FIBA: MB#6, varias voces de mujeres se sintetizan en una única voz coral articulada en vivo
Bonneville presenta un contundente trabajo, aunque falto de síntesis, basado en registros audiovisuales de mujeres que dan cuentan de la propia transformación de su creador
★★★ MB#6, de Portugal. Dirección e interpretación: M̶i̶g̶u̶e̶l̶ Bonneville. Cocreación (2008): Sofia Arriscado, Joana Craveiro, Joana Linda, Rita Só, Cláudia Varejão y Sara Vaz. Cocreación (2018): Isadora Alves, Joana Craveiro, Isabela Figueiredo, Maria Gil, Carlota Lagido, Joana Linda, Mariana Sá Nogueira, Rita Só, Cláudia Varejão y Sara Vaz. Edición de video: Sofia Arriscado (2008) y Joana Linda (2018). Subtítulos: Joana Linda. Registros de video y fotográfico: Joana Linda. Traducción: Iberlínguas. Producción: Teatro do Silêncio. Sala: Malba, Figueroa Alcorta 3415. Funciones: Hoy y mañana, a las 22.
En MB#6, el performer y artista visual portugués M̶i̶g̶u̶e̶l̶ Bonneville trabaja sobre su historia personal como un momento de encuentro entre lo diverso. A lo largo de su trayectoria, se ha centrado en historias autobiográficas basadas en la deconstrucción y reconstrucción de su propia identidad. En ese proceso de cambio necesitó crear una diferenciación entre un antiguo yo y su nuevo yo. Así fue como tachó su nombre de bautismo, Miguel, para presentarse sencillamente como Bonneville: un nombre sin géneros, ni masculino ni femenino, que concuerda con su propio género. El tachado de aquel primer nombre debe interpretarse como una marca, una afirmación política, una señal de identidad, una forma de presentarse al mundo, el registro de su propia transición.
En el marco del FIBA, el sábado a la noche, estrenó en el Malba MB#6. La propuesta se despliega en la sala en la que se presenta en estos días la muestra “Las metamorfosis”, de Madalena Schwartz, en la que se exhiben fotografías que registran las culturas travestis y transformistas en las décadas de 1970 y principios de los años 80 en varios países de la región. En ese preciso entorno, que hubiera requerido un programa de mano para orientar al espectador, M̶i̶g̶u̶e̶l̶ Bonneville comparte este trabajo que tuvo dos etapas: la realizada en 2008 y la de 2018.
La propuesta es muy simple (y compleja) en lo formal. M̶i̶g̶u̶e̶l̶ Bonneville invitó a algunas mujeres a hablar sobre sí mismas y presenta ese resultado bajo el formato de un video que se proyecta en una amplia pantalla de la sala. Apelando a una precisa filmación y rigurosa edición, las historias de cada una de ellas son devueltas en un doblaje en vivo que reúne las diferentes historias bajo una misma voz haciéndolas parte de un único gran retrato subtitulado. Quien le pone voz a todas esas mujeres, a sus relatos y sus confesiones de vida es el mismo Bonneville quien se sienta a un taburete ubicado al costado de la pantalla y todo el tiempo su gestualidad, su mínima movimiento de manos, sus silencios, esas tenues risas contenidas entran en perfecta sintonía con el decir de estas mujeres portuguesas cuyas historias son similares a las de cualquier mujer habitante de este mundo convulsionado.
En este único gran relato sintetizado por una misma voz, ellas hablan de las identidades no definidas, de sus obsesiones (sea por el dinero, por las fotos, por la memoria política, por los objetos), de la paridad entre hombres y mujeres, del feminismo, de sus miedos (el temor a ser violadas en la calle, a las cucarachas, a engordar), de la muerte, de la religión, del paso del tiempo, de ellas mismas, del amor o de cómo quieren ser recordadas. El efecto es contundente, simple y muy logrado en lo que remite a su nivel de realización (filmación, edición y el impecable doblaje en vivo) como en lo conceptual, pero se excede en su duración total que supera la hora y media. El efecto del procedimiento en vivo se naturaliza a medida que pasan lo minutos y los relatos de las mujeres, o de esta única mujer, van perdiendo la contundencia inicial.
Dato al margen. La función de estreno fue el sábado, en medio de la fuerte tormenta que se desató en Buenos Aires. Desde adentro de la sala se escuchaban los truenos y el fuerte ruido de la lluvia sobre el siempre impecable edificio del Malba. Claro que, al salir de la sala y en el tránsito hacia la salida, el mismo edificio mostraba su otra cara: goteras en una de salas expositivas, más goteras en su enorme hall, baldes y trapos de piso. Como el relato de las mujeres, el impactante edificio develaba su lado menos glamoroso, sus zonas ocultas.
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