Debates sobre medios con un pie en el acelerador
"El lugar de los medios", ciclo de debates conducido por Aldana Duhalde. Panelistas: Damián Valls, Mónica Lis y Tom Lupo. Idea y dirección de producción: Ana Gambaccini. Producción general: Nene Vidal. Escenografía: Teté Mendoza. Dirección: Gabriel Fullone. Por Canal 7, los viernes, a las 23.
Nuestra opinión: bueno
Una vocación altruista por alentar debates sobre el estado de los medios de comunicación en la Argentina –con los cuestionamientos al papel de la televisión siempre en un lugar protagónico– salta a la vista en "El lugar de los medios". Desde el vamos, la intención es abordar temas candentes con derivaciones siempre ríspidas –comenzaron con los chicos y la TV y prometen seguir con el rating– y no escatimar esfuerzos de producción para comprometer en la discusión a voces autorizadas en la búsqueda de una mirada rigurosa.
Dados todos estos requisitos, "El lugar de los medios" se encontraría en condiciones de llenar, por fin, ese lugar tantas veces insinuado y nunca ocupado del todo en el que la TV consigue mirarse al espejo y lleva adelante un exigente proceso introspectivo que saca a la luz sus deficiencias sin limitar el enfoque a un muestrario de escándalos banales. Pero la apertura de esta novedad de Canal 7 abre dudas acerca de sus reales posibilidades para superar el umbral al que han llegado hasta aquí iniciativas similares: repite las virtudes y los defectos de todos los ciclos "hiperproducidos".
"El gran negocio de los chicos", "¿Ser famoso es sinónimo de infancia feliz?" y "El niño como espectador" son contados ejemplos de la multiplicidad de materias planteadas en distintos tramos de la primera hora de "El lugar de los medios" en el canal oficial. Cualquiera de esos asuntos justificaba un programa entero, y al quedar reducido cada uno de ellos a escasos minutos no sólo fue casi imposible superar la etapa del diagnóstico; lo más incómodo fue comprobar que cada vez que el debate parecía adquirir mayor envergadura aparecía la inevitable moción de la conductora para dar por finalizado el argumento en cuestión para pasar al siguiente con la misma mecánica.
No es que hayan faltado enfoques tan atrayentes como valiosos durante el contrapunto entre panelistas e invitados. Por allí, Hugo Midón aportó una mirada alternativa desde su condición de autor teatral de obras infantiles sobre el tipo de espectadores que asiste a sus trabajos, pero fue el invitado que menos tiempo tuvo para decir lo suyo. Del otro lado, la presencia de la directora de Radio Nacional, Mona Moncalvillo, sólo sirvió para dispersar las ideas y orientar la emisión hacia un lugar bien diferente del que se había propuesto al comienzo.
Tales desajustes podrían corregirse de aquí en más si la empeñosa producción trabajara más en el desarrollo de los temas elegidos con la idea de pasar del enunciado a algún punto de balance y conclusiones, en vez de quedarse sólo con la mera acumulación de consignas fuertes y de invitados que entran y salen en cuestión de minutos.
Como conductora y moderadora, Aldana Duhalde tiene el mejor capital, porque conoce el tema y se muestra más que dispuesta a abrir nuevos espacios de análisis y de búsqueda con un espíritu inquieto. A veces su propio temperamento conspira contra ese propósito porque dice lo suyo a tal velocidad, como si estuviera más apremiada que los demás por el tiempo, que por momentos se hace arduo separar de sus dichos lo principal de lo accesorio. En cuanto a Valls, Lis y Lupo, tal vez logren con el tiempo dejar en claro lo que distingue a un panelista fijo del invitado ocasional. En la apertura del ciclo esa diferencia casi no se notó.
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