Retrato de un actor desesperado
Una obra inspirada en el emblemático actor Montgomery Cliff, con la dirección de Alejandro Tantanián
Uno de los actores más destacados en el glamoroso Hollywood de los años 50, Montgomery Cliff, sirve de fuente de inspiración al joven dramaturgo español Alberto Conejero, para construir Cliff (Acantilado) , un monólogo cuya lectura compartió con su amigo argentino Alejandro Tantanian y que, con la actuación de Nahuel Cano, se estrena hoy en El Extranjero.
La biografía de Cliff (1920-1966) lo expone, por un lado, como uno de los intérpretes más reconocidos de la época (participó en múltiples películas, entre otras: Un lugar en el sol , Yo confieso , De aquí a la eternidad , El baile de los malditos , Al este del Edén ), en ella se señala la intensa y singular amistad que mantuvo con Elizabeth Taylor y destaca un accidente automovilístico que le desfiguró su bello rostro, el que tuvo que ser reconstruido a través de distintas operaciones. Los más osados confiesan su abierta competencia con Marlon Brando y se despachan a gusto señalando las adicciones que lo llevaron a la autodestrucción y a la muerte. En cuatro oportunidades fue nominado como mejor actor al premio Oscar (1948/51/53 y 61) y nunca lo obtuvo.
El material de Conejero trabaja sobre muchos de estos datos y lo ubica en escena en momentos en que está dispuesto a dejar el cine para volver al teatro, para representar el Tréplev de La gaviota de Anton Chéjov. A partir de ahí los espectadores podrán tomar contacto con varios aspectos de su personalidad, en los que no está ausente su rigurosa mirada sobre la actuación.
La pieza tiene un germen bastante llamativo. Siendo un adolescente, Conejero siguió por la televisión pública española un ciclo de cine dedicado a Montgomery Cliff. Se sintió impactado por ese intérprete y muchos años después, en 2008, volvió a ver Vencedores y vencidos . Eran tiempos en que leía La gaviota y conectar la figura del intérprete con ciertas señales de la pieza chejoviana no le resultó difícil.
"Lo que me impactó de él fue su calidad como actor -cuenta Alberto Conejero-, era estupendo y no tuvo la difusión de figuras como Marlon Brando, James Dean o Marilyn Monroe. Me interesó esa cuestión de cómo uno debe convivir con la imagen que otros tienen de uno. Me impresionó cómo alguien que había significado mucho por su aspecto físico, su hermosura, de repente tiene un accidente que lo desfigura y tiene que convivir con lo que el celuloide dice que fue Cliff. Creo que era uno de los intérpretes más lúcidos en cuanto a su reflexión sobre el oficio del actor y, sin embargo, su última década de vida fue desastrosa, llena de amantes perversos, de drogas, de operaciones, de escándalos. Lo único que lo mantenía a salvo era el oficio de actor."
Conejero y Alejandro Tantanian se conocieron en Buenos Aires en 2011, durante los días de trabajo del proyecto Panorama Sur, que coordina el segundo y que busca cruzar autores de diferentes países. Cuando leyó Cliff (Acantilado) Tantanian dice haber sentido una profunda conmoción. "Cuando decido hacer un texto me manejo por esas percepciones, muy intuitivas", aclara el director.
"Me parece que lo que me conmovió también - agrega Tantanian- es esa zona que tiene el texto y que irradia un sentido hacia cualquier experiencia de lo humano, no necesariamente del actor, y tiene que ver con la voluntad de querer cumplir un sueño. El quiere hacer Tréplev y eso es como una especie de grieta en el personaje de Cliff. Eso se transforma en un lugar de batalla porque necesita que su sueño se convierta en realidad. Es un texto bellamente escrito, con una gran carga poética y a su vez una carga dramática, y eso construye una tensión que me interesa. Allí hay una literatura que deviene en teatro. No es un texto costumbrista, realista, sino que construye un paradigma de lenguaje que es el que me atrae trabajar sobre un escenario. Tampoco es un texto críptico. Es generoso con el espectador pero de una enorme sofisticación y, al mismo tiempo, humano."
Montgomery Cliff parecería volver a corporizarse en un escenario porteño, de la mano de creadores españoles y argentinos, casi veinte años después de ser dueño de una fama que le posibilitó mucha grandeza, pero que lo llevó a la muerte temprana.
Jugar a ser Cliff
"Representar a un personaje que existió siempre es un desafío", confiesa tímidamente el actor Nahuel Cano (Las islas y Un hueco, entre otras). "La mímesis parece siempre ser un lugar ingenuo, sobre todo en teatro, pero despegarse del modelo no es fácil, más tratándose de un actor que tenía una fuerte opinión sobre lo que es la actuación en cine."
El miró muchas de las películas de Cliff, tratando de tomar "algo de la fibra que tenía". Pero en verdad, el personaje va a ir creciendo en su relación con los espectadores. Cano aclara que "en escena pasará de realizar un stand up demente a momentos donde hay mucha intimidad y un fuerte juego interior".
Allí asomará algo muy atractivo para la actuación. "Lo que a él se le plantea –dice el actor–, por un lado, es la enorme voluntad de producir ficción pero, por otro, quedar atrapado por los personajes y desaparecer él. Eso le produce un desprecio total por la exposición y porque el actor termina transformándose en su personaje. Escénicamente ese juego es muy interesante. Como lo es meterse en el mundo del Hollywood de los 50 y las cámaras y las mansiones de Malibú. Hollywood está muy metido en esta historia, así como actores de su época con los que se relacionó."
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