La reunión de los Coleman, pero con un director invitado
Ciro Zorzoli fue convocado para dirigir a un grupo de actores de la emblemática obra, con Claudio Tolcachir y Gerardo Otero incluidos
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"Mi intención es generar un espacio estimulante en el que todos puedan ir confiando cada vez más en que los estímulos y las rutas van a ir apareciendo. Eso puede dar una sensación de vacío. Es más un temor a priori, un temor a que no haya nada. Pero siempre hay algo. Es el abismo que te agarra cuando estás hablando con alguien y sentís que se termina ese tema y entonces pensás un tema nuevo en lugar de soltarte a que se dé ese vacío en el que emergería algo sin que vos tengas que hacer el esfuerzo de que suceda. Para eso hay que tener mucha confianza". Esas palabras son de Ciro Zorzoli. Un director de lo más interesante y versátil, que puede pasar del teatro oficial al off y en el medio estar en las grandes marquesinas de la calle Corrientes -hoy la obra que dirige, Tarascones, que nació en el Cervantes, sigue su recorrido en El Picadero y además dirige y escribió Niní en el aire, con Jorgelina Aruzzi en el Liceo Comedy- sin perder ese riesgo, esa aventura de ir a buscar como un cazador el hecho artístico.
Esa falta de certeza es la que el grupo Timbre 4 fue a buscar. Siempre ha manifestado Claudio Tolcachir que su camino artístico está ligado a la falta. Esa carencia fue la que lo motivó primero a convertirse en actor cuando el teatro llegó a su vida, luego a construir un espacio como Timbre 4 en el living de su casa, cuando se convirtió en dramaturgo porque no había obra pero sí deseos de montar una. Y es así ahora, con ese impulso, con esas ganas de más, de no quedarse en las zonas de confort, en esas zonas conocidas y transitadas por Tolcachir y el gran colectivo Timbre 4, que fueron por más. Por eso este nuevo desafío: convocar al reconocido y admirado director Ciro Zorzoli para que los dirija y con ese aire totalmente renovador los vuelva a descubrir. "Me convertí en una especie de forastero y tiene sus virtudes porque no cargo con ningún conocimiento previo. Es la primera vez que me juntaba a trabajar con ellos y entonces no me hice cargo de nada de lo histórico y eso me dio cierta libertad de mirada. No tener una mirada previa hace que uno pueda vincularse con lo que ve de manera más limpia. Es como cuando en una familia llega un nuevo novio y reconfigura a todos. De pronto los conocidos se vuelven nuevos", asegura Zorzoli con esa tranquilidad y ese temple indispensables para que los actores se abran a su propuesta.
"Este abismo que nos propuso Ciro como modo de trabajo tiene que ver con el origen del porqué hacer una obra cambiando las reglas de juego. Con ellos ya no tengo la inocencia de poder mirar ni poder mirarme en relación con los otros. Pero al mismo tiempo no hay otra gente con la que la pase mejor que ellos. Teníamos la necesidad de volver a meternos en la olla en la que descubrimos tantas cosas, pero yo perdí la capacidad de ver con ojos nuevos", cuenta Tolcachir, que fue el que encontró esta comedia española que posibilitó el despliegue lúdico de Zorzoli.
Claudio Tolcachir, Gerardo Otero, Inda Lavalle y Tamara Kiper, unos cuantos integrantes de La omisión de la familia Coleman pero sobre todo amigos, cofradía, equipo de trabajo que lleva más de veinte años codo a codo, probándose, recorriendo el mundo con sus obras, se propusieron o más bien advirtieron lo rico que podía ser convocar a un director admirado por ellos, pero de modo de trabajo diferente para emprender esta aventura en conjunto. El resultado: La calma mágica se estrena este próximo viernes y los nervios están intactos, como en los comienzos. "Fue un viaje distinto, superatractivo y estimulante. Los cuatro estuvimos como chicos con juguete nuevo. Perdidos en algunos momentos. Pero con confianza ciega en este proceso divertido de reconocernos distintos", cuenta Otero, que además actúa en la imperdible Tebas Land.
Por su parte, Kiper y Lavalle, dos hermanas Coleman desde los comienzos, allá por 2005, tienen en su camino más de dos mil funciones. La vieron más de 250.000 espectadores pero eso no les quita ni un poco del entusiasmo que genera un nuevo proyecto. "Hace ocho años que no estreno, hago funciones todas las semanas pero no estreno y estoy fuera de training, así que este desafío me tiene entusiasmada", confiesa Lavalle. Para Kiper, "fue hermoso trabajar desde el no saber. La propuesta era abrazarse con el vacío de no saber para dónde ni cómo y eso te reconforta el alma porque es volver a descubrir nuestro trabajo. Y ese fue el punto de partida, la llama encendida. Y el juego permanente, la mirada inocente, pura y libre de Ciro y nosotros tirándonos sin red".
El argumento de La calma mágica, la obra escrita por el español Alfredo Sanzol, es en apariencia sencillo. Reunidos el elenco y el director para reflexionar sobre la obra se vuelve más cautivante, lleno de reveses y situaciones que hay que descubrir. No es que los cinco no estén de acuerdo en que se trata del intento desesperado de Osvaldo por recuperar un video en el que se lo ve durmiendo en la oficina y que se ha vuelto viral, sino que esa situación es solamente un puntapié para que este personaje que claramente no encaja en la sociedad emprenda un enorme viaje, en todo sentido. Porque su periplo de conquistar ese objeto incluirá el consumo de hongos alucinógenos, viajes a África y un largo etcétera de situaciones confusas y delirantes. Pero, además, se trata de un hombre que, muerto su padre, debe reencontrarse consigo mismo, reconfigurarse. "La muerte del padre hace que empiece un cambio de paradigma en su vida", rebate Kiper. Para Zorzoli, "esa búsqueda y esa filmación se pueden asociar también a recuperar algo de sí mismo. Porque de alguna manera tener un padre vivo te ubica en relación con otro, hay alguien a partir del cual podés referenciarte aunque sea oponiéndote. Cuando desaparecen esos hilos que te sostienen hacia arriba queda sin soporte. O al menos eso es lo que piensa. En un tono de comedia queda a la merced de los otros. Porque los otros tienen algo que es de él".
Zorzoli y Tolcachir trabajan de diferentes modos, está claro, cada uno con su estilo, con su impronta. Pero en ambos hay un elemento que está, siempre, el humor de la desgracia, diría Tolcachir para esbozar una descripción de su trabajo. Para Zorzoli, "el humor siempre me parece que es el medio. Lo que te puede desprevenir para que algo te pegue. Sobre ciertos temas uno va generando anticuerpos. Y el humor te sacude, te sorprende".
La calma mágica,
Viernes, a las 23; y sábados, a las 20.30.
Timbre 4, México 3554.
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