Reality shows: cuando la pantalla chica juega a solucionar nuestras vidas
Todos en algún momento de crisis soñamos con ese equipo que tome las riendas del problema, un equipo de expertos que se haga cargo de todo y nos enseñe cómo vivir bien, mejor que hasta el momento. En la televisión esa fantasía se vuelve realidad. O todo lo real que puede ser un reality show editado y detalladamente calculado para provocar el efecto de espectáculo aspiracional que el género necesita para tener éxito. El juego que proponen es simple y efectivo: la transformación externa de personas, casas y negocios para lograr un cambio interno tan positivo como permanente. Uno de los decanos de este tipo de programa fue Queer Eye for the Straight Gay, que se emitió entre 2003 y 2007, ganó un Premio Emmy y presentó al mundo a los cinco estilistas gays conocidos como los Fab5. Cinco expertos en cocina, decoración, arte, cuidado personal y moda que ayudaban a desarreglados muchachos heterosexuales a mejorar su look, levantar su autoestima y así conseguir a la chica de sus sueños, su trabajo ideal o la tranquilidad de sus padres preocupados por ellos. Fenómeno global e inspiración para muchos de otros ciclos que le siguieron, ahora el reality show está de regreso y en Netflix. Este viernes se estrenarán ocho nuevos episodios del programa que en esta nueva encarnación tiene un título más corto, Queer Eye, nuevo paisaje (se mudaron de Nueva York a Atlanta) y, lo más importante, un nuevo grupo de fabulosos a tono con los tiempos actuales.
"El programa original salió en un momento en el que era necesario luchar por la tolerancia.Ahora nuestra pelea es por la aceptación", dice Tan France, el referente en moda, al comienzo de uno de los nuevos episodios en los que, a diferencia de lo que sucedía antes, entre cambios de look y renovaciones varias, los expertos hablan de su propia vida como hombres homosexuales. Pero claro, el foco siempre está en el cliente, o héroe, como los denominan en el nuevo programa. Puede tratarse de un jubilado que vive en un pequeño pueblito del sur y que necesita ayuda para mejorar su relación con la mujer que le gusta o de un experto en tecnología con problemas de depresión y una casa repleta de pelos de perro, Queer Eye trabaja bajo la premisa de que las mejoras externas aparentemente superficiales son todo menos eso. Con un nuevo vestuario y una casa bien decorada, el abuelo Tom se siente tanto mejor consigo mismo que pasa de insistir en que su fealdad no tiene arreglo a convertirse en un galán maduro.
"Tener confianza en vos mismo es sexy", le dice con ternura el referente en belleza Jonathan van Ness, candidato al personaje de la nueva temporada, mientras le arregla la barba al héroe de la semana. Que todos los cambios sucedan en pocos días y de manera rotunda es parte de la marca del género, que necesita un trabajo de producción y edición tan creativo como preciso. Este tipo de programa funciona mejor cuanto más equilibrada sea su combinación entre fantasía y realidad.
Una receta que a veces puede excederse en el uso de frases inspiradoras o al proponer soluciones mágicas para problemas muy concretos que requerirían más que eso.
Todos sabemos que se necesita más que un nuevo guardarropa para abandonar viejos hábitos y que las frases inspiradoras no deberían reemplazar los tratamientos psicológicos. Sin embargo, los programas de este tipo se multiplican tanto como crecen las estanterías de libros de autoayuda. La búsqueda de respuestas, de soluciones a temas difíciles, incluye ciclos que empiezan por, literalmente, dar vuelta y tirar todo el placar.
Entre ellos, uno de los que más impacto consiguieron en el género es No te lo pongas (Discovery Home & Health). Primero estuvo la versión británica, con Trinny y Susannah, que con un desarrollado sentido de la moda y la típica flema inglesa les enseñaron a sus compatriotas las ventajas de usar la ropa del talle y de la tela adecuada. Luego llegó la versión norteamericana en la que los estilistas Tracy London y Clinton Kelly hicieron lo mismo por sus compatriotas. La fórmula probó ser tan entretenida como efectiva a la hora de despertar emociones. Las mujeres que pasaron por las diez temporadas del programa casi sin excepción sufrían de una autoestima tan baja que en muchos casos no conseguían comprar ni una prenda aunque la producción les diera cinco mil dólares para gastar y todas terminaban el capítulo renovadas y emocionadas por la vida que las esperaba después de la transformadora semana de compras. Historias con moraleja que suelen terminar con lágrimas de uno y otro lado de la pantalla, el resultado ideal para este tipo de programas.
