Revisión de un clásico musical porteño
Gotán (ópera rantifusa) / Libro: Julio Tahier / Intérpretes: Laura Conforte, Alejandro Paker, Alicia Vignola, Black Rodríguez Méndez, Sofía González Gil, Max Acavallo, Tamara Bisceglia y Eber Burger / Coreografía: Rubén Cuello / Vestuario y escenografía: Pepe Uría / Arreglos, dirección musical y ejecución en vivo: Federico Mizrahi / Producción artística: Lino Patalano / Adaptación y dirección general: Manuel González Gil / Sala: Maipo Kabaret / Funciones: jueves a sábado, a las 22.30, y domingo, a las 21.30 / Duración: 105 minutos / Nuestra opinión: buena
Para los amantes del tango, para los memoriosos que quieren encontrar trozos de su propia vida atravesados por aquellas letras y sonoridades, y para aquellos que aún recuerden la puesta original o la que hicieran Susana Rinaldi y Raúl Lavié, el estreno de Gotán puede ser una buena oportunidad. Un total de cincuenta tangos asoman para ser cantados o bailados de forma completa, o como simple excusa para vehiculizar la trama usándose de algunos de ellos apenas una línea o una estrofa.
Gotán es (sería) una historia de amor a lo largo de toda una vida. Pero también, lamentablemente, es una historia de violencia. Y ese es otro punto tal vez interesante para acercarse en esta oportunidad al Maipo Kabaret: percibir que eso hoy tan presente en los medios de comunicación y sobre lo que la cultura local lucha para concientizar, nos viene de las entrañas mismas. Resulta extraño ver sobre el escenario a una artista cantando un tango en el que desestima al hombre romántico, pero valora al macho que "faja". Pero indudablemente algo de eso está en nuestra genética cultural y Gotán nos permite entender cuán dificultosa va a ser esta batalla que ya no es tan sólo simbólica. Se vuelve imperioso redefinir los géneros y los modelos vinculares entre ellos: ni la mujer plancha ni el hombre meramente provee o protege.
Manuel González Gil es plenamente consciente de que el contexto cultural en el que se estrena esta obra de teatro musical es muy distinto del original, 36 años atrás (1979 para ser más exactos, en el Teatro de la Fábula). Y para eso se ve obligado a estetizar los momentos de violencia quitándole de ese modo las aristas ideológicamente complejas que puede llegar a tener el texto, que, insistimos, es el resultado de una cultura. No hace una apología de la violencia de género, es parte de esa cultura.
Los artistas, cada uno en su arte, logran que el público se olvide de la estrechez del escenario, de la falta de altura y logran moverse con tal solvencia que se apoderan de la mirada del público. La pareja de bailarines compuesta por Eber Burger y Tamara Bisceglia es de una precisión y una sensualidad superlativa; en lo estrictamente vocal Alicia Vignola y Rodríguez Méndez le aportan el arrabal y el carácter reo que por una cuestión de coloratura no le aportan los protagonistas, que son los que traen específicamente lo teatral. Laura Conforte y Alejandro Paker, dos de los más grandes representantes del teatro musical (protagonistas originales de Casi normales), hilvanan el relato con delicado equilibrio entre lo interpretativo y lo estrictamente musical. El trabajo de dirección de González Gil es por momentos demasiado caricaturesco y algo ingenuo en lo estrictamente teatral, por sobre todo sabiendo que el material musical con el que se juega es de alto impacto dramático.