Un "antimusical" country
LOS ANGELES.- El 8 del actual se estrenó en pleno Hollywood una nueva obra musical que amenaza con convertirse en el nuevo boom del teatro off: "Tougher than Grace". Un párrafo de la biografía de su director, Steve Ferguson, en el programa de mano, dice: "La última obra que asumió fue la premiére mundial de la nueva obra "Watching The Birds", de James D. Freeborn. Ferguson la dirigió y protagonizó en la producción traducida al español ("Mirando los pájaros"), en la famosa avenida Corrientes, de Buenos Aires, y recibió críticas sobresalientes".
Steve Ferguson dejó su Michigan natal, hace 9 años, para probar suerte en Hollywood como actor y director. Allí estrenó cuatro obras originales ("That Day at Mickey´s Maltshop", "Theater in the Courtyard", "Through the Eyes of a Killer" y "A Passage to Freedom") y participó como actor en algunas series de TV. Pero necesitaba un cambio y pensó que era en España donde lo encontraría. Había algo de la idiosincrasia latina que le atraía. Hizo una escala en Buenos Aires, acompañando a un amigo, y quedó maravillado con la enorme cantidad de salas teatrales y la movida cultural que allí se desarrolla. España quedó como un plan. La Argentina, como un fin. Fue así como en enero de 2002 estrenó, en el Auditorio del Pilar, la obra "Mirando los pájaros", que luego pasó al teatro Belisario y se mantuvo 6 meses en total. El público y los nuevos amigos le dejaron a Ferguson un abrazo fraterno grato, antes de su regreso a California, el año pasado.
"Tougher than Grace" es un título de difícil traducción, pero sería algo así como "más duro que grácil". Es una pieza musical absolutamente fuera de lo común. El libro, las letras y la música son de Charlie Terrell, un reconocido hombre de la música country, el rock y el blues, y un prolífico autor teatral. Es una obra psicológica y metafórica que explora los aspectos más oscuros del alma humana y abofetea las debilidades. Es un grito que implora ser fuertes ante las adversidades y la maldad, que puede estar más cerca de lo que uno se espera. Cuenta la historia de la familia de un predicador religioso dominante, perverso y casi satánico, con una esposa sometida, Josephine, neutralizada y obnubilada por su personalidad, y Tina, una hija adolescente bella a la que somete físicamente desde pequeña. En uno de sus discursos religiosos el predicador encuentra a un detractor: el pueblerino Jimmy Nickens, a quien no sólo hace acallar en primera instancia por sus matones, sino que él mismo trata de asesinarlo con dos serpientes. La inocente irrupción de Tina en escena lo salva de morir y da comienzo a una relación que parece ser la salvación. Cuando Jimmy descubre la verdad, luego del suicidio de Josephine, la ayuda a escapar. Con el tiempo, el predicador enloquece y se dedica a vagar por las calles en un changuito de supermercado. Hasta que descubre a la joven pareja. Otra vez intenta dominar la situación y lo logra, le dispara a su hija, desfigurándole el rostro, y obliga a huir para siempre al fracasado salvador. Finalmente, la joven se convierte en una desnudista que cubre la mitad de su rostro con media máscara, hasta toparse con una moraleja final.
La historia está muy bien contada y sigue una línea expresionista y, a la vez, de distanciamiento. El cantante de una banda country -interpretado por el mismo autor- no sólo oficia de relator de los hechos, sino que a través de las canciones argumenta, pinta y se relaciona directamente con los personajes y el público, en el mejor estilo brechtiano. Son canciones por demás atrayentes, de poesía popular y en ritmos sostenidos en el blues y el country-rock.
Pero una de las cualidades más llamativas es la original puesta, en un ámbito no tradicional. Se presenta como un "antimusical" en el pub country King King, situado en plena Hollywood Boulevard, a 6 cuadras del Kodak Theatre. El lugar tiene una barra circular en el centro y un pequeño escenario en su foro lateral izquierdo, donde se ubica la banda de música. En un ámbito superior, al que los actores acceden por una escalera caracol, se ubica la habitación de Tina; en tanto, en otro pequeño tablado del lateral opuesto está su camarín del Burlesque. Ferguson aprovechó toda la superficie del local y hace desplazar a los actores por todo su perímetro, sin desaprovechar un solo rincón. Como hay escenas que transcurren en un bar, los actores hasta alternan entre el público en la barra. El barman real se mezcla con la cantinera de la obra y eso brinda un sabor interactivo muy interesante. En la escena en que el predicador ofrece su más crudo y tendencioso discurso desde el balcón de su casa, se utiliza la superficie superior supuestamente destinada para la consola de sonido. Estos movimientos también obligan al público a desplazarse permanentemente para presenciar la historia desde todos los ángulos sin perderse detalles.
Multimediático
Es una propuesta muy interesante que no sólo obliga al espectador a transitar por un abanico de sentimientos opuestos, sino que también lo deja tarareando melodías y fraseos como: "The Preacher goes crazy... The Preacher goes crazy..." ("el predicador se volvió loco"), si se quiere, con un vaso de bebida en la mano. A su vez, cada escena, cada canción y cada movimiento tienen un metalenguaje multimediático, a través de una doble pantalla sobre el escenario, sobre la que se proyectan imágenes estáticas, fotografías y hasta escenas enteramente filmadas por el creativo Paul Stula.
El elenco es excelente y está compuesto por actores de amplia trayectoria en cine, teatro y TV: Michael Childers, como el Predicador; Irene Muzzy, Jackie Page, Donny Persons, Sarah Colonna, Michelle Mathews y David Hyatt.
A juzgar por las decenas de espectadores que llenan el recinto, la obra permanecerá durante bastante tiempo en ese lugar. ¿Si Steve Ferguson planea traerla a la Argentina? La música y el lenguaje son muy locales. Va a ser difícil. Por lo pronto, se queda en los Estados Unidos, aunque no descarta visitar su país adoptivo muy pronto.