El gigante del streaming nos ofreció un menú infinito y se transformó en adicción
En mayo, Netflix anunció la firma de un acuerdo con Barack y Michelle Obama, por un precio probablemente cercano al que había pagado para robarse a Shonda Rhimes (Grey’s Anatomy, Scandal, How to Get Away with Murder) y Ryan Murphy (Glee, AmericanCrime Story) de sus cadenas de cable originales. Cuando leas esto, quizás también haya cerrado un acuerdo con otros productores... y con vos. Netflix no va a descansar hasta tener arreglos de desarrollo con el mundo entero.
Los contratos con Rhimes, Murphy y Obama muestran la estrategia de conquista de Netflix, que siempre apuesta a más: más dinero, más programas, más episodios lanzados al mismo tiempo. La idea es seguir agregando hasta que los clientes se pregunten por qué necesitarían otro proveedor de entretenimiento.
En gran medida, el abordaje glotón de Netflix fue bueno para la industria. ¿Quién más habría desarrollado Orange Is the New Black, una comedia dramática sobre una cárcel de mujeres con un elenco de desconocidas y gran amplitud de identidades raciales, sexuales y de género? ¿O BoJack Horseman, que es tanto una sátira animada de Hollywood como el retrato más incisivo de la depresión clínica que vive hoy la TV? La audacia de Netflix, a su vez, le dio un empujón al resto de la industria para ir más allá en cuanto a creatividad.
Pero el maximalismo tiene sus desventajas. Las comedias de Netflix suelen ser mucho más fuertes que sus dramas, que tienden a tener más episodios que trama que los justifique. El abordaje tipo “nuestra temporada es en realidad una película de trece horas” es una plaga que está empezando a infectar las áreas más tradicionales de la TV. Stranger Things es más o menos el único drama de Netflix en el que las temporadas tienen la duración exacta como para evitar quedarse sin aliento, mientras que todas las series de Marvel tienden a ser el doble de largas de lo que deberían.
Seguro, Netflix podría ordenarles a sus productores que hagan temporadas más cortas. ¿Pero por qué lo haría? Más episodios significa más tiempo del usuario en Netflix, y menos en HBO, FX, ABC o Amazon. Y com muchos suscriptos ya están condicionados a mirar hasta el final, una versión despareja de trece horas vale más que una consistente de seis.
¿Esta expansión puede continuar? Si finalmente Netflix logra eliminar a su competencia, será un día triste para las posibilidades de los consumidores. Pero al menos las temporadas de Jessica Jones no van a durar una eternidad.