Ricardo Bartís, ante dos experiencias
El espacio del Sportivo Teatral, el estudio de Ricardo Bartís, está por estos días muy complicado. Mientras en la parte delantera se presentan las últimas funciones de De mal en peor , experiencia que está a punto de salir para Europa a hacer funciones en el Festival de Otoño, de Madrid, y luego en París, Toulouse y Barcelona, en la parte trasera se ensayan dos experiencias muy opuestas: Hedda Gabler , la emblemática pieza de Enrik Ibsen (que se estrenará en octubre) y La pesca , una propuesta que se presentará en el marco del VI Festival Internacional de Buenos Aires, únicamente hoy y el lunes 17, y los miércoles 12 y 19, a las 23. Ninguno de los dos trabajos está finalizado, pero ambos poseen una marca natural dentro del Sportivo, son investigaciones rigurosas y complejas donde la actuación ocupa un espacio preponderante y definitorio.
El final de De mal en peor lo muestra a Ricardo Bartís satisfecho. No es de reponer sus espectáculos; considera que no hay que hacerlo. "Hay que tener cierta hidalguía -dice-; los objetos tienen su tiempo, y eso hay que respetarlo". Se muestra convencido de que ha sido "un trabajo muy noble" y repara en las exitosas funciones que durante tres años mantuvo en cartel la propuesta.
Algo llama la atención, también. Estuvo ensayando dos experiencias casi a la par: Hedda Gabler , un texto casi opuesto a su estética, y La pesca , un material de creación más grupal que le posibilita reencontrarse con dos actores con los que hacía mucho tiempo que no trabajaba: Luis Machín y Sergio Boris. Al dúo se une Carlos Defeo, con quien en este último tiempo ha compartido más actividad.
Respecto del primero, todo empezó como un juego entre el director y algunos actores. Al comienzo ingresaron a la obra de Ibsen por el mero interés de descubrir cuáles eran los valores que hacían que ese material resultara tan contundente dentro del teatro moderno. En verdad, descubrieron que no eran tantos según su registros de trabajo. Entre ellos, comentaban: "¿Por qué tiene tanta prensa Hedda Gabler ? ¿Viste que no dice tantas cosas inteligentes? ¿Qué es lo tan singular de la obra?". De alguna manera, podría afirmarse que el desencuentro con esa pieza los atrapó.
"Para nosotros es un ejercicio -dice Bartís-. Nuestra intención era ver si podíamos acercarnos a ese material, resolver las obligaciones que su lenguaje nos planteaba y, después, tomar partido por un desarrollo de opinión que se manifestará en la actuación. Al comienzo teníamos la sensación de que íbamos a fracasar: o porque no íbamos a poder resolverlo o porque es una pieza que no se puede sacar de la representación "Hicieron una versión muy cercana al original, pero reducida. "En vez de dilatar el tiempo -explica el director-, lo afinamos. Nos mantenemos cerca del texto. No hay agregados; no hay alteraciones secuenciales; no desarrollamos otras escenas."
-En De mal en peor trabajaste a partir de Florencio Sánchez y ahora, a partir de Ibsen. ¿Los procesos dramatúrgicos fueron muy diferentes?
-En el primer caso, la libertad de poder inventar la historia me llevaba a un territorio insospechado, el vodevil, las entradas y salidas, jugar. Acá, la obra no te lo permite porque entonces se resiente mucho su naturaleza última: un drama contemporáneo de seres aburridos que no encuentran respuestas a sus deseos; o aparece el deseo sin objeto, o aquello que se desea en un momento dado se convierte en una situación de dificultad y desencuentro. ¿Por qué uno se casa con quien no debe? ¿Por qué se enamora de quien no debe? Los seres humanos se dañan y no tienen muy en claro por qué lo hacen.
-Hay algo de la conducta de esa mujer, Hedda Gabler, que te inquieta...
-En el espectáculo, Hedda bosteza todo el tiempo; está aburrida y el aburrimiento mata. Si te aburrís, sos boleta. El aburrimiento es una enfermedad terminal. Esta es una clase que no puede salir de eso. Es una heroína pobre. No la miramos con simpatía; es alguien que no dice nada inteligente. Pero teníamos ganas de hacer algo de cámara, vestirnos de época e investigar.
