Quién quiere ser millonario: sus padres pasaron hambre para que él pudiera comer, hoy es licenciado y ganó medio millón de pesos
"Soy la bolsa de pan con mermelada que me daban las porteras al terminar la escuela para que me lleve a mi casa. Soy las actividades que hicieron mis compañeros del secundario para pagarme el viaje de egresados. Soy los 30 kilómetros en bicicleta que hacía mi viejo todos los días para ir a dos trabajos por migajas de pan. Soy el dolor de espalda que hoy siente por las noches por tener que seguir laburando a pesar de su hernia de disco, soy también sus calambres. Soy los inventos de mi mamá para que un arroz blanco sea el plato más delicioso del mundo".
Estos son fragmentos de la carta que Christian Amarilla escribió luego de recibirse en mayo último de Licenciado en Química. El muchacho, que a partir de ese texto, fue noticia en los medios, estuvo el viernes en Quién quiere ser millonario, para contar su historia, y que esta a su vez inspire a otros.
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"Soy de una familia de bajos recursos -le contó el participante a Santiago del Moro-, siempre me costó mucho alimentarme, y eso hizo que a también me costara mucho estudiar". Si el mandato familiar era seguir adelante cueste lo que cueste, también fue no dejar nunca de aprender:
"Mi vieja siempre me habló que la educación es todo, que es la puerta para tener oportunidades, para ser alguien en la vida. Allá en Bahía Blanca las empresas otorgan becas a los chicos para que puedan seguir estudiando. Fue una ayuda que tuve desde que arranqué la universidad hasta que finalicé los estudios. Nadie en mi familia había estudiado así que era loco pensar en hacer una carrera. Gracias a esa beca y al esfuerzo enorme de mis padres pude recibirme", relató.
Ese esfuerzo no tuvo límites ni hizo concesiones. Los papás de Christian hicieron lo inimaginable para intentar asegurar el futuro de sus hijos: "Cuando me recibí fue algo hermoso. Venían los vecinos y mi vieja les decía orgullosa, ‘tengo un hijo universitario’. No te imaginás, Santi, todo lo que hicieron. Lo más duro es ver a tus viejos con hambre, y muchos días ellos no comían para que nos alimentáramos mis hermanos y yo. A pesar de eso siempre nos alentaron para seguir estudiando, nunca nos pidieron que saliéramos a trabajar".
Christian participó en el programa con el solo objetivo de devolverles a sus padres algo de lo que hicieron por él: "Mi familia tiene muchas carencias, casi nunca alcanza para invertir en la casa. Todavía nos calentamos con una salamandra a leña, mi mamá hace cosas imposibles para que podamos tener leña todo el invierno. Y es insalubre. A veces uno entra a casa y hay humo por todos lados. Lo primero que se me ocurre es cambiar eso, aunque sea comprar un calefactor. No me quejo porque tenemos un lugar cerrado donde dormir, pero si gano mucha plata mi sueño es cambiar esa realidad".
Christian se llevó medio millón de pesos (algo que hacía tiempo no pasaba en el programa) y, de algún modo, en el agradecimiento final revivió los últimos pasajes de aquella carta, que se hizo viral y se convirtió en un ejemplo de superación: "Que venga lo sea, porque estoy preparado".