Un Chéjov revisitado, en pleno corazón de la Comarca Andina
Producida por el Cervantes, en Lago Puelo el grupo Teatro Casero estrenó una obra que incorpora el paisaje patagónico
LAGO PUELO. "Bienvenidos a Teatro Casero", dice un personaje que oficia de peón de campo de una historia rusa escrita en 1899 que se presenta a pocos kilómetros de Lago Puelo, provincia de Chubut.
La temperatura es de siete grados. En el valle, llovizna. En el alto de las montañas, nieva. Está por comenzar Los gansos graznan un rato y se callan. En esta versión de Tío Vania, de Antón Chéjov, los gansos se callan. Pero acá, en medio del paisaje cordillerano de la Comarca Andina, los dos perros (Palermo y Bollywood) y las bandurrias, pájaros de la zona, muy pocas veces se quedan en silencio.
En un viejo ex aserradero funciona la Compañía Teatro Casero. El Taller Mandarina, así se llama, es una casona de madera con grandes ventanales hacia las dos cadenas montañosas cubiertas de nieve, coníferas, abedules, frutales de todo tipo y álamos. La salamandra está encendida. Los espectadores, entran 35, van llegando al lugar como si se tratara (en verdad, se trata) de una ceremonia íntima. Sobre el piso del aserradero van quedando huellas del barro que Sonia (personaje interpretado por Marta Roger) barre con obsesiva atención. Cuando la acción se inicia, todos se ubican alrededor del piano que toca el francés Adrien Vanneuville y cantan un tema de José Luis Perales cuyo personaje ve la mañana vestirse de gris.
Hoy -viernes de la semana pasada- el cielo está gris. A 1710 kilómetros tiene lugar otro estreno producido, como éste, por el Teatro Nacional Cervantes. En plena ciudad de Buenos Aires llueve. Es la primera función de los dos textos de Copi según Marcial Di Fonzo Bo. Allí, según las fotos que se van subiendo a las redes, hay muchos famosos, imágenes de Benjamín Acuña como Evita, de los directivos del Cervantes y un hall cubierto de periodistas y actores. Acá, la foto es otra. No hay cámaras de televisión, ni están los directivos del Cervantes, ni ningún integrante de las fuerzas vivas de la Comarca, ni famosos. A 220 kilómetros del lugar, en Villa La Angostura, se está presentando TiemVla (teatro volcánico), otra de las producciones del ciclo El Cervantes en el país. Mientras todas esas acciones despliegan sus ritos, el público que llega al aserradero se va ubicando en las gradas en un atractivo desfile de pulóveres de lana, zapatos con huellas de barro, largas bufandas y gorros multiétnicos.
Para los integrantes de Teatro Casero se trata del tercer montaje basado en textos de Chéjov en los tres años de vida del grupo. El primero fue Ensayo ruso, sobre Pedido de mano. El segundo, Amoroso, a partir de El oso. Dirán, en tono de broma y ronda de mate la tarde antes del estreno, que hacen Chéjov porque era el único libro que tenían en la biblioteca (no es cierto, sobre los estantes de madera hay muchos más). Reconocen que más allá de los temas universales que aborda Tío Vania (el amor, un proletariado creciente, la desesperanza) sienten que la trama interpela la realidad patagónica y que ese aspecto no necesariamente tiene que ver con lo evidente: el frío, el campo, la nieve o el clima de mansedumbre.
Cuando Silvina Orlando, otra de las actrices, leyó Tío Vania, tuvo en claro que la obra habla de la realidad que conoce desde hace 21 años, cuando se instaló en la región. "Desde que llegué escucho problemas con las tierras, de hijas prometidas para tener acceso a una tierra, de peleas por el terreno de los pastizales", cuenta.
Darío Levin y Adrien Vanneuville, los encargados de las adaptación y la dirección de Los gansos..., en algún momento del proceso imaginaron ponerles nombres locales a los personajes rusos, usar apellidos tradicionales del lugar. Después, lo descartaron. Aquella historia estrenada en 1900 interroga a la actualidad con tanta organicidad interna como lo hace el paisaje en su juego con el interior de la sala. El juego entre lo lejano y lo próximo es constante en esta sugestiva puesta que tiene escenas de movimiento grupal muy logradas, algunas actuaciones verdaderamente notables por la concentración y expansión que logran los intérpretes, un diseño lumínico de sumo rigor y ciertos quiebres y pasajes musicales que profundizan el estado de una intensa calma a punto de estallar.
