La selva, con humor y poesía
"Guarania mía." Creación de Carlos Casella, Leticia Mazur, Rodolfo Prantte y Mabel Salerno. Dirección general: Carlos Casella. Codirección: Mabel Salerno. Elenco: Leticia Mazur, Rodolfo Prantte y Carlos Casella. Música: Diego Vainer. Escenografía: Ariel Vaccaro. Luces: Gonzalo Córdova. Vestuario: Cecilia Alassia. Asistente de dirección: Juliana Piquero. Participación creativa: Gonzalo Costa. En El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Duración: 50 minutos.
Nuestra opinión: bueno
Aunque su título tenga una referencia muy clara, éste no es un espectáculo dirigido a paraguayos ni pretende homenajear a la cultura guaraní. Y si bien ése no es un folklore desconocido, tampoco es tan popular en grandes urbes como Buenos Aires.
El grupo se inspiró en la esencia de la guarania (canción melódico-folklórica de origen guaraní) para armar un espectáculo de danza teatro de contrastes permanentes. Tanto la atmósfera selvática como la música del Paraguay y esa poética llena de dulzura impregnan esta propuesta plena de expresividad puesta a través del juego y de la curiosidad que el grupo revela a partir de hurgar en sensaciones.
Eso es lo que transmite permanentemente "Guarania mía". Adrede hay una visión casi ingenua y desprejuicida del pacato e irreverente bicho de ciudad a las costumbres folklóricas y autóctonas del campo o de la selva. A través de este punto intermedio es que fluye la acción de este hecho teatral sin argumento, pero con un concepto rico, pleno de humor e ironía.
Lo vulgar y lo común se yuxtaponen a esa poética bella de la selva y el concepto de lo salvaje. El bailarín "blanco" le escribirá "India" en el pecho al bailarín moreno y en su cuerpo quedará atravesada la esencia de la selva.
Esto no es sólo danza, y aunque tampoco es narrativo, hay un relato permanente, unas ganas de decir que circulan a través de lo teatral. Casella provoca situaciones, utiliza objetos y produce actitudes físicas que irremediablemente evolucionan en coreografías. Los tres intérpretes manipulan energías en la más amplia gama de niveles. Ya sea revoleándose con una soga en patines o en una coreografía de esgrima. Hasta hay un respeto y un aprovechamiento total de los silencios. En ese sentido, Mazur danza muy bien el silencio y le quita toda posible noción de vacío.
Casella hace alarde de brío y energía y tiene una voz cadenciosa en el canto, mientras que Prantte tiene una expresividad que conmueve. Sus textos en guaraní y en castellano fluyen a través de una intención natural y se nutre bien de acciones (que parecerían teatralmente imposibles), como preparar un pescado para comer.
La ambientación resuelve bien el monte en el foro, aunque el grupo prefirió deambular más por el espacio amplio y vacío. A su vez, es buena la puesta de luces de Córdova, sin alardes, y es de destacar la música, cuyas melodías y sonido brindan sabor a terruño. "Guarania mía" no es una obra para entender, sino para sentir.
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