La obra que confronta las diferentes visiones de tres seres sensibles
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/G56IDJUVGBHQ3PJSD2DEH4E3H4.jpg)
El dramaturgo irlandés Brian Friel (1929-2015) es una figura que posee un fuerte reconocimiento dentro del mundo teatral local. El director Agustín Alezzo estrenó tres piezas de su autoría, Danza de verano (1995), Afterplay (2010), El regreso, historia de una traición (2017). A esas puestas se agregó, en 1996, Ver y no ver, con dirección de Graciela Dufau, quien también se desempeñó como intérprete junto a Franklin Caicedo y Hugo Urquijo. Las funciones se realizaron en el Multiteatro.
"Preocupado por las cuestiones cotidianas más que por la noción de un héroe trágico", según definió el diario inglés The Guardian cuando el creador falleció en 2015, Friel es un profundo analista de la conducta humana. Se detiene en seres en apariencia pequeños, pero dotados de unas singularidades que cuando comienzan a develarse, de inmediato promueven la emoción del espectador. En un intento de explicar su procedimiento de trabajo, señaló el autor en cierta oportunidad: "Uno profundiza en un rincón particular de uno mismo que es oscuro e incómodo, y articula las confusiones y el malestar, luego reconoce otros rincones de inquietud y descontento".
La pieza Ver y no ver vuelve a recuperarse en esta temporada. Graciela Dufau, Arturo Bonín y Nelson Rueda serán sus protagonistas, bajo la dirección de Hugo Urquijo. Un equipo que decidió trabajar en cooperativa en una sala comercial, La Comedia.
Originalmente el proyecto comenzó a desarrollarse el año pasado e incluía al actor Jorge D'Elía. Estaba previsto que se estrenara en Córdoba el 1° de febrero. Pero el productor cordobés Maxi Pita decidió unilateralmente levantar las funciones dado que un supuesto acuerdo de partes no permitía a los intérpretes hablar de política en entrevistas periodísticas. Ciertas declaraciones que realizó Arturo Bonín molestaron a Pita y esto lo llevó a cancelar el arreglo que los unía.
"No teníamos nada firmado -explica el actor- y desde agosto del año pasado el acuerdo se basó en un intercambio de correos electrónicos, dada la buena experiencia que habíamos tenido previamente con Pita cuando hicimos La mujer justa, de Sándor Márai. Ocurrido el episodio del levantamiento del programa de Víctor Hugo Morales, realicé una declaración en relación con la quita de la pauta publicitaria oficial a los distintos medios de difusión, que el mencionado Pita le dio el valor de 'declaración política'. Eso fue todo, y ante el intento de impedir que sigamos haciendo este tipo de declaraciones, invocó un acuerdo inexistente de 'no hablar de política, ni bien ni mal', resolvió levantar la temporada" .
Más allá de esta situación el proyecto se reactivó gracias a la autogestión y así el público de Buenos Aires tendrá la posibilidad de tomar contacto con esta obra de Friel que expone en escena un caso real que fue recogido por el destacado neurólogo y escritor británico Oliver Sacks. Narra la historia de Any Sweeney, una mujer ciega desde su infancia que, a su manera, lleva una vida plena. Se casa con un hombre noble que le propone operarse y recobrar la vista. Cuando lo hace se encuentra con un desafío inesperado: debe aprender a ver, a reconocer un mundo que en su interior tenía otras características.
"Friel tiene una enorme piedad. Una mirada muy piadosa por los seres humanos y las circunstancias. No juzga. No demoniza. No castiga. A su manera nos dice que ellos hacen lo que pueden hacer. Algunas veces lo que desean hacer", explica Graciela Dufau, quien realizó una profunda investigación sobre el mundo de los no videntes. Any, su personaje, durante buena parte de la obra no puede ver a sus compañeros y a la vez debe desarrollar una gestualidad particular. Esto la obliga a dar vida a un texto que, por otro lado, está plagado de imágenes.
Hay un aspecto de sometimiento en Any, desde pequeña. No le permitieron asistir a una escuela para ciegos y eso la limitó bastante durante su crecimiento. Su esposo la empuja hacia la operación y el médico la estimula a entregarse a sus manos convencido de que su vida cambiará notablemente. "Todos me parecen buenos personajes que han tenido, en diferentes circunstancias, algo personal que los atravesó -explica la intérprete-. No sé si los lastimó pero los detuvo. Lo que necesitan es el amor de esa mujer. Y eso también es bueno contarlo. Cuáles son las cosas esenciales en la vida, veas o no, qué comprendés de ella".
En escena los tres intérpretes pocas veces se relacionan entre sí. Cada uno va dando forma a la historia a través de pequeños monólogos que describen situaciones personales o colectivas y que, a la vez, dejan muy en claro el universo particular que los contiene.
"Detrás de un cuentito en apariencia pequeño hay infinidad de capas -explica Nelson Rueda, que viene de coprotagonizar El avaro, en el Complejo Teatral de Buenos Aires-. Ver y no ver. ¿Qué quiere ver cada uno del otro? ¿Qué comprende cada uno de lo que ve? El autor pone el foco en la paciente, pero estos personajes cuentan vivencias en las que demuestran que han elegido ver una situación o no verla, esconderla o hacerse cargo y comprender lo que observan. Los tres se ven obligados a hacerse cargo de algo y para ello deberán tener en cuenta o no alguna situación particular que atravesaron. Uno quiere llevar al otro hacia ese lugar que considera que es el ideal. Pero ¿la otra persona lo reconoce como tal?"
Bonín destaca que quien más claridad expone en esta pieza es, paradójicamente, la mujer, ya que uno de los hombres termina pidiendo perdón y el otro cuestionándose y abriéndose a una nueva opción o posibilidad. "Son seres queribles, no son especuladores. A su manera altruistas. Cada uno hace una lectura de sí mismo y la cuestiona. Son personas. Cada monólogo requiere un estado previo. Un compromiso actoral muy fuerte. Entramos en una situación y la relatamos desde la mirada del otro. Los diálogos son pocos y cuando se producen ese mundo que aparece adquiere otro valor. Son como puntos de inflexión muy importantes", subraya Bonín.
Para Graciela Dufau volver a recrear a Any resulta muy novedoso. Pasaron 22 años de aquella primera experiencia y hoy encuentra en la historia, en el personaje, valores que, según afirma, antes no vio o comprendió de otra manera. Por su parte, Rueda pone énfasis en la forma en que se dice hoy el texto. Y se pregunta cómo se cuenta una historia en el teatro actual teniendo en cuenta la estructura que utiliza Brian Friel. "Al leerlo -dice- este material nos provoca una serie de sensaciones que nos conducen a la emoción. De lo que se trata es de encontrar ese código teatral que nos posibilite movilizar al espectador". "Un material muy estimulante -agrega Arturo Bonín- que expone la mejor tradición oral irlandesa y que, trasladada a los escritos de este autor, resulta cautivante".
Ver y no ver
- Dirigida por Hugo Urquijo
- Miércoles, a las 20.30; sábados y domingos, a las 18
- La Comedia, Rodríguez Peña 1062 (4815-5665).