Una dupla que enamora
Luego del fenómeno Dulce amor, Carina Zampini y Sebastián Estevanez vuelven a Telefé con una nueva tira "clásica y moderna"
Carina Zampini y Sebastián Estevanez cuentan todavía algo asombrados que, pocos días antes de comenzar a grabar, sus fans ya habían preparado un pasacalle frente a los Estudios Pampa, en Martínez, con la inscripción "Bienvenida, Rolena", una nueva palabra que denominará a la pareja que conforman en la ficción: Rocco y Malena. Atrás quedaron los tiempos de Marcoria (Marcos y Victoria, sus personajes en Dulce amor), pero el suceso permanece. Ese mismo furor que hizo que un grupo de seguidores se congregara en el Obelisco para pedir que los protagonistas volvieran a unirse, que otro grupo cortara la calle por no poder conseguir entradas para ingresar al Gran Rex a presenciar el capítulo final y que, en una provincia del norte del país, provocó un asombroso aumento en el número de bebes inscriptos como Marcos y Victoria.
Con el espaldarazo de ese suceso y con mucha expectativa por el nuevo comienzo -a pedido del público, claro- la dupla vuelve al ruedo. A pocas semanas de que Telefé estrene Camino al amor, en la entrada del estudio los fans hacen guardia para ver a los protagonistas del romance que, como ya lo hizo el año último, promete desvelarlos en 2014.
La nueva ficción también será escrita y producida por Enrique Estevanez para Telefé y cuenta con un elenco ecléctico que incluye a Mariano Martínez, Eugenia Suárez, Rodolfo Bebán, Juan Darthés, Mercedes Funes, Betiana Blum, Silvia Kutika, Tina Serrano, Sofía Reca y Sol Estevanez, entre otros. "Es básicamente una historia de amor. Y son, a su vez, muchas historias de amor. Es una novela clásica y moderna que cuenta el reencuentro de estos personajes después de muchos años", dice Carina Zampini, quien interpretará a Malena, una mujer de clase trabajadora, madre de un hijo y que ha sufrido una vida difícil, bastante alejada de la de su anterior personaje, Victoria Bandi. "Tiene por ahí más que ver conmigo -cuenta la actriz-. Soy una mina laburante, vengo de una familia de clase media, tuve que empezar a trabajar de muy chica. Fui madre de joven y tuve que ser responsable de otro ser a los 22 años, algo que en esta era no es tan común."
Sebastián Estevanez será Rocco, un hombre que se reencuentra "con el amor de su vida" después de 15 años: "Es un pibe noble, que ha sufrido mucho. Tiene los valores del barrio, de la familia, del club. Es un personaje mucho más serio que Marcos".
La cuotita de felicidad
Si bien aseguran no sentir presión por el regreso, tanto Zampini como Estevanez reconocen que nunca antes vivieron un fenómeno similar al de Dulce amor y que les sorprendió que fuera el mismo público el que pidiera que la pareja volviera a unirse en la ficción. "Al principio, cuando me dijeron que querían repetir la fórmula, yo dije: «Ustedes están locos». Pero después empecé a escuchar lo que decía la gente y ellos lo pedían", cuenta Sebastián. "Es un deseo del público que nosotros volvamos a ser una pareja en la ficción. Y, además, nos sentimos muy cómodos. Nos llevamos muy bien. Si nosotros nos lleváramos mal, lo de Dulce amor no hubiera pasado", agrega Zampini.
A la hora de responder cómo se complementan dentro y fuera del set, Estevanez revela: "Ella es la mejor alumna del colegio. Llega a horario, sabe la letra, está maquillada, sabe la continuidad. Todo ¿Yo? Trato de ser el que se sienta adelante, pero no puedo. Si es necesario, me quedo hasta después de hora estudiando. Le dedico mucho, pero no me sale", se ríe.
"Por eso lo quiero, ¿ves? -acota Zampini-. En ese ida y vuelta que se da entre nosotros van surgiendo un montón de cosas que no estaban en los libros y que se convierten en latiguillos de los personajes. Después surge algo que incluso puede lindar con lo absurdo, que en Dulce amor era eso de decir «Hágame el amor, Marcos», de tratarse de usted después de haber intimado un montón de veces."
Alberto Migré sabía cuál era su misión. "Yo le doy a la gente una cuotita diaria de felicidad", resumió el guionista en una entrevista. Quizá sea ese el legado que hoy mantienen vivo Zampini, el clan Estevanez y todos los orgullosos herederos del culebrón, siempre que cumplan, por supuesto, con el compromiso de entregarles a sus fieles seguidores -accidentes, identidades falsas y amnesias mediante- un nuevo final feliz.
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