Para un porteño, a la atmósfera chejoviana atravesada por el paisaje andino habría que sumarle la atmósfera hippie que ronda el imaginario de El Bolsón, el pueblo ubicado a pocos kilómetros de aquí pasando el Paralelo 42 y ya en tierras de Río Negro. Los integrantes de Teatro Casero saben de aquello por cuentos que se repiten de generación en generación. El déjà vu de aquellos tiempos setentosos está latente y aparece en formas insólitas: en una bar de El Bolsón la contraseña para Wi-Fi es "dialoguemos". En el verano pasado, la Comarca se alzó frente a un polémico emprendimiento del magnate británico Joe Lewis, amigo del Presidente. La histórica marcha que se hizo en El Bolsón coincidió con el día de la diversidad sexual. "Esa tarde coincidieron los paisanos con sus caballos, los mapuches y las familias de la zona defendiendo las tierras junto a las carrozas de las travestis en un aquelarre hermosísimo de diversidad real", recuerda el actor y clown Darío Levin. Seguramente, Astrov, papel a cargo de Guido Arena, hubiera estado ahí porque, como reconoce Sonia, es un defensor de los bosques.
Guido, como el resto de los diez integrantes del grupo, llegó a la zona buscando otros horizontes. Tres de ellos vienen de otros países (Venezuela, Francia y Chile) y sólo una es patagónica (nació en Viedma). Adrien Vanneuville, el francés que codirige Los gansos..., llegó a América del Sur hace diez años para hacer teatro callejero. Levin, el otro director, dejó Buenos Aires hace tres años porque quería cambiar de condiciones de producción escénica, probarse en una escala social más reducida e indagar otras poéticas. Levin ya está acostumbrado a los cambios: de joven descartó toda posibilidad de ser médico cuando vio una obra de El Clú del Claun y decidió estudiar teatro. Acá dejó de lado su faceta clownesca y todos los sábados y domingos es Vania.
Ensayo ruso, primera producción, ya tuvo alrededor de 80 funciones. Amoroso, la segunda, 40 (todo un número para lo que implica el circuito de producción en el interior). Las tres obras fueron pensadas para esta vieja carpintería. La primera se hacía en una casa que está en el mismo terreno del aserradero en donde vive Darío. Antes de comenzar circulaba un mate. Algunos fines de semana presentaron las dos obras seguidas. Antes de comenzar Amoroso circulaban unos vinos. Ambas lograron lo que no imaginaban: tener un público propio, hacer giras, ser programadas por festivales. En ese recorrido por rutas argentinas se dieron cuenta de que esos textos y sus resonancias locales entraban en diálogo con otras realidades geográficas y políticas.
En la ciudad de Tucumán, montaron Ensayo ruso en una casa humilde del suburbio. Dicen que eso fue una especie de "Chéjov del Tercer Mundo". En El Calafate lo hicieron en una pulpería. Unos de los actores llegaba a caballo. En Viedma fue en la misma ciudad. En Río Colorado lo hicieron en un casco de estancia.
Ahora termina la función de Los gansos graznan un rato y se callan. Vienen los aplausos, luego llegan los abrazos y el estado de emoción va adquiriendo otras formas. Los dos perros ladran. Aunque afuera hace cuatro grados, acá hace calor. Alrededor de una mesa chejoviana, los integrantes de Teatro Casero sirven un vino orgánico creado en la Comarca. Se llama "Sólo el amor salvará al mundo".
Los que no se callan
Los actores de Los gansos graznan un rato y se callan son Guido Arena, Darío Levin, Kevin Orellanes, Silvina Orlando, Marta Roger, Adrien Vanneuville y Cecilia Ventuala. La versión y la dirección es de Levin y Vanneuville. Con iluminación de Braian Mustafá y vestuario de Camila Mery. El movimiento escénico es un diseño de Cristian De Campos Morais. El encargado de la producción local es Gustavo González Bazón y de la producción del Cervantes, Dora Milea.
Más leídas de Espectáculos
Con Léa Seydoux. Amor sin tiempo es una película arriesgada y distópica, inspirada en Henry James y la desconexión emocional de nuestros días
Potencia y precisión. Guerra civil: un inquietante escenario futurista que hoy está lejos de ser visto solo como ficción
De Timothée Chalamet a Theo James. Quiénes son los cinco actores que protagonizan las biopics musicales más esperadas