Un mágico paisaje en constante transformación
Phantastikón
Nuestra opinión: muy buena
Intérpretes: Samanta Leder, Pablo Lugones y Eugenia M. Roce. Colaboración teórica: Fernanda Alarcón, Javier Zoro y Manuel Hermelo. Música y sonido: Patricio Lisandro Ortiz. Vestuario: Belén Parra. Luces: Matías Sendón. Escenografía: Rodrigo González Garillo. Creación y dirección: Leticia Mazur. Teatro: Sarmiento. Funciones: de jueves a domingos. -Duración: 60 minutos.
La obra de la bailarina y coreógrafa Leticia Mazur es la que desde hace varias semanas despliega sus pasos en el Teatro Sarmiento como parte del ciclo Artistas en Residencia. Luego de revisitar cinco obras suyas, cumpliendo con la premisa de este interesante programa por el cual ya pasaron Matías Feldman y el grupo Piel de Lava, esta talentosa creadora estrenó Phantastikón, que, según sos propias palabras, es "mezclarse con lo invisible, habitarlo y transitarlo hasta que despliegue sus formas".
En el escenario del Sarmiento hay tres bailarines (Samanta Leder, Pablo Lugones y Eugenia M. Roce) que cumplen roles vitales en este tránsito, en el modo en que se apoderan y habitan tanto lo invisible como lo que puede resultar evidente. Todo comenzará con los tres bailando una especie de comedia musical con mucho swing y mucho tap, aunque tal vez se cuele algo del malambo, de una pisada fuerte en medio de lo tenue.
Todo ese juego de sutilezas sucede en un espacio escenográfico de líneas arquitectónicas muy definidas y puras que irán desplegando otras formas, otros paisajes a lo largo de este viaje en el que importa más el recorrido que el destino en sí mismo. Todo es blanco: también los pantalones y las delicadas remeras de ellos. Al parecer, esa primera escena tiene algo de carta de presentación de esta especie de manifiesto coreográfico sobre la mutación, la transformación y la cita que deviene en huella.
Si bien los tres intérpretes cumplen roles constitutivos de este rito escénico regido por una tensa calma, radicalmente en el ADN de Phantastikón tanto el diseño sonoro, el vestuario y la propuesta lumínica como la escenografía son tanto protagónicos como necesarios para dar vida y personalidad a esta potente experiencia escénica. Si bien todo es blanco, podrá ser rojo. O una potente coreografía podrá terminar en un simple efecto de luz. O de una sonido envolvente se pasa a una reflexión sobre la materia, sobre el objeto. El todo en distintos niveles de movimientos, de desplazamientos, de mutaciones.
En perspectiva, Phantastikón tal vez tenga algo de una propuesta conceptual muy por fuera de toda pretensión narrativa o demostración coreográfica basada en el impacto. Es, o tal vez no y poco importe la diferencia entre una afirmación y una duda; una idea que proyecta sus múltiples formas, sus pliegues, sus capas, sus mixturas, sus texturas y sus movimientos hasta convertir a esa idea en un viaje sensitivo de una enorme fluidez interna. Y se podrá reconocer otro aspecto (subjetivo, claro está) de esto todo creado y dirigido por Leticia Mazur: da enorme placer ver esas líneas de fuga en tránsito desde la butaca, dejarse llevar por esos paisajes infinitos. Ya está avisado, quedan ocho funciones.