Mirtha Legrand. 40 años con la televisión
La diva lleva acumuladas ya cuatro décadas de historia con sus almuerzos en la pantalla chica
Pasado mañana, Mirtha Legrand inicia una nueva temporada de sus clásicos almuerzos. Una temporada que tiene la característica de que en ella se cumple el aniversario número 40 desde que empezó el programa, el 3 de junio de 1968.
-¿Se acuerda qué pensó cuando le propusieron hacer un programa de almuerzos por televisión?
-[Se ríe] Que era un disparate, una locura. ¿Comer y hablar al mismo tiempo? ¿Dónde se vio una cosa semejante?
-¿Cómo se lo propusieron?
-Todo se originó una vez que fui a Sábados de la bondad , un programa que conducía Héctor Coire en el que competían dos instituciones con fines benéficos. Iban figuras a apadrinar a esas instituciones y yo fui como madrina del Instituto del Quemado. Al terminar, Romay, que estaba con Samuel Yankelevich, nos invitó a tomar una copa en su oficina y yo me puse a alabar a los programas en vivo, porque me parecía interesante la experiencia de hacer algo sin libreto, con espontaneidad. Enseguida Romay me preguntó si me gustaría hacer un programa así y yo le contesté que nunca lo había hecho, pero que me parecía atractivo. La cosa quedó ahí. Pero al día siguiente ya me estaba llamando para proponerme hacer el programa de almuerzos parecido al que producía Yankelevich en radio Belgrano, que se llamaba Tomando el té con las estrellas .
-Y ahí la entusiasmó.
-Para nada. Quería hacer unos almuerzos con doce invitados. ¡Un disparate! Le dije que yo no era periodista, que no sabría hacer eso. Pero insistió y le dije que lo iba a pensar.
-¿Al final qué la hizo aceptar?
-Lo consulté con Daniel [Tinayre] y a él no le pareció algo tan loco. Me dijo que era una mujer bien informada, que sabía un poco de todo, que no era periodista, pero tenía una gran espontaneidad, un buen vocabulario, sabía hablar. Terminé aceptando, pero con menos gente. El programa se empezó llamando Almorzando con las estrellas , duraba una hora y se hacía en un lugar muy chiquito. Al principio fue muy criticado en el ambiente, porque una actriz se ponía a hacer un trabajo que le correspondía a un periodista. Encima interrumpía a la gente.
-Lo que con el tiempo se convirtió en una marca de estilo.
-[Se ríe] Exactamente. Junto con la costumbre de mostrar el vestido, las joyas, dar la vueltita... Todas cosas en las que fui pionera.
-¿Le molestaba que tildaran de frívolo eso que hacía usted?
-Sí, me dolía, claro. Pero tenían razón. Es frívolo. Lo que pasa es que el programa tiene toda una parte frívola que es ésa y que no puede dejar de estar, porque es lo que les gusta a muchas mujeres que lo ven. Pero también tiene lo que se habla en la mesa en la que generalmente no se tratan solamente temas frívolos. Allí se habla en profundidad de muchas cuestiones importantes.
-En los primeros años, surgieron algunos imitadores, ¿no?
-Sí. Yo no diría imitadores. En un momento, hubo tres ciclos de almuerzos en el aire simultáneamente. Almorzando con Nélida Lobato , en Canal 9 cuando yo me fui a Canal 13. Me acuerdo que Nélida vino a consultar mi opinión cuando se lo propusieron y yo le dije que se sintiera libre, que a mí no me molestaría en absoluto que aceptara ese trabajo. En Canal 11, como se llamaba entonces Telefé, estaba la Chona, que hacía Almorfando con la Chona . Una idea genial que se le ocurrió a Héctor Ricardo García y que, a veces, me ganaba en audiencia.
-También Bergara Leumann hizo almuerzos, si mal no recuerdo.
-Sí, pero eso fue un reemplazo durante mis vacaciones. A mí, me reemplazaban muchas veces, porque el programa salía todo el año. Además del gordo, también me reemplazó [Juan Carlos] Pérez Loizeau y Ramón Andino, el padre de Guillermo. Y en Canal 9, alguna vez me reemplazó Irma Roy. También tuve épocas de vacaciones forzadas, pero allí no me reemplazó nadie.
-¿Cuándo fue eso?
No recuerdo bien los años. Durante el gobierno de [Raúl] Alfonsín estuve bastante tiempo sin trabajar. El argumento era que no podía ser que en el país hubiera gente que pasara hambre y se mostraran almuerzos por televisión. Lo que nadie se ponía a pensar es que solucionar el tema de la gente que pasa hambre es una responsabilidad del gobierno, que no se soluciona por prohibir que se almuerce en televisión. Recuerdo que por ese entonces, cuando todavía no era presidente, me encontré con Carlos Menem en Punta del Este y él me dijo que si era elegido me volvería a poner en pantalla.
-Promesa de campaña electoral, seguramente.
-Pero fue una de las que cumplió. Apenas asumió, hizo que me llamaran del entonces ATC y volví por esa pantalla. Después, en la época de Eduardo Eurnekian, fui a América, adonde estoy ahora muy cómoda. Tengo absoluta libertad para decir lo que quiera. Nadie objeta nada, critique a quien critique.
-¿Cuándo surge la Mirtha crítica, incisiva para preguntar, que hoy también es una marca de estilo suya?
-Con los años, fui tomando confianza y eso me permitió animarme a decir lo que siento, con autenticidad. Esto lo hice con todos los gobiernos. Hasta con los militares.
-¿También en esa época?
-Por ese entonces, había listas de nombres con un código. A los marcados con negro no se los podía invitar, a los marcados con gris, no era conveniente, y con los que quedaban en blanco, no había problemas. Vinieron varios marcados con gris y no se dieron cuenta.
-Y este año, ¿quiénes quisiera que estén en su programa y piensa que le puede costar traer?
-A la pianista Martha Argerich, que no va a la televisión, a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no para atacarla, sino para decirle con buena intención cosas que mucha gente le quisiera decir. Y a mis familiares que nunca quieren venir.
-A lo mejor aceptan en la fecha del aniversario.
-¡Ojalá!
Para agendar
Almorzando con Mirtha Legrand. Programa de interés general con invitados en vivo.
Por América. Desde el lunes, de lunes a viernes, a las 13.15.
lanacionar