Nueva obra de Oscar Martínez
Los conflictos de pareja, en un trabajo que pierde su crecimiento dramático
Pura ficción, de Oscar Martínez. Con Claudia Fontán y Oscar Martínez. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Diseño de iluminación: Nacha Guevara. Diseño de vestuario: Sofia di Nunzio. Dirección de producción: Ariel Stolier. Dirección: Oscar Martínez. Duración: 90 minutos. Paseo La Plaza.
Nuestra opinión: regular
Como en trabajos anteriores que lograron la amplia aceptación tanto del público como de la crítica, en Pura ficción Oscar Martínez vuelve a indagar los conflictos de pareja.
En esta oportunidad, se trata de un pareja ya establecida que, a partir de un hecho casi menor, saltan verdades a medias, sospechas, celos, la lucha del poder, el tema del desgaste amoroso, el pasado, egos desmedidos, cierta pulsión manipuladora, la educación de los hijos y una serie de cuestionamientos que parecían "resueltos", pero no. Por esos tonos circula esta obra que acaba de estrenarse en el Paseo La Plaza.
En este duelo verbal, Damián (Oscar Martínez) y Claudia (Claudia Fontán) apelan a un menú compuesto por ironías, ciertas conclusiones con olor a moralina y un humor negro que el público -a juzgar por la función presenciada por este cronista- agradece, aplaude, ríe y goza como si en ese proceso catártico anidara el mejor espejo en el cual verse reflejado. En ese aspecto, la obra escrita por el mismo Oscar Martínez parece estar destinada a repetir el éxito que ya tuvieron sus dos trabajos anteriores: Ella en mi cabeza y Días contados .
Durante el largo enfrentamiento verbal, el personaje masculino (alter ego del autor/director/actor que interpreta, a la vez, a un actor/director/maestro de actores) es el que carga con las salidas de mayor lucimiento. Desde otra perspectiva, el texto cae en la tentación de abordar nuevamente el mundo del teatro dentro del teatro que tanto apasiona a la gente de teatro. Claro que con tantos flancos abiertos y tantos personajes secundarios llamando por teléfono, Pura ficción pierde el hilo central en detrimento de un crecimiento dramático potente.
La acción de esta nueva pieza de Oscar Martínez, el mismo que hace siete años no pisaba un escenario, transcurre en una inmensa sala de ensayo en donde su personaje da clases de actuación. Claro que, más allá de las dimensiones del lugar y de su resolución escenográfica, casi no hay desplazamientos ni aprovechamiento de los distintos niveles que posee la escenografía de Alberto Negrín. Tampoco tiene peso propio la iluminación diseñada por Nacha Guevara. El criterio de puesta está tan centrado en la palabra que, tal vez, la obra podría desarrollarse en un escenario pelado, tan pelado como suelen ser las impersonales salas de ensayo.
Ella / él
En términos interpretativos, tanto Oscar Martínez como Claudia Fontán son muy buenos actores (lo cual, claramente, no es ninguna gran novedad). De todos modos, parecieran estar más pendientes en poder seguir la línea de diálogo que en darles vida y matices a esas dos criaturas. Ella, sólo al final, cuando debe interpretar a un mujer menos cerebral y que está con algunas copas de más, saca a luz esa interesante liviandad que maneja con tanta soltura.
Entre estas variaciones tonales transita esta comedia "casi" romántica, como la anuncia el mismo Oscar Martínez.
lanacionar