Tocar el cielo con los pies
"Salúdense. Conocen las reglas. ¡A batallar!" Un escenario, dos competidores, un presentador, tres jueces y un público eufórico. No, no es un ring de boxeo. Es miércoles a la noche y en la disco Niceto hay pelea, pero de otra índole. Se trata de 16 bailarines de breakdance que luchan por el título de mejor b-boy en el primer campeonato Red Bull BreaKing de Buenos Aires. "Esperamos que éste sea el comienzo de la explosión del breakdance en la Argentina… ¡Ruido por eso!", dice el anfitrión, de jeans sueltos, buzo y gorra de colores. Y el público grita.
"DJ Niko, música. Oh-Oh-Oh..." Desde una cabina de disc-jockey ambientada como torre de un castillo medieval suenan acordes funky. Los concursantes hacen su entrada triunfal a través del portón de acceso como reyes de la noche. Posan desafiantes ante la ovación de una multitud amontonada con gorras, pañuelos, trenzas, rastas y vinchas. "¡Ruido para ellos!", sigue el anfitrión. A unos metros, se prepara para la selección el infaltable jurado de notables referentes latinoamericanos: Muxibinha y Pelézinho, de Brasil, y Crazy Waves, de la Argentina.
Ahora sí, todos listos: celulares y cámaras arriba para grabar la primera ronda de eliminatorias. Pero antes de empezar, las reglas: son batallas individuales, de eliminación directa. "El que pierde, a casa." Cada b-boy tiene tres entradas por batalla; está prohibido el contacto físico; el resto es bailar.
Abre la primera ronda: Mendo vs. Chuky, Alber vs. New Rrei, Dibu vs. Facundito, Coco vs. Gatú, Davis boy vs. Alan, B. Girl Cielo y Miguelón, Ema vs. Gustavo y Machi vs. Niko. Con saltos, giros, contorsiones, coreografías, se mueven como muñecos de plastilina y se retuercen tanto en el piso como en el aire. Visten desde jeans ajustados hasta joggings, bermudas, remeras sin mangas, otras de cuello polo, buzos, camperas, y claro, zapatillas de colores. Cada uno defiende su estilo y marca personales. Todos se las ingenian para dar vueltas con la gorra puesta, aunque siempre atajándose de los golpes con rodilleras, coderas y muñequeras.
Trucos arriesgados... y tango
Una vez en la pista, los bailarines se miran, se desafían y bailan sin parar, mientras tanto piden palmas al público, ganan silbidos de admiración y aplausos con cada truco arriesgado. Un giro mortal para atrás y enseguida al suelo a dar vueltas revoleando las piernas como un ventilador, para después, casi naturalmente, sostenerse sobre una mano y, como si fuera poco, saltar sobre ella. Son pasos que reúnen movimientos aeróbicos, una buena dosis de ritmo funk y artes marciales. Uno, otro, uno, otro, uno, otro... Y silencio. La discoteca entera espera la decisión del jurado. Por fin, levantan sus carteles con el nombre del ganador. Las hinchadas favorecidas aplauden.
Entre ronda y ronda se suceden shows de lo más variados: desde los consagrado hiphoperos Sandoval y Mustafá Yoda hasta un show de tango. Y la performance del guapo con la bailarina con falda con tajo y medias red atrapa al público con sus coreografías precisas; además, genera muchos aplausos cuando él la hace volar y girar por el aire. "Los trucos son impresionantes", se oye entre el público.
Por otro lado, bastan dos minutos de escenario libre para que entre el público se improvisen nuevos desafíos de breakdance; despejando parte de la pista, habitués evidentes de los clubes de hiphop demuestran sus destrezas, y algunos no tienen mucho que envidiarles a los concursantes.
De regreso en el escenario, la segunda y tercera ronda de la dura competencia deviene una final complicada donde Machi se consagra como mejor b-boy de la Argentina. "¡Ruido para él!" Premiado con un collar dorado con brillos y dibujos, algo así como el cinturón para los boxeadores, y un cheque gigante dice: "Yo sólo bailo, me gusta hacer esto y voy a seguir hasta el día en que no pueda más". Machi pospuso un viaje a Europa para poder estar en la competencia. Por suerte ganó.
Con 22 años y ocho de baile, el chico de Ezpeleta se mudará dentro de tres semanas a Barcelona para participar de las grandes competencias internacionales. "Entreno con amigos, disfruto el momento, busco la originalidad y trato de no pensar en los campeonatos, sino en mi vida normal, aunque bailar es todo", confiesa, mientras suena la canción Superfreak de fondo.
En la pista siguen bailando y haciendo piruetas, y aparentemente no pararán hasta que termine la música.
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