FIBA: La polifonía de las plantas

Estado vegetal

El primer brote que Estado vegetal provoca es la fascinación por la actriz Marcela Salinas, "un animal", según la directora Manuela Infante, por la versatilidad sutil con la que transita las voces y cuerpos que habitan este relato polifónico: no se trata de una sucesión de monólogos de personajes que completan un cuento lineal sino una totalidad múltiple.

Actriz-planta que bebe la luz de los focos que atraviesan el escenario, constelación de soles uno al lado del otro, y creadora de multitudes gracias al pertinente uso del pedal que llena de reverberaciones sonoras la sala. Luz y oscuridad, viento y murmullo de hojas, la iluminación y el sonido no son un marco sino que su densidad ocupa el espacio como la mesa, la silla, el micrófono, las macetas, la Salinas ramificada.

Muy fragmentadas, aparecen dos historias -un motociclista que por chocar contra un árbol ancestral queda en estado vegetativo y una anciana que se entierra con sus plantas de departamento- que confluyen en algo así como una venganza de los verdes, habitantes originarios a la animalada humana. Sin embargo, Infante no quiere ser tan drástica y vislumbra una redención final que vitalice al genio de la semilla que todos llevamos dentro. En ese mundo diverso que puesta y actuación sostienen con fluidez, solo hace un ruido extraño el exceso explicativo del final, un manifiesto filosófico que, como las plantas, no requería de tantas palabras.

Dramaturgia: Manuela Infante, Marcela Salinas. Intérprete: Marcela Salinas. Dirección: Manuela Infante. Diseño integral: Rocío Hernández. Coproducción: Fundación Teatro a Mil. Sala: Casacuberta, Teatro San Martín. Duración: 80 minutos. Hoy, a las 21; y mañana, a las 20.30. Nuestra opinión: Buena