Conocer el camino hacia lo mágico
Mirta Busnelli sabe de objetivos y realiza un excelente trabajo en La savia
Ternura, calidez, obstinación, melancolía, fragilidad, pero también fortaleza. Todo eso transmite Elsa, el singular personaje que Mirta Busnelli compone en cada función de La savia, obra dirigida por Ignacio Sánchez Mestre que se puede ver de viernes a domingos, siempre a las 18, en la sala Luisa Vehil del Teatro Nacional Cervantes. La savia es el fluido que circula por los tejidos de conducción de las plantas. Transporta nutrientes, es sinónimo de energía, un elemento vivificador. Por eso, el concepto sintetiza muy bien lo que ocurre con Elsa, una mujer que, ya en época de hacer algunos balances, "descubre que está atravesando un momento muy especial de su existencia", señala la protagonista, muy bien acompañada en la obra por los jóvenes Agustín García Moreno y Constanza Herrera, encargados de darles vida a otros dos personajes llenos de matices.
"Suceden muchas cosas inesperadas en la vida -añade Busnelli-. Uno lo sabe, pero suele olvidarlo. Y esta mujer hizo un movimiento en el cual lo inesperado se convirtió en una especie de bendición. Es un camino posible que se le abre en ese momento particular. Y se refugia en su propio mundo, con un montón de plantas y unos personajes que imagina. Puede parecer otro encierro, pero en realidad es un renacimiento".
La memorable actuación de Busnelli está apoyada en una dramaturgia lúcida y convincente de Sánchez Mestre que la experimentada actriz supo explotar al máximo: "Mi objetivo era encontrar un lenguaje actoral que pudiera potenciar la materia de la que estaba hecha la obra -comenta ella-. Al principio eso costó, pero a lo largo del proceso de ensayos probamos mucho, buscamos distintas maneras de abordaje. Uno va probando caminos y va descartando. Entonces llega un momento en el que tenés una trama de posibles recorridos de ese gran laberinto y elegís uno. Seguramente no es el único, pero tenerlo es clave. Casi siempre aparece, aun cuando haya momentos de incertidumbre. Parece mágico, pero no lo es tanto: la memoria y el cuerpo van seleccionando", describe esta gran actriz.
Con respecto a esto, Busnelli afirma que el resultado, posteriormente, puede gustar más o menos, "pero lo importante es que uno encuentre algo que lo deje satisfecho, que pueda firmar convencido. Elsa tiene el deseo de una vida nueva, y se da cuenta de que esa vida nueva empieza todos los días. Suena medio a manual de autoayuda, pero no deja de ser cierto".
A los 71 años, Busnelli tiene un envidiable currículum actoral: ganadora de un premio Konex en 1991, se ha lucido en TV (Matrimonios y algo más, Los exitosos Pells, Graduados, Los vecinos en guerra), teatro (Los padres terribles, La casa de Bernarda Alba, Nunca estuviste tan adorable) y cine (Boda secreta, Las puertitas del Sr. López, Las mantenidas sin sueños). A la hora de reflexionar sobre su oficio, recurre al motor del deseo: "Podría decir que actúo por mandato familiar, porque mi vieja quería que algo de eso ocurriera -revela-. Yo valorizaba al teatro porque mi mamá lo valorizaba. También tenía un claro deseo de ser mirada. Pero son todas interpretaciones de bolsillo... Todo eso puede tener algo que ver, pero lo único cierto es que actúo porque tengo el deseo de hacerlo. Siempre fue así. Estaba en la biblioteca estudiando psicología y no veía la hora de que llegue el momento de ir a la clase de teatro. Después, la vida me fue llevando, y elegí. Es como una gracia y un castigo. Pero cuando estuve enferma y no pude actuar, hace un tiempito, no lo viví como un horror. No es que no puedo vivir sin actuar".
De esta experiencia con La savia, Busnelli rescata también la actualidad de Cervantes, que bajo la dirección de Alejandro Tantanian ha cobrado una evidente vitalidad. "Cuando me enteré de que habían nombrado a Alejandro me puse contenta porque había trabajado con él y sabía que era una persona con mucho conocimiento de las artes en general y del teatro en particular. Tiene lo necesario como para ser un gran gestor. Me llamó la atención ver un Cervantes tan vivo. Acostumbrada a que en este país lo bueno dure tan poco... Cuando apareció el Canal Encuentro pensé que iba a durar un par de meses. Pero por fortuna fue consolidándose, no tuvo que ajustarse a las benditas reglas del rendimiento. Ojalá sea el caso de esta gestión del Cervantes. Estoy muy feliz trabajando en este teatro: es un lugar al que tenés ganas de ir, un espacio artístico de mucha apertura. Hace poco participé del homenaje a Tato Pavlovsky. Era una experiencia de teatro leído, algo que no suele seducirme particularmente, pero terminó siendo un momento muy intenso. En la sala hubo un silencio y un interés impresionantes. A su manera, con sus propias características, fue una fiesta. Y yo también me dedico al teatro porque de chica amaba las fiestas y porque el teatro es, en definitiva, una celebración conjunta."
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