Teatro. Un puñado de monjas en problemas
Esperanza mía, el musical / Libro: Marcos Carnevale / Intérpretes: Lali Espósito, Mariano Martínez, Gabriela Toscano, Ana María Picchio, Carola Reyna, Ángela Torres, Karina K, Natalie Pérez, Laura Cymer, Vanesa Butera, Virginia Kaufmann, Leticia Siciliani, Franco Masini, Karina Hernández, Mariquena García Cornejo, Gonzalo Gerber, Mariano Magnífico, María Florencia Oliver Miranda, Pilar Rodríguez Rey / Dirección musical: Diego Monk / Vestuario: Alejandra Robotti / Escenografía: Ana Repetto / Iluminación: Juan García / Producción: Adrián Suar, Fernando Blanco / Stage manager: Ángeles Pourteau / Dirección: Valeria Ambrosio / Teatro: Ópera Allianz, Corrientes 860 / Funciones: en vacaciones, todos los días / Duración: 100 minutos / Nuestra opinión: bueno
La versión musical de Esperanza mía es una gran excusa para que los chicos vean de cerca a su estrella favorita, Lali Espósito. Y el propósito se logra, la ven de cerca cantar, bailar y lucirse a pleno con un carisma arrasador. Todo está puesto en función de eso.
Los chicos y chicas deliran con la aparición de Lali, pero también -y hay que reconocerlo- con la de Mariano Martínez y la otra parejita joven de la historia, la que forman la cada vez más instalada -muy justamente- Ángela Torres y Franco Masini.
El resto del elenco (de una calidad y trayectoria notable: Gabriela Toscano, Ana María Picchio, Carola Reyna, Karina K, Natalie Pérez, Laura Cymer, Vanesa Butera, Virginia Kaufmann y Leticia Siciliani) aparece prácticamente sólo para darle cuerpo a la historia que sirve de eje a este musical. La única que tiene un poco más de relevancia en la trama es Toscano o Clara, la mamá biológica de Esperanza.
La historia es más que básica y pone el centro en la música. El coro de monjas del convento participa de un concurso para ir a cantar al Vaticano. A falta de la maldad de Genoveva (Rita Cortese no es de la partida teatral), Beatriz (una imperdible Carola Reyna) pergeña un encierro que mantiene a Esperanza lejos del ensayo y cerca de los malos entendidos y las travesuras.
La obra dialoga permanentemente con su versión televisiva, a tal punto que no sólo se dan por sobrentendido todos los detalles del pasado de los personajes, sino que se utilizan de fondo -a modo de escenografía- escenas y escenas de la tira. Son las que visten los momentos románticos y los números musicales. Pero hay que aclarar que no hay tantas escenas románticas porque la energía -muy arriba todo el tiempo- está puesta en la comedia; hasta el padre Tomás (Martínez) tiene sus propios gags, cosa que en la tele ni se vislumbra.
Todo transcurre a pura música hilvanando las canciones emblema de la serie, pero la trama se anima a avanzar sobre un par de temas centrales que en la televisión son el nudo del problema y probablemente no se resuelvan hasta los últimos capítulos. Uno: Esperanza se entera de que Clara es su mamá, y dos -el más esperando e impactante, a saber por el griterío generalizado del público-: los protagonistas finalmente se besan.
Tiene varios problemas esta propuesta teatral. El libro es pobre, la escenografía le pisa los talones a esa pobreza y da la sensación de que fue realizado en poco tiempo y "a los ponchazos". Sorprende un poco la firma de Marcos Carnevale y de Valeria Ambrosio en texto y dirección, respectivamente. No se los descubre.
Pero hay que decirlo. Los chicos la pasan genial. Lali Espósito está afianzada en su perfil, y esta propuesta le calza a la perfección. El gran plus de esta versión es la presencia -invalorable para su público- de los actores. Pero claramente se guardaron para la tele la calidad de la realización.
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