Más allá de los recuerdos
Con Nati Mistral, Analía Gadé, Yasmin Barrera y Marina Marcos. Escenografía: Chalo Gambino. Vestuario: Sonia Oquendo. Luces: Fernando Di Yorio. En Multiteatro. Estreno: viernes 13 de este mes.
Nuestra opinión: bueno
Se descuenta que cuando, en escena, dos amigas de la infancia y la adolescencia se reencuentran tras medio siglo de no verse, habrá afecto, sin duda, pero también pase de facturas: viejos agravios, rencores, omisiones, conductas inexplicadas. Los años, sin embargo, aportan un cierto grado de impunidad y, a la distancia, aquellas perturbaciones aparecen atenuadas, o por completo desprovistas de importancia.
Así, la argentina Mercedes (Gadé), que vive en París, y la española Aurora (Mistral) se reúnen a tomar el té en la dilapidada casa de esta última, en Buenos Aires, para reanudar el diálogo y contarse sus vidas.
La recreación del pasado está a cargo de modificaciones en la luz y de ambas septuagenarias en su juventud, interpretadas por sendas actrices. La trama va urdiéndose como en un telar, con avances y retrocesos entre el hoy y el ayer, una lágrima a cambio de una sonrisa.
Las intrigas se acumulan: hubo un amigo común, un muchacho, factor decisivo en la vida de las dos. Una de ellas (no diremos cuál, porque no conviene revelar las abundantes sorpresas) lo amó de veras, la otra por conveniencia.
Mercedes se casó con él y vivió la confortable existencia de mujer de diplomático, hoy viuda con buen pasar; Aurora que está sola y pobre, se quedó soltera, pero se encarga de aclarar que no es virgen.
Mercedes es brillante y optimista, Aurora es escéptica y resignada a un próximo final oscuro.
Futuro radiante
Como se trata, sobre todo, de pasar un buen rato y disfrutar del virtuosismo de dos actrices muy queridas y populares, también cabe descontar que el futuro no será tan negro (todo lo contrario: radiante), que las cuentas serán cerradas y saldadas, y que, en resumen, lo que pasó, pasó; borrón y cuenta nueva. El afecto superará todo recuerdo deprimente.
Furnaro muestra, en su primera obra estrenada, destreza para desarrollar una intriga, y rasgos de ingenio en más de una réplica. Cuenta con un director hábil y experimentado (Osvaldo Cattone, radicado en Perú desde hace más de treinta años) y dos intérpretes de gracia y simpatía justamente celebradas; hay una química muy estimulante entre Gadé y Mistral, y sus contrapartes juveniles, Marcos y Barrera, aportan auténtica frescura y entusiasmo. El vestuario es muy superior a la poco expresiva escenografía.
"Afectos compartidos" equivale a una reconfortante taza de té, al sillón favorito, a la mascota cariñosa, a ese rincón hogareño al que siempre se vuelve para sentir que todo sigue igual. No se propone otra cosa, y lo logra con nobleza.
lanacionar