Uma Thurman: una femme fatale que domina los pasillos del poder de Washington
La actriz fetiche de Quentin Tarantino afirma que ya no hay papeles para ella en cine; para su debut en Broadway eligió una pieza de Beau Willimon, el creador de la serie House of Cards
NUEVA YORK.- Uma Thurman sabe que en teatro no hay segundas tomas ni retoques en posproducción ni posibilidad de repetir una línea de diálogo. Sabe que al subir al escenario del teatro Hudson en el estreno de The Parisian Woman ("La parisina"), una obra del creador de House of Cards, Beau Willimon, ninguna cámara podrá favorecerla ni será salvada por trucos de edición. "¡Claro que me siento muy expuesta! -dice Thurman-. Pero sin exposición no hay desafío. Y para ponerse a prueba hay que correr riesgos".
¿Cuántas pruebas más tendrá que pasar Uma Thurman a los 47 años? Nominada al Oscar por Pulp Fiction, Thurman ha sido una presencia potente y de alto voltaje en películas como Relaciones peligrosas (1988), pasando por las dos partes de Kill Bill de los primeros años de este siglo, hasta Ninfomaníaca (2013). Pero Thurman es una mujer de más de 1,80 metros de estatura, rostro renacentista y humor punzante, y el cine no siempre ha sabido qué hacer con ella. Y viceversa. "Los grandes papeles en cine llegan pocas veces en la vida -dice secamente-. Tal vez algunos tengan la suerte de que ocurra más seguido, pero no todos". Eso ayuda a explicar la incoherencia de su página en IMDB: su currículum salta de Henry & June a La Navidad de los Muppets, y de Mi super ex novia a Nuestros años dorados.
También permite entrever por qué una estrella del calibre de Thurman, que tiene una sola experiencia previa en teatro profesional, estará sobre el escenario durante cada minuto de la obra en la piel de Chloe, una hedonista con un marido adicto al trabajo y una calesita interminable de amantes.
Para una artista que pasó su carrera tratando "de ser decente y trabajadora" en medio de lo que describe como "el desprecio y el desdén de Hollywood hacia las mujeres de cualquier tipo", un papel como ese es casi un alivio.
Pero incluso esta oportunidad se vio opacada por la realidad exterior: las acusaciones de acoso y ataque sexual contra Harvey Weinstein, quien produjo varias de las películas de Thurman (ver aparte), y las denuncias de ofensas sexuales contra Kevin Spacey, estrella de la serie de Netflix, creada por Willimon.
Después de pasarse el día ensayando en tacos altos sobre el escenario, Thurman llega tarde a la entrevista, tras atravesar la carrera de obstáculos de los turistas que pululan por el centro de Manhattan. Parece una diosa del Olimpo otoñal, una diosa desmelenada y urgida por llamar a su hijo adolescente para ver cómo le fue en el partido de fútbol (tiene dos hijos mayores con su ex esposo, Ethan Hawke, incluido el futbolista, y una hija más chica con su ex novio Arpad Busson). "He llegado al punto de preocupación máxima y a esta altura lo tengo que sostener", dice con ironía.
Le hablaron por primera vez de The Parisian Woman hace dos años, cuando un abogado organizó un encuentro entre ella y la directora Pam MacKinnon. Thurman siempre había querido volver a hacer teatro, y los papeles en películas de calidad eran infrecuentes. Cuando le preguntan por la escasez de buenos papeles para mujeres mayores de 35 años, Thurman interrumpe la pregunta antes de que sea formulada: "Tampoco hay buenos papeles para actrices menores de 35". Quería saber qué tenía para ofrecer Broadway.
En aquella reunión, Thurman y MacKinnon repasaron la lista de heroínas clásicas que podría interpretar, hasta que MacKinnon mencionó el libreto de Willimon, inspirado en una obra de 1885 de Henry Becque, que combina la comedia ligera con un realismo osado. Willimon, que hasta House of Cards era conocido como autor del off-Broadway, había actualizado la obra ambientándola en los pasillos del Washington actual.
MacKinnon le mandó el guión, y al leerlo, Thurman se sintió inmediatamente atraída por el personaje de Chloe. "Me resultó admirable su sentido de emancipación, de libertad sexual, su absoluta confianza en sí misma", dice Thurman.
Al hablar con la actriz sobre el papel, Willimon tuvo una sensación extraña: "Es como si hubiese escrito la obra para ella, por su postura, su encanto, su sentido del humor, todas esas cosas imprescindibles para dar vida a Chloe y que Uma tiene naturalmente". Los productores de la obra sintieron lo mismo, hasta el punto que decidieron posponer la producción hasta que Thurman se recuperara de una fractura que sufrió tras un accidente a caballo. Como dice MacKinnon: "Chloe tiene el carisma de una estrella de cine". Ayuda mucho que Thurman lo sea en la vida real.
Sin embargo, Thurman descubrió la actuación sobre un escenario. Cuando cursaba el primer año en un internado en Massachusetts, interpretó el papel principal en Las brujas de Salem. Más de 30 años después, dice aún con cierta jactancia que "fue un verdadero logro, ya que los papeles principales siempre los conseguían los alumnos más grandes". Algunos representantes que había conocido el verano anterior trabajando como modelo fueron a ver la obra. El interés que les despertó su trabajo la ayudó a convencer a sus padres -Robert Thurman, profesor de estudios budistas de la Universidad de Columbia, y Nena von Schlebrügge, ex modelo y actual codirectora de una casa de retiro en Catskill Mountains- de que la cambiaran a la Escuela Profesional de Niños de Manhattan. A los 17 años ya había participado de cuatro películas, incluidas Las aventuras del barón Munchausen y Relaciones peligrosas. "No me costó nada elegirla para el papel -dice por teléfono Stephen Frears, director de esta última película-. Era tan deslumbrante, tan fresca, tan bella..."
Quentin Tarantino, quien la dirigió en Pulp Fiction y que escribió las películas de Kill Bill específicamente para ella, compara a Thurman con las luminarias de la época de oro. "Pero para mí, Uma tiene una cualidad que la pone a la par de Marlene Dietrich", dice Tarantino. Según el cineasta, el método de Thurman es encontrar una conexión emocional con el personaje, "desde adentro hacia afuera". Y agrega: "Porque ella no es superficie, ¿queda claro?"
Pero después de décadas de repetirse a sí misma que "mejor que todo salga perfecto de entrada", ha tenido que adaptarse a construir las escenas a lo largo de días y semanas de ensayo. Ha traducido la costumbre del cine de hacer varias tomas y la ha llevado a la sala de ensayos, donde experimenta una misma escena con varios tonos y posturas distintas. "Actuar nunca se me hace rutinario", dice sin titubear.
Una bala para Harvey
Su primera reacción ante las acusaciones de violación y acoso sexual contra Harvey Weinstein, productor de varias de sus películas, se hizo viral: con dientes apretados afirmaba que "hablaría cuando no estuviera tan enojada". Luego confirmó que ella también fue víctima de él y se alegraba de que Weinstein sufriera. "No te merecés una bala", dijo.
Traducción de Jaime Arrambide
Alexis Soloski
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