Nuevo capítulo de una sala emblema
Anteayer, el Teatro del Picadero, sala ícono del movimiento de Teatro Abierto, cambió de mano. El nuevo dueño es Sebastián Blutrach, productor teatral de enorme experiencia que suele trabajar junto con Daniel Veronese. "Es un espacio maravilloso en donde se podrá hacer infinidad de actividades. Después de tanto tiempo gestionando salas que no fueron mías, tenía ganas de pensar para un espacio propio", reconoce. En marzo, cuando La Nacion recorrió la sala que pertenecía a Ernesto Lerner, la obra civil ya estaba casi terminada. Blutrach se comprometió a terminar los trabajos para abrir en el verano con un espectáculo que coproducirá junto a Pablo Kompel. Y piensa ofrecer allí las obras de Veronese.
En 2007, los vecinos habían salvado al Picadero de la demolición. Por un acuerdo entre las partes, el Ministerio de Cultura también programará espectáculos allí. Así se abre un nuevo capítulo de una sala que, como pocas, se tuteó varias veces con el peligro de desaparecer.