-En el segundo trabajo, La pesca , el mundo que se plantea es muy diferente.
-Es una historia que tiene que ver más con nosotros. Volvemos a un mundo argentino, a territorios que nos resultan estimulantes. La historia se desarrolla en el sótano de una fábrica abandonada. Es un lugar que en los años 60-70 está muy próximo al entubamiento del arroyo Maldonado. Abajo se han producido unas filtraciones que generaron unos enormes piletones. Después, la fabrica se cierra y el espacio queda abandonado. Unos muchachos van a pescar mojarritas, traen chanchitos de los lagos de Palermo, bagres de la Costanera. Y hasta tarariras del sur de Entre Ríos. Crean, entonces, un proyecto de la pesca bajo techo porque asoma también cierto pensamiento filosófico sobre los tiempos por venir, ligados con el silencio y la derrota. Hay que irse para adentro, pescar bajo techo.
Pero la cuestión en ese hábitat se complica: las tarariras crecen y se comen al resto de los peces y, cuando ya no tienen cómo alimentarse, se comen entre ellas y se degeneran. Aparecen las tarariras titán. "Las referencias históricas -cuenta Bartís- son una simple excusa para poder bromear sobre el campo imaginario del que observa. Los muchachos bajan en los años 80 a ver el lugar y, claro, de la gesta histórica no queda nada. Las tarariras se destruyeron. Uno de los personajes es un viejo militante, pero de superficie; estuvo cerca de la gesta histórica, y los otros dos son unos cuarentones que vivieron escuchando los relatos de aquella gesta.
-Parece muy delirante, pero su trasfondo resulta elocuente...
-En realidad, es una excusa para hablar de Perón, el peronismo, la pesca. Ahí asoman algunas resonancias contemporáneas. Un movimiento devaluado, especie de fetiche. Un cadáver sin brazos, esos brazos que convocaban a mucha gente y que sigue moviendo pasiones. Partimos de la idea de que el peronismo une en la división y une en la entrega. Lo que el peronismo formula es una hipótesis de entrega y de traición; lo que ofrece por izquierda lo va a traicionar por derecha. Como en toda mitología, cada uno convierte la voz del mito en su propia voz. Una situación que nos parece muy teatral es que cada uno escucha, en el habla de Perón, un discurso diferente. Acá lo verificamos: somos todos peronistas y, al mismo tiempo, ese enunciado no nos da ninguna identidad real en la cual podamos hermanarnos. Todo lo contrario. Nos va a obligar a matarnos como las tarariras metidas en el charco.
-Es muy sugestivo lo que comenzará a pasar cuando los dos trabajos se estrenen. En el piso superior, una clase social bosteza y, en el inferior, otra pelea por encontrar cierta identidad.
-Si ves lo de arriba, es muy simple. Es otra clase social; es otra configuración asociativa del universo. El de abajo es teatro anarquista de principios del siglo pasado. Es una especie de teatro viejo, pobre en la elementalidad y rusticidad de sus signos; totalmente argentino y viejo.
El FIBA produce
- La pesca es el primero de los tres espectáculos del segmento "El festival produce". Mañana, a las 19, se estrenará La paranoia , el nuevo trabajo de Rafael Spregelburd, en el Centro Cultural de la Cooperación (también el miércoles), y el viernes, a las 18.30, Hay algo que me golpea , un trabajo en proceso entre los directores Carolina Adamovsky, Carolina Balbi, Horacio Banega, Ariel Farace, Matías Feldman, Hernán Morán y Manuel Santos Iñurrieta, en el Centro de Exposiciones.
Agenda
Hoy
A las 15. Del otro lado del mar , de Omar Pacheco, en La Otra Orilla.
A las 17. Algo de ruido hace, escrita y dirigida por Romina Paula, en Espacio Callejón.
A las 17. Los hijos de los hijos, dirigida por Saavedra y Dreizik, en La Maravillosa.
A las 19. Un amor de Chajarí , de Alfredo Ramos, en el Teatro del Abasto.
A las 21. Espía a una mujer que se mata, con dirección de Daniel Veronese, en el Camarín de las Musas.
A las 21. Interiores , dirigida por Mariano Pensotti. En el C. C. Rojas, Corrientes 2038.
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