Sujetos a las reglas del reality show
El mentor / Escenografía: Patricia Longan / Dirección de arte: Luis Maresca / Dirección de fotografía y cámara: Jonatan Plan y Sergio Krecac / Director: Maximiliano Gutiérrez / Por la TV Pública, los sábados, a las 20 / Nuestra opinión: bueno
El mentor es la crónica en clave de reality documental del seminario intensivo que llevaron adelante ocho directores llegados a Buenos Aires desde distintos puntos del país con la tutela de Charles McDougall, guionista y director británico reconocido por su participación en series como House of Cards y The Office.
El programa tiene la estructura tradicional del género. Aquí, como en Project Runway (moda), Masterchef (cocina) e innumerables realities documentales, personas dedicadas a cierta actividad participan de una competencia que las llevará a cumplir una meta importante en ese terreno, con la orientación de algún especialista. El mentor funciona como etapa argentina de una modalidad que McDougall viene ejecutando cada año en distintos lugares del mundo. La meta del especialista (y del programa) es lograr que los aspirantes que aceptan sus consejos conciban, produzcan y filmen un cortometraje. Ese propósito, una vez logrado, será el gran disparador de sus respectivas carreras.
La idea no escapa de las convenciones de este tipo de programas, usado y abusado hasta el cansancio en la televisión de hoy. En el episodio inaugural, como era de esperar, compartimos la llegada de los participantes, la idiosincrasia y las particularidades de cada uno, por un lado, y la mirada de McDougall, su pensamiento y lo que espera de sus nuevos discípulos, por el otro.
Del contraste entre las expectativas del grupo de jóvenes directores (con sus acentos provincianos, su ingenuidad y su convicción) y las recomendaciones de McDougall surgieron algunos momentos de genuino interés, potenciados por el clásico modelo narrativo del reality documental: montaje preciso, cuidado extremo en no dañar la continuidad, buen ritmo narrativo.
Las frases de McDougall, en tanto, no funcionan solamente como un compendio de recomendaciones para aspirantes a guionistas o directores. También podrían funcionar como una suerte de manual sobre usos y costumbres de las ficciones, muy útil para los televidentes.
Más allá de este aporte, El mentor presenta un problema. La necesidad de cumplir con las reglas del reality documental lo lleva a perder de vista el objetivo (el cortometraje que cada participante se propone realizar) y quedarse con esos intercambios entre el maestro y sus alumnos que funcionan casi como situaciones de catarsis o psicodrama. Como si estuviésemos en Gran Hermano, los participantes confiesan a cámara sus dificultades (a veces con demasiada insistencia) y dejan así en segundo plano el objetivo que los llevó a sumarse al proyecto. Los próximos episodios nos revelarán si los aspirantes sacan el máximo provecho creativo de su mentor o todos quedan aprisionados dentro de una fórmula televisiva de la que es imposible escapar.
0,6
Puntos de rating
En el debut del sábado 12, el programa quedó último en su franja horaria