidad de dejar en claro aspectos de las personalidades de cada uno de los personajes y también que ellos están impregnados de una profunda oscuridad. Una mujer, pareja de un reconocido intelectual; la hermana de él y un periodista que de continuo expone una personalidad arbitraria, se enfrentan una y otra vez: dan cuenta de sus historias, se relacionan más allá de las palabras y muestran unas fuertes desgracias individuales. Sobre el final, la trama descubrirá en el periodista una perversión que permitirá al espectador reconocer un perfil hasta entonces inesperado. Otra realidad, sumamente contundente, se impone.
El espectáculo que conduce el director Mario Camarano intenta definir algunos costados de la historia antes que a los personajes en su verdadera dimensión. En ninguno de los casos ellos aparecen sobre el escenario exponiendo su verdadera condición y entonces la pieza termina desarrollándose sin una intriga efectiva, que sí está oculta y que resulta fundamental para comprender esos mundos en tensión. Excepto Andrea Juliá, que consigue algunos momentos efectivos, Enrique Cabaud y Josefina Sabaté no logran imponer a sus personajes con la fuerza que ellos merecen. A ambos intérpretes se los ve inseguros y ello atenta a la hora de definir el verdadero sentido de las situaciones que juegan. De esta manera, los conflictos parecerían desplazarse: la dueña de casa alcanza un protagonismo que en el material de Ginzburg es inexistente. Así, "La entrevista" se transforma en una experiencia espectacular que no permite conocer realmente esta dramaturgia compleja, sobre todo, en la construcción de sus personajes.