Porción de realismo mágico
Saga . Dirección: Magdalena Yomha. Intérpretes: Beatriz Balvé, Francisco García Faure, Tatiana Sandoval. Escenografía: Magalí Acha. Vestuario: Mercedes Arturo. Música original: Alejandro Fränkel. Iluminación: Eduardo Pérez Winter. Operación técnica: Fernando Lauría. Asistente de dirección: Malena Rago. En Silencio de Negras, Luis Sáenz Peña 663. Capacidad limitada. Reservas: 4381-1445. Domingos, a las 20. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena
Una antigua mansión está habitada por una anciana casi centenaria que estuvo casada con un destacado militar. El ha dejado sus memorias a medio escribir y la mujer, a través de un aviso en el diario, convoca a un joven historiador para que concluya con aquella tarea. El joven que llega, formado en la Sorbona, acepta el empleo y, además, convivir en la casa junto a la mujer. Ella afirma vivir sola pero, no bien la acción comienza a desarrollarse, una joven hará su aparición.
Entre los muchachos irá forjándose una bella historia de amor. La mujer estará pendiente de ella pero, al final, una realidad superior modificará el destino de los personajes, sobre todo el del historiador. Algo de magia y poesía se impondrá en ese encuentro amoroso y la sorpresa ocupará un lugar preponderante.
Interpretaciones frescas
Saga es una historia pequeña, cargada de realismo mágico, con personajes ricos en matices y que tendrá lugar en un espacio muy especial, el hall de ingreso a una casa de dos plantas. Lo interesante es cómo la directora Magdalena Yomha utiliza todos los ámbitos que encuentra a su disposición, hasta la escalera que lleva a un piso superior. Por ellos deambulan los personajes en un tránsito que genera inquietud, porque cada nuevo espacio que se abre conduce a una situación inesperada y esto va enriqueciendo la trama del espectáculo.
Desde lo actoral los tres intérpretes recrean a esos seres aportándoles cierta cuota de misterio que resulta muy atractiva para el espectador, que, además, está muy próximo a ellos. Los dos jóvenes -Francisco García Faure y Tatiana Sandoval- construyen a sus criaturas con mucha frescura, en tanto que la anciana de Beatriz Balvé tiene momentos de mucha espesura y allí juega un límite muy interesante entre la locura y la cordura.
Aunque pequeña en su estructura, esta experiencia carga las tintas sobre un mundo poético que conmoverá, en más de un momento, al espectador.