"Teníamos muchas ganas de tocar en Mar del Plata. Ahora si ustedes nos preguntan por qué nos suspendieron el show... No sabemos, realmente, huele a discriminación”, dijo Chizzo Nápoli el sábado a la noche en el Parque La Pedrera de Villa Mercedes
“Buenas noches San Luis, teníamos muchas ganas de venir a tocar acá y sobre todo en este estadio”, dijo Chizzo exultante con su vozarrón furioso después de un arranque demoledor con “Corazón fugitivo”, el gran hit rutero del último disco de La Renga , Pesados Vestigios, que fue recibido con los flashes de los celulares encendidos de las 35.000 personas que llenaron el moderno arena ubicado en el Parque La Pedrera de Villa Mercedes.
Después de la suspensión del show que la banda tenía programado para esta misma fecha en Mar del Plata y tuvo que ser trasladado a San Luis por la negativa de parte del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires de brindar el personal policial, en su primera intervención con el público -que también seguía la transmisión en vivo desde el canal de La Renga en YouTube-, el cantante fue un poco más allá. “También teníamos muchas ganas de tocar en Mar del Plata. Ahora si ustedes nos preguntan por qué nos suspendieron el show... No sabemos, realmente, huele a dis-cri-mi-na-ción”, dijo Chizzo modulando las últimas palabras y gesticulando con las manos abiertas ante los silbidos. “Pero igual estamos acá, estamos a tu lado”.
Lo que siguió fue un bloque de canciones combativas que remiten a la etapa compositiva del grupo post estallido social de 2001, con Tete corriendo por una pasarela en forma de ala que se estiraba hasta las plateas y Chizzo desde un costado del escenario masticando rabia con el ceño fruncido: “Pobreza en los estómagos, más pobreza en la cabeza” (“A tu lado”), “cada palpitación late una muerte” (“Detonador de sueños”), “vas a apuntar tu cañón a nuestras mentes y a la canción de la vida aniquilar” (“A la carga mi rocanrol”).
Con el correr de la lista de temas, el trío se fue agrandando y, cuando promediaba la mitad del recital, tuvo que corregir algunos problemas menores de sonido que le quitaron el ritmo vertiginoso del comienzo. Manu Varela se sumó en saxo y armónica, y el set de vientos Las Cucarachas de Bronce le dieron por momentos a La Renga un formato de big band de hard rock valvular. La puesta de luces y escenografía incluyó un telón y el piso del escenario intervenido con imágenes de una estructura de cañerías tubulares, una pantalla circular en el centro que remitía a un gran ojo tridimensional y un pulpo inflable gigante que movía los tentáculos por encima de los músicos. “Este pulpo era para Mar del Plata, pero lo trajeron en un freezer hasta San Luis”, bromeó Chizzo al final de “Triste canción de amor”, el cover de El Tri que en gran parte fue cantado por el público.
Para el cierre, mientras sonaba la intro de vientos del clásico “El final es en donde partí”, por las pantallas se proyectaban postales del último banderazo en apoyo a la banda que se realizó hace unos días en el Obelisco e imágenes de las familias y grupos de amigos que unas horas antes ingresaban de forma pacífica al parque La Pedrera. En algo más de dos horas y media de shows, La Renga demostró el poderío musical que adquirieron en vivo las canciones de un grupo que, a punto de cumplir 30 años, parece haber nacido para los grandes estadios.