Un lienzo sobre el ocaso del poder
Hoy se estrena, en el San Martín, Paisaje después de la batalla, con Daniel Fanego
Daniel Fanego toma a Analía Couceyro por la cintura y le dice "Mi noche queda a oscuras". Ella llora; sigue poseída por su personaje. El actor mira a la directora, Mónica Viñao, y le sugiere que la luz comience a debilitarse antes, ni bien comienza aquel desgarrador parlamento que concibió Ariel Barchilón en 2003, gracias a la Beca de Dramaturgia del Instituto Nacional de Teatro. Un ejército verdadero, no aquel que describe Paisaje después de la batalla , rodea la escena. Vestuaristas, escenográfos y sonidistas y técnicos se alistan para el estreno de hoy, en la sala Cunill Cabanellas, del Teatro San Martín.
Se advierte a los intrusos de modo reiterativo pisar con cuidado y estar pendientes de sus propios pasos. Los consejos no suenan exagerados. Viñao lleva su brazo vendado y se recupera de aquella herida de guerra que sufrió mientras dictaba tácticas a sus soldados. "Para que tengas suerte en los estrenos, los ingleses dicen «Break a leg» [Que te rompas una pierna]. Me imagino que esta quebradura debe ser un buen augurio", ríe la realizadora.
Los actores bajan la guardia y se relajan por unos instantes. Néstor Sánchez ejecuta un ejercicio vocal y comienza a enumerar las preposiciones. "¡No! Te olvidaste de según y sobre", corrige Fanego la lista de su compañero.
Un actor intenta en vano distraer a Couceyro, quien recrea a una criatura víctima de un amor prohibido y de un Tatita bien déspota. La actriz está acurrucada sobre el piso del escenario que equivale a una enorme reproducción de un lienzo de Juan Manuel Blanes. Viñao viajó a Entre Ríos, al Palacio San José, que perteneció al general Justo José de Urquiza para ingresar en esta atmósfera en la que está ambientada la obra.
Sobre la caída
"Es una tragedia que evoca a la historia argentina. Evoca el incesto, la guerra fraticida y la sociedad que se come a sus hijos", resume Viñao sobre esta pieza que recrea los últimos días en el poder del general Dalmacio Cáceres, un ficticio caudillo federal, encarnado por Fanego.
Viñao se cubre con un poncho, se acomoda en su asiento y comienza una nueva pasada completa del texto. Los cuerpos de Couceyro y Fanego luchan durante una escena. El intenta quitarse la camisa, pero no lo logra, entonces se arranca un botón, ante la mirada atenta de una encargada de vestuario, diseñado por Luciana Gutman. Rodrigo Pedreira, Silvia Dietrich, Jorge Rod, Juan Ignacio Bianco y Carlos La Casa ingresan en otra escena y así queda conformado este universo de horror en el que el caudillo maneja los hilos de sus vidas. Cáceres le pide a Blanes que retrate la victoria de una batalla que aún no ha librado. Sin embargo, el artista escapa, incapaz de satisfacerlo, pues se niega a realizar aquello que no dicte su inspiración y que no obedezca a los designios del destino.
"Vi La caída , con Bruno Ganz, y El búnker , con Anthony Hopkins [ambas sobre el ocaso de Adolf Hitler], miles de veces, ida y vuelta y a los dos les robé cosas", confiesa Fanego, que ensaya desde febrero y que destaca la importancia de saber el texto a la perfección y de subir con humildad al escenario, aquel sitio que considera sagrado.
"Estamos en la presencia de un dictador que se está resbalando del mapa. Es un ser absolutamente patético. Y eso me ayuda porque es una actuación dentro de la actuación y no se sabe bien para quién lo hace", dice Fanego con el pelo arremolinado y húmedo luego de la ducha. Ahora viste jeans tras haberse despojado de las pesadas botas y de su traje de milicia. "Necesito bañarme porque tanto abuso de poder agota. Aguanto una hora nada más", bromea Fanego.
Para agendar
Paisaje después de la batalla, dirigida por Mónica Viñao
Teatro San Martín, Corrientes 1530. De miércoles a domingos, a las 21. $ 35.
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