Viraje. Noticieros, en la encrucijada: la informalidad, ¿un arma de doble filo?
Diseñados desde hace un tiempo como shows noticiosos de mirada ligera, debieron adaptarse sobre la marcha al tema excluyente del momento, la búsqueda del submarino ARA San Juan y hacerse preguntas sobre su identidad
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Hubo un tiempo en la televisión argentina en el que bastaban 15 minutos para resumir toda la actividad de una jornada dentro de un espacio definido como noticiero.
Hoy, a esa misma televisión no le alcanzan tres ediciones diarias de entre 60 y 90 minutos cada una para explicar esa misma realidad de manera confiable, consistente y rigurosa. Con un agravante que quedó bien a la vista en esta última y dramática semana, marcada por la atención casi exclusiva que la pantalla informativa de la TV de aire le brindó a la desaparición del submarino ARA San Juan .
Este cambio abrupto de prioridades abrió un dilema y planteó una encrucijada para el perfil noticioso de los canales abiertos, preparados desde hace un tiempo para desplegar un mapa de la realidad por lo general liviano y "descontracturado" hasta que un hecho tan dramático, extraordinario y conmocionante como el ocurrido en alta mar forzó otra estrategia y abrió un sinfín de preguntas. ¿Puede readaptarse el modelo light del típico noticiero de TV abierta 2017 a un tema duro y excluyente que reclama otra actitud? Con ese formato ligero como condicionante, ¿es inevitable caer en el sentimentalismo cuando se abordan historias humanas tan dolorosas como las de los familiares de los 44 tripulantes del submarino? ¿Cómo aprecia el televidente ese viraje tan fuerte? ¿De qué manera se aprovechan en el nuevo contexto los recursos técnicos y humanos disponibles, concebidos para otra cosa?
Seguir durante toda esta semana los noticieros de los cinco canales de aire metropolitanos resultó una prueba interesante para comprobar qué lugar ocupa la actualidad en la expresión televisiva más tradicional de nuestro país, sorprendida (qué duda cabe) por la magnitud de la tragedia del submarino desaparecido.
Conductores y columnistas que hacen un culto de la informalidad (sólo los presentadores de los noticieros de la TV Pública y Santo Biasatti, en eltrece, conservan la tradición de aparecer en cámara de saco y corbata) debieron ponerse más serios, las grandes pantallas instaladas como fondo habitual de las escenografías empezaron a ser ocupadas por cuadros, mapas y diseños gráficos interactivos, y ese desfile constante de videos ("los más virales") e imágenes extraídas de las redes sociales con los temas más inverosímiles en primer plano quedaron guardados por un tiempo. El ejemplo más contundente del volantazo quedó a la vista en Staff, que cierra cada jornada la programación de Telefé. Sus jóvenes presentadores (de jeans, zapatillas, camisas slim fit y barbas hipster) concentraron la atención en mapas y gráficos extendidos sobre el piso y la parte posterior del estudio. Nunca estuvieron mejor aprovechados.
En una reveladora charla con Mercedes Martí que puede verse en la web (https://www.youtube.com/watch?v=UaerFpftSng), Luis Clur evoca su gran creación (El Reporter Esso, aquel noticioso pionero nacido en marzo de 1963, modelo de sobriedad y exactitud informativa en 15 minutos), sostiene que la duración ideal para un informativo es de media hora (lapso que se mantiene hasta hoy como tradición y hábito en la mayoría de los canales públicos europeos) y con lucidez vislumbra los riesgos de los informativos volcados hacia la frivolidad y los hechos mundanos, mucho antes de que la actualidad le diera la razón.
Esa actualidad impone un formato noticioso que, salvando algunas distancias formales según el caso, funciona con una misma columna vertebral: un par de temas duros, asuntos policiales de largo aliento, crónicas de vida en su mayoría inspiradoras, espectáculos, deportes, tecnología, temas meteorológicos en clave de show y... los videos más populares de Internet, repetidos una y otra vez por si alguien se los perdió. La excepción es la TV Pública, que jamás altera el formato tradicional de presentar y cerrar cada tema en el piso, con un informe (montaje de imágenes más voz en off) en el medio, mientras coincide con el resto de los canales privados en el aprovechamiento de una gigantesca pantalla a modo de fondo escenográfico.
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Cuando aparece la tragedia del submarino y se altera el escenario, los conductores mantienen el estilo: procuran hablar "el lenguaje de la gente", se mueven con estudiada informalidad y se indignan cada vez que aparece la mínima sombra de alguna injusticia o atropello hacia el hombre común. Se preparan para extender el tiempo de presencia en el aire, como si la TV abierta tuviese en claro que tiene que competir con los canales de noticias del cable, algunos de ellos compañeros de escudería: eltrece-TN, América-América 24. En este último caso se sumó una decisión drástica: Intrusos, Infama y Polémica en el bar pusieron el jueves sus espacios al servicio de la continuidad informativa del tema excluyente.
Acostumbrados a subrayar cada aspecto sensible de la temática abordada, varios canales reforzaron ese acento con obsesiva música de fondo (más dramática o con más suspenso, según el caso) y cayeron en efectismos que pudieron haberse evitado al abordar el jueves, casi en tiempo real, las primeras reacciones de los familiares al conocer las perspectivas más adversas. Al día siguiente la reacción fue más pudorosa y menos exhibicionista, lo que habla de la necesidad de tomarse siempre un tiempo razonable para emprender coberturas de este tipo, aunque se mantuvo con insistencia, sobre todo por el lado de Telefé, el desfile de los rostros y los nombres de los 44 tripulantes con música de fondo cargada de sentimentalismo.
El despliegue de móviles en los focos de atención (el edificio Libertad, Mar del Plata, Comodoro Rivadavia) fue rápido, plausible y técnicamente eficaz para la salida al aire. Sin embargo, buena parte de las conexiones tuvieron una duración excesiva en relación con los datos que el televidente necesitaba. Un mismo puñado de expertos fue desfilando por los diferentes canales, que en varios casos desaprovecharon sus conocimientos o no los convocaron en el momento en que se trataba de encontrar explicaciones con largas parrafadas e inconsistencias técnicas. El esquema de preguntas y respuestas mejor diseñado fue el de Telenoche, en donde el equipo periodístico brindó casi todas las precisiones. Hubiese sido más oportuno escuchar allí más voces de expertos.
Con todo, el colmo de lo inverosímil se vivió el jueves en pleno noticiero vespertino de la TV Pública, cuando se estableció en el estudio una conexión con el capitán de navío Carlos Zavalla, primer comandante del ARA San Juan, que apareció desde un móvil ubicado ¡en los pasillos del mismo edificio del canal oficial! Dos personas ubicadas bajo el mismo techo, pero imposibilitadas de conversar cara a cara, en un valioso diálogo distorsionado varias veces por el delay entre pregunta y respuesta. Insólito.