Un logrado viaje iniciático a través de los libros
La biblioteca de los libros desordenados. Autores: Compañía El Nudo. Dirección: Román Lamas. Intérpretes: Lorena Azconovieta, Myrna Cabrera, Mariano Del Pozzo, Pablo del Valle, Mariana Elizalde, Johanna Mizrahi, Fernando Morando, Olavia Paz Campos, Mariano Pichetto y Leticia Yebra. Música: Mirko Mescia, Mariano Pichetto y Johanna Mizrahi. Diseño de títeres: Alejandro Farley y Román Lamas. Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Iluminación: Omar San Cristóbal. Teatro: Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Funciones: sábados y domingos, a las 15. Duración: 55 minutos. Nuestra opinión: buena
Un rayo de luz en la vieja biblioteca echa a volar historias, al iluminar las pequeñas partículas de polvo que se levantan de los libros. De ellas asoman personajes que estaban escondidos. Los pequeños caldericos, personajes feéricos, adquieren visibilidad. Los bibliotecarios que agitan las páginas de los libros son los titiriteros, su manipulación de los títeres-caldericos es la lente de aumento que pone en movimiento la trama oculta.
La biblioteca de los libros desordenados es la obra ganadora del Premio Ariel Bufano de dramaturgia para teatro de títeres y objetos, instituido el año pasado por el Teatro San Martín para conmemorar el 40º aniversario de la creación del Grupo de Titiriteros. Autores de la pieza son los integrantes de la Compañía El Nudo -Mariana Trajtenberg, Daniel Scarpitto, Claudia Villalba, Julieta Alessi y Nelly Scarpitto-, que, tras una larga trayectoria, tiene en cartel actualmente su obra Un hipo desafinado. Su núcleo fundador emergió en 1998 de la Escuela Taller del Grupo de Titiriteros, también fundada por Ariel Bufano.
El premio consistía en la puesta en escena de la obra por parte del Grupo de Titiriteros, tarea que fue encomendada por su directora, Adelaida Mangani, a Román Lamas, otro titiritero que se formó en la Escuela Taller, con un importante recorrido artístico posterior en el mismo Grupo de Titiriteros y en otros elencos, como el mítico Periférico de Objetos.
Toda la propuesta es así también un punto de reunión de diversas líneas de acción artística que surgieron a partir de la semilla fundacional puesta por Ariel Bufano. No hay retablo, sino un escenario abierto sobre el que está montada una profusa escenografía. Hay actores-titiriteros que literalmente cumplen los dos roles, como bibliotecarios algo titiritescos y como manipuladores de títeres y objetos. La historia, que apela desde su escritura a un público de pocos años, se desenvuelve en la puesta en escena con una potencia mayor, tal vez menos intimista de lo que sugieren los personajes a primera vista.
El de los caldericos es un viaje iniciático en busca de respuestas al porqué de la singularidad de uno de ellos, el pequeño Pino, nacido con una plantita florida en lugar de la cola que llevan todos sus congéneres. Atravesar peligros como un fuego arrasador fortalecerá y otorgará sentido a su identidad. Las múltiples identidades del arte titiritero de nuestra escena actual se cruzan en tanto en esta puesta en escena, dando lugar a una experiencia de gran vitalidad.
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