Esta semana el Festival de Temporada Alta cumple 10 años uniendo a Buenos Aires y Barcelona
El miércoles se inicia esta encuentro internacional gestado por Timbre 4, la sala de Boedo que cumple 20 años, y que empezó haciendo eje en la escena catalana para ampliar su mirada hacia producciones de otras regiones
El vínculo entre la escena de Barcelona y la de Buenos Aires tiene historia propia. “No es casualidad que dos de las tres salas del Teatro San Martín tengan nombre catalán”, comentaba hace unos años el gran director Lluis Pasqual, quien en 1984 montó en el Teatro Nacional Cervantes una provocativa versión de Eduardo II, de Marlowe, que protagonizó Alfredo Alcón. Esa misma temporada, se realizó la mítica edición del Festival Latinoamericano de Teatro, de Córdoba. Lo que marcó a fuego aquellos días fue la presentación de los catalanes de La Fura dels Baus en su primera visita internacional.
Como contrapartida, el movimiento renovador del teatro porteño de principios de los noventa encontró en Barcelona, y también en Madrid, un puerto europeo en donde hacer base. Como parte de esa movida, la producción del director y dramaturgo Claudio Tolcachir comenzó a desempeñar un rol vital en este entramado de caminos de idas y venidas cruzando el Atlántico. La llave de todo eso fue, sin dudas, la obra La omisión de la familia Coleman, espectáculo de un millaje increíble gestado en la usina de producción teatral Timbre 4, la antigua casa de Tolcachir convertida en un verdadero centro cultural de Boedo.
En ese mágico espacio empezó a desplegar sus formas el Festival Temporada Alta en Buenos Aires, TABA. Inicialmente, hizo eje en la producción escénica catalana y, con el paso del tiempo, fue ampliando acuerdos con el mapa teatral de otros países europeos y latinoamericanos. Esta temporada TABA cumple sus10 años. El festejo, como siempre, será en Timbre 4, que también celebra esta temporada sus 20 años de vida. Y en esto de las derivas e intercambios entre Buenos Aires y España, se abrió una sucursal del Timbre 4 en Madrid. Ese proyecto que une a los barrios de Boedo con La Latina cumple 7 meses. La décima edición de TABA, que tuvo la capacidad de gestión sobreponerse a los efectos de la pandemia, comienza el miércoles 16 y terminará el domingo 27. Contempla una amplia programación que incluye espectáculos en vivo internacionales, obras para ver la pantalla de diferentes procedencias, el ya tradicional torneo de dramaturgia y diversos seminarios escénicos realizado por artistas nacionales.
En lo que hace a la programación presencial figura la producción peruana El señor Armand, alias Garrincha, la historia de un oscuro del Júnior Olímpico, de Marsella, que salvó la vida del futbolista brasileño Garrincha al negarse a enfrentarlo en el Estadio Velódromo; Lievealone, en la que el actor catalán Francesc Cuéllar encarna el prototipo de joven de veintitantos que intenta la gran hazaña de independizarse, sin compartir piso, en Barcelona: Pocahontas, donde la española Bárbara Mestanza cuenta la historia de una mujer en el marco de una puesta en la que los íconos más kitsch aparecerán proyectados mientras suena la música trap y hip-hop; y Se respira en el jardín como en un bosque, otra producción catalana, que es casi una ejercicio escénico para una sola persona, donde quien asiste a la obra ocupa el rol de intérprete y público consecutivamente. Como haciéndose cargo de los 20 años de la sala, entre las producciones audiovisuales que forman parte de la programación de TABA figura Timbre 4 desde cuatro costados, serie compuesta por cuatro cápsulas que dan cuenta del proyecto a partir de testimonios de sus creadores.
“Este festival es uno de los emprendimientos que más me enorgullecen. Quizá porque no esté apoyado en mis hombros sino que depende del equipo de producción de Timbre 4, que demuestran que la producción puede ser algo creativo –apunta Claudio Tolcachir desde Madrid–. Fue inventar algo que no existía. Una tarde, en el Festival de Temporada Alta de Girona, por donde pasaron todas nuestras producciones, empezamos a fantasear con la idea de un festival de teatro catalán en Buenos Aires. Al principio nos parecía un delirio, pero veíamos que hay un tipo de teatro que no tiene cabida en la ciudad. Y ahí empezó todo: fue conseguir fondos, el aporte fundamental del festival de Girona y de todos los que se fueron sumando, desde embajadas a asociaciones culturales extranjeras. Al inicio fue un festival de 5 días, luego se agregaron más fechas como teatros no solamente catalán. Con el tiempo no solamente era Buenos Aires sino que los grupos empezaron a presentarse en otras ciudades sudamericanas y argentinas. Fue creciendo y pasaron figuras como el actor Sergi Lopez que claramente no iba por dinero. Hay algo efervescente que para mí le da sentido a todo. Cada año es imposible volver a hacerlo, pero tratamos siempre de hacer asociaciones con grupos parecidos a Timbre, grupos pequeños que saben que pueden venir. Cuanto más patas tenga esta araña es mejor porque le da más sentido al festival”
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Hacer el festival el año pasado en medio de la pandemia fue complicado, pero se hizo. En el panorama actual, el desafío sigue latente. “Ahora se suma esto de no saber semana a semana lo que pueda suceder, pero en eso somos todos cómplices. Nadie sabe pero todo el mundo apuesta. No nos queda otra que caminar un poco a ciegas, es así”, confiesa el talentoso creador cuya apuesta, junto al equipo de producción, es celebrar desde el miércoles los 10 años de TABA en la sala que festeja sus dos décadas de vida.
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