Los tutores / De: Carlos La Casa y Daniel Cúparo / Intérpretes: Hugo Arana, Laura Oliva, Ludovico Di Santo, Paula Kohan, Dan Breitman y Mónica Cabrera / Iluminación: Pablo Alfieri / Dirección: Daniel Cúparo / Duración: 80 minutos / En Paseo La Plaza / Nuestra opinión: muy buena
Un delito cometido en las instalaciones de un colegio inglés por cuatro alumnos adolescentes obliga a una reunión de padres en el despacho de la directora de la institución.
Hasta allí llegan un abuelo, una mujer divorciada dedicada al yoga, un padre gay y un matrimonio con algunas desavenencias porque el marido prefiere estar en un mitin político antes que en ese lugar.
Así comienza esta obra de La Casa y Cúparo, a la que podría calificarse de brillante por la trama, por las peripecias, por los diálogos ingeniosos, por el humor original y puro y, finalmente, por las interpretaciones.
Una reunión de padres de emergencia los expone a una realidad de los hijos que a veces ellos mismos ignoran. Esto da pie a que se generen discusiones que permiten develar las verdaderas relaciones entre ellos y los perfiles de cada uno. Todo comienza en un aparente estado de armonía que empieza a deteriorarse cuando la directora expone el delito que se ha cometido y las consecuencias que obligaron a la internación de un docente de la institución. Aquí queda expuesto lo mejor y lo peor de cada uno de los responsables de los menores, situación que, por momentos, escapa del comportamiento de los chicos para centrarse en sus frustraciones personales.
Son personajes muy bien definidos, con un discurso inteligente, efectivo y legítimo para generar el humor, al mismo tiempo que son fácilmente reconocibles en esta sociedad.
No es válido contar el argumento porque sería complejo revelar cada detalle que pasa a ser un aceitado engranaje que lleva al desenlace. Claro que la puesta cuenta con la participación de un elenco que resulta notable.
De Hugo Arana, Laura Oliva y Mónica Cabrera es poco lo que se pueda agregar a una trayectoria que queda expuesta sobre el escenario: solvencia, credibilidad, presencia escénica, donde saben explotar la oportunidad que les ofrece el texto para sacar el mejor provecho. Una clase magistral. Se suman también Dan Breitman y Paula Kohan, quienes aunque por momentos se muestran todavía demasiado estructurados en una composición exterior y demasiado gestual, algo similar a lo que sucede con Ludovico Di Santo, quien además debería cuidar la articulación de las palabras y la proyección de voz para que el texto llegue con claridad al espectador. Reparos que no llegan a empalidecer la propuesta.
La escenografía, vistosa, se ajusta a los requerimientos de la obra, resaltada por la iluminación. Finalmente, la dirección de Cúparo, acertada y con una dinámica que no permite un respiro entre la agudeza de una secuencia y otra.