Televisión. El fenómeno de “Canadian Idol”
MONTREAL.- Pasa lo mismo en Madrid, en Nueva York, en Salta o en Río Negro. Y también muy cerca de aquí, en el corazón de la región francófona de Canadá. La fiebre que despiertan algunos de los aspirantes a estrellas de la canción, que encuentran en la pantalla una plataforma inmejorable para cumplir sus sueños, es hoy, probablemente, más que la reproducción de cualquier hecho noticioso de importancia mundial, la imagen más recurrente que es capaz de ofrecer un modelo televisivo definitivamente globalizado.
Lo que en la Argentina se vivió alrededor de "Operación triunfo" aquí se palpita gracias a "Canadian Idol", un fenómeno de alcances extratelevisivos que ya llegó inclusive a la primera plana de los diarios de circulación nacional.
La explicación a este hecho inusual tiene nombre y apellido: Audrey de Montigny, una sonriente chica de 18 años, oriunda de la modesta localidad de Saint-Julienne, que aspira junto a otras tres contendientes a consagrarse en el reality show más exitoso (también aquí) de los últimos tiempos, listo a concluir con el lanzamiento a todo marketing de una nueva figura de la canción pop.
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Lo que más llama aquí la atención es el frenesí abierto por la participación de la simpática Audrey en un concurso nacional, precisamente en la región que menos se caracteriza por su espíritu de integración. El caso llegó a ocupar a observadores de la realidad política, que no dejaron de señalar el hecho de que una comunidad como la de Quebec, que hace menos de una década participó de una consulta popular en la que se habló de la posibilidad de una secesión territorial, ahora sostiene a quien aspira a convertirse desde la pantalla en una suerte de nueva "reina de Canadá".
La estrategia para sostener las pretensiones de Audrey alcanza aquí ribetes de una campaña electoral, aunque con matices propios de las curiosas reglas de los reality shows. Y el ruidoso apoyo a la candidatura de la chica se hace más sugestivo si se tiene en cuenta que sólo el 10 por ciento de los televidentes de "Canadian Idol", según las mediciones de audiencia, residen en Quebec, frente, por ejemplo, al 50 por ciento del total localizado en la región angloparlante de Ontario.
También aquí, la formula del reality show que permite lanzar una carrera comercial en el mercado de la música (casi sin riesgos y con todas las ventajas imaginables de quien maneja un poderoso aparato de promoción) ha demostrado su eficacia. Pero el fenómeno abierto por Audrey de Montigny tiene otra lectura, más relacionada con irresueltas cuestiones políticas. "Tal vez Audrey haya hecho en pocos meses lo que en tres décadas no pudimos conseguir: abrir un nuevo debate desde aquí sobre el federalismo y la integración", dijo el alcalde de Saint-Julienne. El caso se abre hacia las más variadas interpretaciones extratelevisivas, aunque no faltará quien busque aquí ideas para algún nuevo e impactante reality show.
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