Lo mismo consiguen todas las versiones de Cambiame el look, que propone sumar un nuevo elemento a la fórmula del experto en moda salvando a un pobre mortal de su propio mal gusto. Allí son los amigos, las parejas o los hermanos de los objetos de transformación quienes los proponen para el programa y luego proponen los estilos que deberán probar. Así, la apuesta emotiva sube varios escalones, especialmente a la hora de la revelación del nuevo look, al que generalmente se llega después de mucha resistencia de parte de los principales involucrados, que más que ayudados se sienten atacados por los que más quieren.
El género tuvo momentos oscuros en sus comienzos cuando un programa como Extreme Make Over recurría a cirugías plásticas y procedimientos invasivos varios para modificar la cara y el cuerpo de quienes se sometían a ellos en pos de una vida mejor frente a las cámaras. Aquel experimento quedó en el pasado y sin embargo cada tanto resurge algún programa que vuelve a cruzar la barrera.
Por ahí andan los ciclos que se focalizan en la perdida de peso y los entrenamientos extremos para lograrlo y esos otros que ya mostrando algo de la fatiga del género intentan nuevas fórmulas, con resultados dispares. Entre ellos está Entrenadores fuera de línea, que bien podría haber surgido de la mente de algún productor pasado de peso y su búsqueda de revancha con el entrenador personal que lo ayudó a reducirlo. Es que el programa que emite Lifetime propone que uno de esos profesionales del ejercicio físico se solidarice con su cliente hasta el punto de subir de peso para luego adelgazar juntos. El título en inglés no da lugar a interpretaciones: Fit to Fat to Fit, algo asícomo "de estar en forma a gordo y a estar en forma de nuevo".
Al éxito de los ciclos de transformaciones físicas se suma el subgénero de las metamorfosis arquitectónicas que extienden el concepto del cambio de placar a la casa entera. Así, programas como Hermanos a la obra muestran a familias viviendo incómodas en hogares desgastados por el tiempo o por la falta de buenas ideas y sentido del diseño. algo que a los gemelos Drew y Jonathan Scott les sobra. El dúo cumple con todas las fantasías de quien alguna vez soñó con renovar su casa: proponen soluciones, cumplen con los plazos y cuidan el bolsillo de sus clientes. Tal vez por eso son tan exitosos y sus consejos sobre las transacciones inmobiliarias y la decoración se toman como si fueran recetas para una vida feliz. Su terapia consiste en poner a los participantes a, literalmente, derribar paredes, lo que, gracias a la cuidadosa edición, resulta en una caída de paredes más simbólica, al acercamiento de parejas en malos términos, a mejorar la relación entre hermanos y cualquier vínculo que esté dispuesto a cambiar la pintura. Parte de la satisfacción para los espectadores está en los extremos. Cuanto peor estado tenga la casa al comienzo del programa, más emocionante será ver los resultados finales. Algo muy similar a lo que ocurre en los capítulos de Kitchen Nightmares. Allí, el cascarrabias chef Gordon Ramsay llega a restaurantes a punto de cerrar para intentar salvarlos de la quiebra y, básicamente, rescatar a sus dueños no solo de la ruina económica, sino también de la caída emocional. La suciedad de las cocinas, el caos en el salón y la baja calidad de la comida suelen encender la abrasiva personalidad de Ramsay, que, combinada con la usual testarudez de los empresarios, resulta en un programa que demuestra que los cambios nunca son fáciles aun cuando se cuenta con uno de los cocineros más prestigiosos del mundo como consejero. Por eso, lo mejor de cada episodio ocurre en sus últimos minutos, cuando la producción informa que una vez que el chef Ramsay dejó el lugar la transformación siguió en pie por la voluntad de sus dueños y los efectos de la magia de la televisión.
El atractivo del cambio
Kitchen Nightmares
También conocido como Pesadilla en la cocina, el ciclo que emite Discovery Home & Health sigue al chef Gordon Ramsay en su cruzada por salvar restaurantes al borde de la ruina.
Entrenadores fuera de línea
En busca de renovar el género, este programa del canal Lifetime propone que los entrenadores ganen peso para inspirar a sus clientes a bajarlos juntos haciendo una vida más saludable.
No te lo pongas
Uno de los más exitosos ciclos del género, este programa, que comenzó como un fenómeno de la TV inglesa, tuvo diez temporadas (que se siguen viendo por Discovery H&H) en la norteamericana.
Hermanos a la obra
En Discovery H&H, Los gemelos Drew y Jonathan Scott trabajan juntos para ayudar a muchas familias en busca de una casa nueva o a quienes quieren encarar la tarea de renovar la que ya tienen.
Cambiame el look
Como si no alcanzara con que los expertos critiquen el vestuario, el peinado y los accesorios de los participantes, en este caso, que se emite por E!, la familia y amigos son los que deciden el cambio.