Ficción y realidad sin límites
"En auto". Libro, dirección y luces: Daniel Veronese. Elenco: Leonor Manso, María Figueras, Claudio Quinteros y Carlos Bermejo. Escenografía: Norberto Laino. Vestuario: Marianela Gómez. Asistentes de dirección: Nayla Pose y Dora Milea. En la sala Orestes Caviglia del Cervantes. Duración: 70 minutos.
Nuestra opinión: Bueno
El espacio de la pequeña sala Orestes Caviglia del Cervantes quedó reducido aún más, al dejar las plateas frontales. Es evidente que Daniel Veronese pretendía intimidad para que sus criaturas desplegaran su arsenal emotivo. La hiperrealista escenografía de Norberto Laino está ubicada al límite del espacio teatral y deja expuesta la acción a poca distancia del espectador. Refleja un pasillo desvencijado de algún estudio de cine, con tres puertas y algunas sillas como para esperar. Es un perfecto lugar de degradación. Es sólo a lo largo de ese pasillo donde estos cuatro seres se moverán, como una suerte de "dimensión desconocida".
La trama es casi inexistente. Pero esto no está remarcado como una falla, sino como un claro propósito. Lo que aparentemente se ve es el encuentro que sostienen Virginia, su hija Anna, el joven Len y un asistente de producción, en una convocatoria para dobles de actores para una película. Es el big bang a partir del cual se disparan imágenes, sentimientos cruzados, secretos y un aire de pesadilla en el que la ficción y la realidad juegan una pulseada que termina fundiéndolos. Estas son criaturas desesperadas, crispadas, que no controlan sus impulsos. Y son estos impulsos los desencadenantes de las múltiples situaciones. Entre ellos no sólo se provocan, sino que se destripan de a poco. Pero la descomposición de la lógica temporal y la fragmentación de lo real y lo ficcional en esos seres hace que lo que parezca una inevitable destrucción vuelva al mismo lugar. Ellos son dobles de riesgo porque en la vida también lo son. Son los últimos orejones del tarro.
La ausencia de un desarrollo o de un conflicto claro o definido termina siendo la base de este entramado de vínculos violentos, venales y plenos de locura. Hay datos, situaciones, que se enuncian y atraviesan la acción, pero son sólo fogonazos que siguen su camino sin aparente destino. Veronese no escribe fácil, lo sabe. Pero lo que parece críptico o indecible, él consigue volverlo sumamente teatral. Es que sabe cuáles son los estados que transportarán esas palabras. Eso lo hace un hábil director de actores. Conoce bien qué es lo que podrá nutrirlos para que sus criaturas hagan suyas las palabras y las vuelvan intensas y descarnadamente emocionales. Tal vez lo objetable de "En auto" sea la falta de síntesis en varios tramos.
Señora actriz
Leonor Manso tiene un peso escénico increíble. Es una actriz que fascina. No sólo consigue transmitir una soledad que estremece, sino que logra una composición completa a través de su actitud física.
Existe una buena conexión entre los cuatro intérpretes, incluso teniendo estilos de actuación diferentes y hasta opuestos. Una vez más María Figueras demuestra el exacto manejo que tiene de la línea dramática y juega hábilmente con la ironía. Su personaje tiene una interesante combinación de inocencia salvaje. Por su parte, Claudio Quinteros trabaja muy bien los diferentes estados de su contenida criatura, que no tiene términos medios. En tanto, Carlos Bermejo es un interesante actor que no sólo impone presencia, sino que realiza un buen desarrollo de su personaje. Su asistente es un rayón permanente en esta acuarela en blanco y negro. Trabaja gratis y hace una mentirosa ostentación de poder en el reflejo más real.
El vestuario de Marianela Gómez contribuye al dibujo de cada personaje.
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