Ojos que no ven, polémica en el programa de Andrea Politti
El ciclo de Andrea Politti comenzó esta semana y ya está envuelto en una polémica
-Hola, sí, qué tal. Sabemos que amás hace mucho tiempo a alguien. Pero en secreto. Nunca te animaste a decírselo. Pasan los años y vos seguís así, sufriendo en silencio. No tenés el valor para enfrentarlo. No podés ni siquiera mandarle un whatsapp para confesarle lo que sentís. ¿No querés venir a declararle tu amor en un programa de televisión, frente a millones de personas?
-Ah, sí. Qué buena idea, voy ya mismo.
Este sería el insólito diálogo que debería producirse para que lo que sucede en Ojos que no ven sea cierto. No parece ser el caso.
Lo que se vio hasta ahora en las tardes de eltrece es una sucesión de parejas ya consolidadas que fingieron cortejar y ser cortejadas. Porque de eso se trata Ojos que no ven. De un cortejo público entre dos personas que no tienen relación y que podrían llegar a tenerla una vez que las cámaras se apagan. Pero para eso, esas personas no tendrían que estar juntas antes de que, justamente, las cámaras se enciendan. Al menos eso plantea el programa.
Andrea Politti , la conductora, surfea con mucha experiencia la temática. Claramente, el amor y las relaciones humanas son lo suyo. Condujo Doce corazones, Cuestión de peso y Los unos y los otros. En todos esos ciclos lidió con conflictos románticos y familiares, procesos donde se necesita empatía y calidez, cualidades que ella tiene. O, al menos, las desarrolla muy bien en pantalla. En este nuevo proyecto, Politti está todo el tiempo con la pareja. La entrevista, le da indicaciones y la orienta durante los cien minutos que dura el programa. En ese tiempo, cada integrante de la dupla cuenta su historia y luego se pone frente a frente: el que quiere conquistar, con los ojos abiertos y el que será (o no) conquistado, con los ojos vendados. Con la colaboración de un equipo de profesionales (un psicólogo, una astróloga y una sexóloga), Politti cuenta una historia y ayuda a los participantes a llegar al desenlace. Mediante pistas, charlas y algunas preguntas, la pareja intenta conocerse más. Al final, uno de ellos se saca las vendas y se resuelve la incógnita. Si el que declara su amor es correspondido, hay beso y ticket gratis para cenar en un restaurante de Puerto Madero. Si eso no pasa, no hay nada.
Ojos que no ven propone una especie de reality, donde un enamorado se declara cual Romeo a Julieta en el balcón. Nadie -ni el canal, ni la producción, ni la conductora- le advierte al público que todo es una dramatización, que es muy difícil conseguir casos así, que casi no hay personas que se animen a presentarse en televisión para declararse en vivo. La explicación que dio la producción por estos días, ante la divulgación de estos casos, es que ellos no se hacen responsables de las mentiras que puedan decir quienes se anotan para participar. Pero, ¿no es ése el trabajo de la producción? ¿Chequear las historias de los participantes? Deberían. Por eso, si los casos no son reales, el programa es una trampa. Y en tiempos de redes sociales, donde es muy difícil esconderse, la verdad sale a chorros, explota como un volcán. Eso pasó con dos de las parejas de este nuevo ciclo de Canal 13. Posteos en Facebook y en Instagram demostraron que Alejandro y Gabriela y que Melany y Axel llevaban mucho tiempo de relación. Una simple búsqueda en Internet corrió el velo de la mentira y expuso una farsa de la que todos estaban enterados, menos nosotros, los televidentes.
“Si no es amor, que no sea nada”, dice Politti al final del programa. Entonces: si no es verdad, que no sea un reality.
Gracias.
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