Tiempo de reflexión
Eleonora Wexler está en una etapa en la que transita lo placentero, por eso optó por un exigido unipersonal, Las maldecidas de Fedra, en el circuito teatral independiente
Con Las maldecidas de Fedra, de la dramaturga Patricia Suárez, abordará por primera vez un unipersonal, durante cuatro martes seguidos, en una sala no comercial. Acaba de terminar las grabaciones de Noche & día, el fallido drama policial de El Trece.
Ni crisis de los 40 (en realidad, tiene inmaculados 41) ni conflictos con su profesión: si Eleonora Wexler aborda por primera vez en su vida un unipersonal, y lo hace en una sala del under, es por puro deseo, sin segundas lecturas. La obra en cuestión es Las maldecidas de Fedra, de Patricia Suárez, que presentará durante los martes de julio y agosto, en Hasta Trilce (Maza 177), dirigida por Marcelo Moncarz.
"Tenía la necesidad interna de encontrar un material que me cobijara, que significara un desafío -enfatiza la actriz, que acaba de concluir las grabaciones del cambiante (de ser originalmente una tira pasó a unitario) Noche & día-. Nunca había hecho un monólogo, pero cuando recibí el libro sentí que era para que lo transitara yo, despojada y de cara al público, sin artificios, durante cuarenta minutos. El teatro es mi motor, allí es donde estoy entera. Y además llegó en el momento justo."
El momento justo es, para Wexler, cambiar la frecuencia de un protagónico televisivo a un espacio más placentero y relajado. Y bajarse de la montaña rusa. "No reniego de la televisión, pero estamos en un momento particular. Y todo cambia vertiginosamente. Hay pocas cosas que no se desvirtúan del proyecto original. Todo tiene que ver con el minuto a minuto: si la historia no engancha, se termina acudiendo a manotazos de ahogado, que en general no funcionan, y cada cual se reacomoda como puede", expresa, aludiendo tácitamente a su más reciente experiencia en El Trece, que comenzó como una gran apuesta y concluyó con cambios de horario, conversión de formato y deserción de actores.
Inspirada en un personaje de la Fedra de Racine, el drama describe los tormentos de Peregrina, esclava y sirvienta de Fedra, condenada al destierro para vivir sus últimos días, sola, en el desierto y buscando desesperadamente a su perro. "La obra gira en torno de una mujer que siempre estuvo al servicio de alguien, tratando de complacer el deseo ajeno -detalla Wexler-. Y en ese momento final, por primera vez, es protagonista de su propia vida. Todos necesitamos ser protagonistas de nuestras vidas y encontrar el amor."
La puesta, además, tiene una peculiaridad: será interpretada sucesivamente por tres actrices, durante ocho funciones cada una. Además de Wexler intervendrán Maiamar Abrodos y Georgina Rey. "Moncarz realizó una puesta diferente para cada una de nosotras, que somos opuestas en lo actoral y en lo físico. Allí habrá otro desafío, ya que estará concebida como tres obras diferentes. Y cada una trabaja en forma autónoma."
A la actriz -que comenzara su carrera a los 8 años en la comedia musical Annie, gracias a su persistencia para convencer a sus padres de que la llevaran a las audiciones- el paso del tiempo le permitió revisar conductas frente a su profesión y a sí misma: "Ahora vivo más contenta. Me volví menos prejuiciosa con la gente. Soy más permisiva y no me castigo tanto. Aprendí a tolerar, a perdonar y a elegir con quién quiero no estar: no pierdo más el tiempo. Ver crecer a mi hija (N.R.: Miranda, de 11 años) me hizo modificar muchas cosas. Sentí culpa cuando la dejaba por los laburos, pero también entendí que es un buen legado para ella valorar a una mamá que se preocupa por su trabajo. En cuanto a la inestabilidad del trabajo y al corte abrupto de cada proyecto, ese ritmo de terminar y volver a empezar me sigue afectando. Entablar lazos con un grupo y de pronto cortar y empezar de nuevo con otro es como morir. Pero pasan los años y sigo sintiendo cosquillas cada vez que subo a un escenario o tengo una cámara delante de mí".
Wexler revela que requirió de su compañero Facundo Arana para ensayar e internalizar el texto de Las maldecidas de Fedra, hasta encontrar el tono justo y disfrutar del desafío de estar sola en el escenario. "Muchas veces no elegí mis papeles y otras elegí mal -describe la intérprete-. Pero ya no me doy contra la pared. En cambio prefiero poner el foco en lo que me llene el corazón. Hago este monólogo porque me encanta, y siento que no engaño a nadie. Me llena el alma, más allá del resultado. Al punto que unos días antes del estreno, el propio productor de la obra me dijo: «Tenemos que hablar de tu cachet»... ¡Nunca me lo había planteado!"
-Cuando te pusiste en la piel del personaje, ¿necesitaste expresarlo con tus palabras?
-De ninguna manera. En este texto la autora es concreta. Sus palabras tienen un significado determinado, un peso propio. Está tan bien escrito que no hay necesidad de tocar ni una palabra.
-¿Y no te pica el deseo de imaginarte dirigiendo?
-Ya me lo propusieron, pero abarca demasiadas cosas? Y nunca lo pensé formalmente. Prefiero estar arriba del escenario.
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