Opinión. Actualidad y mal humor
WASHINGTON.- Parece difícil que, en una superpotencia en depresión, la TV no se ponga tan difícil como el ánimo de su gente.
Eso se ve a diario aquí, donde los números del rating parecen acompañar, de alguna manera, la caída de la imagen de Barack Obama. Desde la euforia de los primeros días de mandato, en que todo parecía posible, a éstos, en que la dificultad política cepilla aquel entusiasmo, la curva descendente en su imagen parece acompañar el retroceso en el interés por lo que ofrecen las grandes cadenas de televisión.
Las curvas de descenso podrían graficar historias paralelas de impaciente decepción, con la única excepción de Fox News; precisamente, la cadena que todos los santos días despotrica contra todo lo que va mal. La perfecta voz del mal humor en la que, tal vez, el norteamericano medio encuentre un eco de lo que rumia en la cotidianeidad de sus mañanas: miedo a perder la casa, miedo a perder el empleo, miedo a que el "sueño americano" sea cada vez más difícil. Y un culpable fácil a la vista: ¡Barack Obama! (y su gente).
Ni la CNN ni su competidora, Msnbc, ensayaron cambios en su formato informativo. Y ofrecen la misma fórmula tanto al norteamericano ilusionado de hace más de un año como a este que hoy tiene las mismas deudas que antes -o más- y menos razones que entonces para confiar. El mal humor social no es cosa fácil.
En ese panorama, ABC ensaya este cambio del que tanto se habla y del que, en rigor, poco se conoce. A partir de agosto, la ex corresponsal internacional estrella de CNN -Christiane Amanpour- pasará a conducir This Week, el programa político por excelencia de la cadena propiedad de Disney.
Con más de tres décadas en pantalla, This Week no tiene un formato revolucionario. Es una mesa redonda dominical -con tazones de café de por medio- en que se debaten los hechos políticos de la semana. Y se abren interrogantes para la que está por empezar. Casi siempre sobre cuestiones domésticas, salvo que el interés local se extienda al terreno internacional.
Un raro papel para Amanpour, a la que uno estaba acostumbrado a ver con camisa color caqui en los escenarios más diversos del planeta, desde Ruanda a Birmania. Ahora dejará el chalequito de corresponsal viajera para pasar a vestir el traje sastre de la mesa del domingo. La formula es audaz. Habrá que esperar hasta agosto.
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