Los múltplies perfiles de un creador teatral
Mientras tiene tres obras en cartel, luego de ocho años vuelve a la actuación con Nerium Park
Comenzó a estudiar teatro a los 12 años y, desde entonces, no ha parado de crear. Si bien en principio su interés estaba muy ligado a la actuación, poco a poco Claudio Tolcachir fue descubriendo "otros oficios", como le gusta decir. Así fueron apareciendo el director, el dramaturgo, el docente y el conductor de un espacio como Timbre 4, que es toda una marca dentro de la escena alternativa en Buenos Aires. También está el constante viajero que lleva sus espectáculos de país en país y dicta talleres, generalmente en Europa y América latina.
La novedad en esta temporada es que Tolcachir vuelve a la actuación después de ocho años. En ese lapso sólo intervino como actor en alguna producción televisiva (Docecasas,de Santiago Loza, TV Pública, entre otras), cinematográfica (Ardor. La justicia de los débiles, de Pablo Fendrik, o Arrebato, de Iván Zulueta), o reemplazó a algunos de sus actores en una gira. La invitación llegó inesperadamente de parte de la directora Corina Fiorillo. Le propuso trabajar en Nerium Park con una conocida compañera de ruta, Paula Ransenberg, a quien conoce desde muy joven. El texto elegido es del catalán Josep María Miró, también autor de El principio de Arquímedes (ver recuadro).
Un repaso por sus múltiples actividades dentro de la disciplina teatral permite entender el mundo creativo de un hombre que desarrolla su trabajo de manera muy apasionada y que muy convencido asegura: "Me encanta hacer teatro".
El alumno: Comenzó a estudiar en la Escuela Labardén y después pasó a Andamio 90, donde se formó con Alejandra Boero. Luego tuvo como maestros a Juan Carlos Gené y Verónica Oddó. "Admiro a los maestros, extraño tomar clases y dejarme llevar por el pensamiento de gente que ha transitado tantos escenarios. Norma Aleandro una vez me dijo: «En ninguna escuela te enseñan a hacer la función número 100. No pueden». Por eso ella sigue haciéndose preguntas, escribiendo sus reflexiones, investigando."
El docente: En 2000 ya era profesor en la escuela de Andamio 90 y con la creación de Timbre 4, su espacio de formación se trasladó a la sala. Es notable pero, aún hoy, se pone muy nervioso cuando tiene el primer encuentro con un grupo. Su intención: "No quiero trasmitir sólo mi pensamiento en una clase, sino también ayudar al alumno a encontrar un pensamiento que lo haga estar más presente y más vivo en escena".
El actor: Claudio Tolcachir asegura que a lo largo de su carrera hizo entre 30 y 40 obras. Pero las que más disfrutó fueron alrededor de 10. "Uno trabaja y está bien, aprende. En algún momento me cansé de hacer funciones de martes a domingos, dos los sábados." Sus últimas participaciones en este campo fueron con la dirección de Daniel Veronese: Un hombre que se ahoga (versión de Tres hermanas, de Antón Chéjov), en 2005, y La noche canta sus canciones, de Jon Fosse, en 2008. Estos espectáculos fueron un punto de inflexión. "Con Veronese descubrí algo que para mí existía pero que no había podido bajar del todo al cuerpo. A través de él reconocí otro plano de la verdad. El teatro, no como un relato, sino como una vivencia."
El director: A fines de los años 90 comenzó a desarrollarse como director y una de sus puestas más interesantes fue Chau Misterix, de Mauricio Kartun, en Andamio. Su trabajo fue abriéndose camino entre la escena alternativa y la comercial. Es extraño pero no ha dirigido en salas oficiales. Al margen de sus producciones personales, Tolcachir condujo proyectos muy atractivos, como Atendiendo al Sr Sloan, de Joe Orton (Fundación Konex); Agosto. Condado de Osage, de Tracy Letts (Lola Membrives); Todos eran mis hijos, de Arthur Miller (Apolo); Tribus, de Nina Raine (Paseo La Plaza), y La chica del adiós, de Neil Simon (actualmente en cartel en el Metropolitan). "Siempre que aparezca una obra que me guste voy a hacerla. No tengo prejuicios con el teatro comercial. Puedo trabajar con intérpretes que no vendrían a Timbre 4 y, además, tengo la posibilidad de llevar a mis actores a esos escenarios. Me gusta estudiar a los intérpretes. A un actor tenés que conocerlo, entender hacia dónde va; por ahí aparece gente brillante que ilumina tu propio camino. Cuanto más ayudes al otro, mejor será el proceso."
El autor: En 2004 Claudio Tolcachir no encontraba un texto potente para llevar a escena. Decidió escribirlo. No le interesaba transformarse en un autor; simplemente buscaba pistas que lo ayudaran a dar forma a un nuevo proyecto. Guió una serie de improvisaciones con sus actores y eso dio como resultado La omisión de la familia Coleman. Lo estrenó en 2005 y desde entonces el espectáculo se mantiene en cartel. Del pequeño espacio de Timbre 4 pasó a distintos escenarios del mundo, se vio en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín en un ciclo de Teatro x la Identidad y luego pasó al Paseo La Plaza (donde sigue en cartel). A esa experiencia le siguió El viento en un violín, Emilia y Dínamo (también en su teatro, en su "casa" de Timbre 4). En este último proyecto le interesó elaborar una dramaturgia de acciones. "Cada trabajo marca una evolución en mi carrera. Me gusta ir probando cosas. Cuando descubro una, voy a buscar otra, con mayor o menor rango de cambio. Me interesa hacer lo que quiero, con la gente que tengo ganas y en el espacio que me gusta. Me acostumbré a trabajar con mucha libertad y puedo arreglármelas para hacerlo. Soy medio topadora."
El internacional: En el último tiempo Tolcachir comenzó a dirigir en España. Acaba de estrenar en Madrid Tierra del fuego, de Mario Diament, y en agosto regresa para poner en escena una comedia francesa, un vodevil que lo inquieta mucho porque nunca dirigió un material de ese estilo. "Me pone muy nervioso comenzar ensayos en el exterior. Me siento muy responsable. No conozco a los actores aunque ellos sí a mí porque han visto mis espectáculos. De golpe te dan un trato de maestro y me siento incómodo. Cuando logro acomodarme me pongo a investigar con ellos para facilitarles el camino."
El gestor: Con la necesidad de contar con un ámbito propio para desarrollar sus proyectos, Tolcachir y su grupo crearon en 2001 Timbre 4. Un pequeño PH se convirtió en sala ubicada en Boedo 640. Años después nacerá un nuevo espacio en México 3554. El emprendimiento de inmediato ganó el interés del público. En esos espacios no sólo se ofrecen experiencias creadas por el grupo sino que, también, reciben propuestas de otros creadores. Algo complejiza hoy el normal desarrollo del lugar, así como también de otras salas alternativas de la ciudad. Las fuertes subas en los servicios están haciendo tambalear la actividad. "Nosotros por ahora podemos mantenerlo, pero para otras salas la situación está siendo desesperante. Antes pagábamos $ 7000 de luz y ahora $25.000. El público también está retraído, no le está siendo fácil pagar una entrada."